Rotary Club Chuquicamata
Señor director:
Los hechos que suceden cotidianamente son los que forman la historia. Día a día vamos incorporándolos, los más familiares a nuestra experiencia y los más trascendentales a la historia de la comunidad. Uno de estos hechos, simple en apariencia, acaecido hace ya 110 años, nos hace meditar. Y me refiero a un nuevo aniversario desde su gloriosa fundación de Rotary Club Chuquicamata, marcado en las hojas de Cronos el 9 de junio de 1933.
Esta fecha nos llena de alegría, es celebrar la plantación de la semilla que crecería en frondoso árbol de luz, pleno de brillantes frutos.
Podemos con orgullo mirar su pasado, su gran labor solidaria cumplida en estos 86 años de existencia, que se ha extendido hacia el menesteroso, hacia el inválido, hacia los desamparados, hacia la sociedad, hacia los hospitales, hacia la comunidad y hacia la juventud.
Cada uno de los años transcurridos desde que Rotary levantara sus columnas de amor, ha sido pleno de realizaciones. Cada rotario que ha decorado o decora sus columnas, ha contribuido con su obra para que se llegue a estos días de júbilo.
Largo sería enumerarlos a todos, largo sería el recuento de todo lo realizado. Dijo un pensador: "El hombre perdura no por su memoria, sino por sus obras", y qué mejor obra que ésta, el Rotary.
Recordamos con gratitud y admiración a los fundadores de esta generosa institución, que eran constructores espirituales, iluminados por la purísima luz del servicio de "Dar de sí, sin pensar en sí": Dionisio Abarca, Rogelio Bravo, Harry Burr, Fernando Cisternas, Atilio Filippine, Wiliams Fletche, Segundo Flores, Alejandro García, Pablo Copfert, Agustín Gnilka, Otto Henriksen, Herbert Hodges, José Ibarra, Alfredo Jilly, Waldemar Karkling, Alejandro Lazcano, Lorenzo Máximo, Maximiliano López, George Rentzel, Pablo Schalk, Matías Villada e Irby Woodol. Se reunieron ese 9 de junio de 1933 en el recordado mineral de Chuquicamatga, para fundar este Rotary Club en esta tierra de "Sol y cobre".
Había elementos representativos de todas las actividades que, dejando de lado las diferencias políticas, sociales o religiosas, unían sus almas generosas en un decidido propósito de bien público para trabajar por una humanidad feliz.
Esa gran lección de generosidad entregada por estos fundadores de Rotary, hace aproximar a los hombres en una amistad mutua y sincera, hace llegar intensamente al corazón de los humildes sin prejuicios doctrinarios o sociales y saciar su sed de justicia; en suma ser verdaderos hermanos de nuestros hermanos.
Arturo Mardones Segura