Osvaldo Vega Carvajal
Ya pasaron 19 años desde ese fatídico día en que el joven estudiante calameño de 17 años, Nelson Canivilo, perdiera la vida en la esquina de las calles Aníbal Pinto con Félix Hoyos a manos de un violento ataque de un grupo de jóvenes.
Desde esa día que esa esquina comenzó a transformarse en una especie de santuario para los vecinos loínos que llegaban a pedirle favores y prenderle velas a "Nelsito", como lo apodan con cariño.
Por más que con el paso de los años se construyó allí el nuevo Centro de Salud Familiar (Cesfam) Central de Calama, igualmente se pegaron las placas que les deja la gente por los favores concedidos.
Es así que las familias calameñas Ortiz-Zapata, Bahamondes, Contreras-García y el año pasado los Lara-Guardia y Olivares-Galleguillos, entre otros, agradecen los favores que les hace este ex estudiante del Liceo nocturno C-24 de la capital minera.
El poblador del sector, que se identificó como Pedro, manifestó que "por lo que me han contado es bien milagroso este niño y por algo le volvieron a pegar las plaquitas que las habían retirado de forma momentánea para construir el Cesfam Central".
Mientras que la vecina Sara Castellón recalcó que "siempre llega gente por la noche a prenderle velas a Nelsito y es que algunos lo consideran como una especie de santo".
Triste historia
A las seis de la madrugada del 26 de junio de 1997, este joven transitaba por la calle Aníbal Pinto. Al llegar a la esquina de Félix Hoyos, se encontró con un grupo de jóvenes, entre quienes se incluía una niña de 14 años de edad, dos menores de 17 años, uno de 18 y otro de 19 años.
Luego, de preguntarles a este grupo dónde quedaba la calle Prat, lejos de responderle lo molestaron.
Fue así que al increpar a uno de ellos, éste último cogió una piedra y lo golpeó en el rostro ocasionándole una fractura nasal.
La víctima al verse herido y adolorido, se llevó la manos al rostro del que emanaba sangre en abundancia.
Su agresor, lo tomó del cabello y lo golpeó contra la pared varias veces.
Ante esos golpes, el agredido gritó repetidamente, pero nadie lo ayudó. Perdido el conocimiento, el estudiante cayó al pavimento y se dio el último golpe contra la solera, donde pereció.
17 años tenía el joven estudiante del Liceo nocturno C-24 de la capital minera.