Ricardo de La Peña: un veterano de la foto análoga y digital
Con más de 30 años de experiencia este antofagastino es uno de los pocos profesionales que domina a la perfección la fotografía análoga y la digital en nuestra región.
Ya de pequeño sentía una gran curiosidad por las cámaras de cajón que habían en la Plaza Colón, sin imaginar que su vida tendría una estrecha relación con la fotografía y que sería uno de los más reconocidos profesionales de la instantánea en la zona norte.
Pero tuvo que pasar varios años para que Ricardo de la Peña Toro descubriera su pasión por la fotografía y su innegable certero ojo reportero. Sólo cuando desertó de la carrera de Tecnología Médica en la entonces Universidad de Chile, este tocopillano de nacimiento pero antofagastino de corazón tuvo su primer real e inseparable acercamiento a la fotografía, al optar por la vida laboral como compaginador en esta casa periodística.
Allí descubrió que la fotografía era lo suyo a pesar de tener nulo conocimiento, luego que con su primer sueldo adquirió una cámara fotográfica Zenit y empezó a capturar sus primeras imágenes. Tal era su entusiasmo que los reporteros gráficos de la época, como el avezado "Tito" Cerda", lo empezaron a guiar en este camino en que se abrió pasos al poco tiempo como laboratorista de las fotos de la entonces La Estrella del Norte y El Mercurio de Antofagasta.
En poco tiempo aprendió todos los gajes del oficio, de la fotografía análoga y agudizó su olfato como reportero gráfico, logrando uno de sus mayores aciertos durante la terrible madrugada del 18 de junio 1991. Ese día, recuerda, estuvo sacando agua hasta las cuatro de la mañana para no inundarse en su casa y se fue a dormir vencido por el cansancio hasta que un vecino le fue golpeó la puerta, avisándole que unas calles más abajo estaba "la crema ...que había pasado un aluvión". No lo pensó dos veces y casi por instinto salió con su cámara, capturando imágenes tan impactantes como una casa partida en dos colgando en un enorme socavón y el cuerpo totalmente enlodado de una de las centenares de víctimas fatales, la única captada por un lente fotográfico antes que se iniciaran las labores de búsqueda y rescate.
"Aún recuerdo era un cuerpo cubierto de barro ...todo café con una pequeña hilera de sangre a un costado del labio. Llevé mi rollo de fotos a la 'Estrella' por si les servía y cuando revelaron las imágenes quedaron muy impactados ...era un acierto fotográfico que nadie más tenía. Era una foto exclusiva y todos se las peleaban porque no es como ahora que uno puede mandar la imagen a varios medios, incluso era un negativo en blanco y negro", precisó.
Por eso apenas se generó un cupo en este Diario de la Peña fue reclutado como reportero gráfico y durante cuatro años se pulió en el ocaso del revelado y la fotografía análoga.
Así no tardó en ganarse un sitial como reportero gráfico, cubriendo grandes aciertos fotográficos como la erupción del volcán El Láscar en 1993 cuyas imágenes fueron también las únicas a muy corta distancia, instantáneas que quedaron grabadas en la retina del terremoto de Antofagasta en 1995 y la trágica colisión entre un camión cementero y un bus camino a El Abra que dejó 17 muertos y cuatro heridos en el 2001, por nombrar sólo algunas.
Transición
Ya en esta última etapa se había incorporado la tecnología digital al reporteo gráfico y de la Peña se adaptó con un natural talento a los nuevos tiempos, posicionándose como uno de los pocos profesionales de la zona que domina a la perfección la vieja escuela de la fotografía análoga con la modernidad de la digital. "Hay muchos buenos fotógrafos, pero caminan con un solo pie (digital). En cambio yo camino con los dos pies (la fotografía análoga y la digital", precisó en medio de risas y convencido de su valor agregado.
De la Peña trabajó por más de 25 años en este Diario primero como laboratorista y luego como reportero gráfico de La Estrella de Antofagasta, viviendo el romanticismo e inmediatez del reporteo gráfico que ha perdido su esencia con la irrupción de las nuevas redes sociales y labor de los llamados "cazanoticias" o "reporteros ciudadanos".
También trabajó para El Mercurio de Santiago y la ya desaparecida agencia Upi, que le permitió cumplir anhelado sueño que buscó durante muchos años: el reconocimiento a su trabajo.
Fue durante esa época en el 2014 cuando ganó dos primeros lugares en el Salón Nacional de Fotoperiodismo en la categoría individual de Naturaleza y Medioambiente con una imagen de las grandes marejadas que afectaron a nuestro borde costero y en la categoría individual de foto prensa con la contingencia del último motín de la cárcel de la ciudad.
Antes ya había obtenido un segundo lugar con la foto de una paloma tomando agua dentro de una cañería y otras tantas menciones honrosas con imágenes cotidianas.
Actualmente, este gráfico de reconocida trayectoria y miembro de los colectivos "Resilientes" y "Los Del Norte" expone la simpleza del ir y venir de los perros bajo el nombre "Callejeros" en el ciclo de FotoAntofagasta 2016 en el Pasillo Expositivo de de Fundación Minera Escondida.
Se trata de una selección de 15 imágenes de las más de mil fotografías de perros que capturó con su lente durante 10 años a través de su trabajo como reportero gráfico. "Siempre me han gustado los perros, tengo uno y ellos están siempre presente en cada evento, en cada actividad ...no se pierden desfile", precisó.
Además, este profesional ahora comparte sus conocimientos con las nuevas generaciones, a través de un proyecto Fondart de Balmaceda Arte Joven que consiste en tomar fotos a través de las cámaras de fotografías estenopeicas. Es decir, con cualquier objeto sellado como cajas de zapatos, tarros o envases varios que se adaptan mediante un estenopo (agujero) para captar imágenes en blanco y negro.
Un proyecto que lo tiene muy contento y no está ajeno a su nuevo desafío: montar una exposición con fotografías captadas con una cámara de cajón, de esas a las que no podía sacarle la vista cuando era niño y pasaba por la Plaza Colón. De hecho ya tiene casi lista su cámara de cajón, sólo le falta instalarle un trípode y salir a tomar fotos como de antaño.
Durante todos estos años su talento ha sido parte de innumerables exposiciones, destacando entre ellas los tanques que "pintó" con juegos de luces para la celebración del centenario del Ejército y que fueron exhibidos en el Teatro Municipal, como también una foto nocturna del Balneario Municipal que actualmente se exhibe en el paradero Baquedano del Transantiago en Plaza Italia y que fue seleccionada en representación de la región en los talleres del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Y como su inquietud con el lente nunca cesa, de seguro Ricardo de la Peña nos seguirá sorprendiendo con su innato talento que tiene la particularidad de unir la vieja y la moderna escuela de la fotografía.