Don Coco, el cocodrilo
Para qué les voy a decir una cosa por otra: nunca había entrado al Vivero Municipal de Antofagasta, ese jardín enorme lleno de arbolitos y plantas que está oculto detrás de unos muros, frente a la Vega. Una vez -tiempo atrás- me bajé de la micro cuando ví el pasto, pero ahí supe que para entrar hay que pedir autorización previa a la alcaldía.
Ayer, a propósito del nuevo proyecto del Vivero -cuyas lucas ya están aprobadas-, fuimos con los cabros del diario a visitar el enorme y cuidado parque. Nuestro chofer, Lucho Huaipe, estaba impresionado con tantos árboles, pasto frondoso y pajaritos cantando. Justo detrás venía una camioneta municipal entrando al mismo tiempo que nosotros. "Mira para atrás", decía Lucho Huaipe, "esto es como Jurassic Park".
Nos recibió don Rubén Ibarra, ingeniero agrónomo y uno de los profesionales del departamento de Ornato de la Municipalidad de Antofagasta. "Este es uno de los pulmones verdes de la ciudad. Son casi dos hectáreas y tiene dos sectores. Uno de oficina y otro donde la gente viene a recrearse", dice.
Una de las funciones principales del vivero es criar las plantitas que después van a dar a los parques de la ciudad. Por ejemplo, acá hay variedades de achiras, parkinsonias, buganvilias, pimientos, eucaliptos... uf, caleta.
¿Cómo se puede hacer tremendo parque en este desierto tan re'seco? "Esto era antiguamente un basural", cuenta el capo don Rubén. "Está compuesto de distintos tipos de suelo porque se fue degradando la basura y hay tierra de distinto tipo", comenta. Cuando cierren el vertedero de La Chimba, allá también podría crecer un jardín así de lindo con el tiempo.
Y así como Jurassic Park, el Vivero Municipal esconde sus secretos. Hay dos buses de la antigua Empresa de Transportes Colectivos del Estado (ETC del E.). Hasta antes del 81, habían líneas que eran operadas por el estado y una de las zonales era acá en Antofagasta. "Al frente (en la Vega) estaba la ETC del Estado. Tenían buses aquí y allá", comenta don Rubén. En el vivero se quedaron dos como testigos de la historia. Uno está debajo de unas calaminas y otro se usa para guardar maceteros. Hay otras joyitas también: un reloj Seiko y un camello de maqueta utilizado antiguamente en las Colonias.
"Todos estos arbolitos resisten los suelos salinos", cuenta el ingeniero cuando vamos paseando por el sector recreativo del Vivero, donde la gente puede hacer asados bajo la sombrita. El pasto está tan crecido que -sin exagerar- uno piensa que anda en el sur. Don Rubén dice que hay un sistema de riego con aspersores y también con mangueras, normalmente en la tarde o temprano en la mañana.
-¿Es verdad que si riego en la mañana se quema?
-No, son creencias de la gente -explica el profesional. Si suponemos que le vamos a echar diez litros de agua a una planta por la mañana, la planta va a ocupar unos ocho litros. Si lo hacemos a mediodía, ella va a ocupar seis, porque el calor va evaporando el agua. En resumen, el pasto se seca porque le falta agua, no por un "efecto lupa".
Sentimos de cerca el canto de los pajaritos en este gran jardín. Nuestro amigo dice que en el día se posan jotes, huairavos, tórtolas y gorriones.
Al final, debemos volver a la realidad. Cruzamos los muros y de nuevo encontramos los autos. Queda el consuelo que no en mucho tiempo la remodelación del Vivero lo va a dejar impecable para todos los antofagastinos.
De paseo en el Vivero Municipal
Conaf Dentro de las dependencias hay un pequeño vivero propiedad de la Conaf.