Cartas
Respeto a la mujer
Señor director:
No basta una simple flor o una caja de chocolates para conmemorar el Día de la Mujer. La lucha de las mujeres es por igualdad, y de condiciones que eso se entienda bien. Que se nos respete y valore como corresponde. Pero hay que dejar en claro que las primeras en cumplir con esto somos nosotras mismas. No podemos ofendernos entre nosotras o menospreciarnos por cosas que no son relevantes. Tratarnos de tontas o básicas por dar solo un ejemplo, no va en concordancia con lo que necesitamos. Debemos dar el ejemplo entre mujeres, para proyectar que de verdad debemos ser respetadas.
Camila Robles
Ludopatía y tragamonedas
Señor director:
En los últimos días han aparecido diversos reportajes sobre los tragamonedas de la calle, en varios de ellos se aprecia una visión, que a mi juicio, requiere una reacción desde la sicología.
Hoy en día, existe una gran variedad de juegos, incluyendo las máquinas tragamonedas, que son usadas como medio de entretenimiento por mujeres y hombres, no solamente por dueñas de casa de estrato socioeconómico popular, como se intenta hacer ver, quienes en sus momentos de ocio acuden a estas máquinas.
Estos juegos no pueden considerarse como generadores de vicio, al igual que el tabaco y el alcohol. Aquellos, no son más que agentes externos que, si es que mujeres u hombres poseen un tipo de personalidad propensa a la adicción, podría terminar en una ludopatía, la cual es considerada una "enfermedad crónica", como sucede con otros tipos de adicciones.
Por lo tanto, desde la perspectiva sanitaria, se considera que hay personalidades que son propensas a una adicción, por lo cual sería inadecuado afirmar que los tragamonedas son los culpables de la aparición de esta enfermedad.
Lo que realmente importa es que el Gobierno y el Congreso se hagan cargo de esta realidad, fiscalizando y regulando, para que los tragamonedas de la calle satisfagan esta necesidad de salud pública y su existencia pase a ser considerada como una actividad más en la entretención de los adultos.
Francoise Dupouy