Presidentes, no magos

Estimado director:

Es muy común escuchar la frase, el próximo Presidente de Chile debe ser fulano porque tiene la mano firme o debe ser mengana por su simpatía y decisión, o perengano porque mejorará los sueldos y las pensiones, o zuntana porque no tiene relación con los políticos de siempre, y podríamos seguir enumerando.

Sin embargo, la realidad es que el Presidente podrá tener las mejores ideas, la mano firme y otros atributos que destacan sus seguidores, sin embargo su gestión presidencial está supeditada a otras instancias, como los otros poderes del Estado, el Legislativo, en donde deberá buscar los votos para alcanzar los quórums necesarios y así poder realizar los cambios prometidos; y el Judicial, respetando la Constitución y las leyes que hoy están vigentes. Raya para la suma, el Presidente no gobierna solo, tema no menor, que debe ser muy tomado en cuenta por los chilenos, cuando estamos en las puertas de una elección presidencial.

Sí porque las campañas electorales son sinónimo de grandes ofrecimientos, promesas icónicas, como borrar de un rato para otro la UF, detener la puerta giratoria, eliminar las colas de la salud, gratuidad universal, mejorar las pensiones, eliminar el nepotismo y otras que muy bien ya conocemos de sobra. Entonces la elección del próximo Presidente debe tener por parte de cada chileno necesariamente un estudio que debiera ir más allá de su convergencia política, además considerando que en nuestro Chile "en el prometer no hay engaño".

Ningún presidente es llamado a responder al término de su mandato por las cosas que prometió, que en algunos casos fueron muy gravitantes para lograr el sillón de La Moneda, y no cumplió.

Tal vez si comprometiera su patrimonio personal o familiar al postular a La Moneda la situación cambiaría. Es momento de ponernos serios, el candidato no tiene una "varita mágica" para solucionar todo, más bien deberá ser capaz de consensuar a pares con rivales para hacer realidad sus promesas de campaña.

Tal vez los bajos números de crecimiento que hoy muestra Chile y la extrema desprolijidad de su clase política, sean el producto de la falta de acuciosidad de los chilenos para elegir a sus autoridades y parlamentarios.

Luis Enrique Soler Milla