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"Las martitas": gusanos que transforman en abono el papel de diario

Las lombrices motivan a chicos con autismo, asperger e hiperactividad en un singular proyecto desarrollado por una docente en el Liceo A-17, "Marta Narea Díaz".

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l Rodrigo Ramos B.

Una de las Martitas, que no pasa los 15 centímetros de extensión, escurre entre los dedos breves de Matías, un chico de 12 años del Liceo Marta Narea, que es experto en lombrices.

Las Martitas, cuyo nombre se debe al liceo que las alberga, son una cantidad indescifrable de lombrices californianas que además de generar humus (abono), cumplen el propósito de motivar a chicos con necesidades especiales como autismo, asperger e hiperactividad.

Las lombrices que parecen fideos cobrizos son una iniciativa de la profesora Oriana Vega. La docente explica que suma cuatro años con el proyecto con un resultado que puede visualizarse en el compromiso de los chicos con las lombrices. Oriana mira a Matías. El niño dice que le gusta ver crecer a las lombrices y que también ha aprendido a esperar como el humus hace su trabajo en las plantas. Oriana complementa la idea diciendo que la obra con las lombrices cultiva la paciencia.

Los chicos se llevan el humus a sus hogares para sus plantas. "Ven como el color de los vegetales cambia con el humus, y como parecen más sanas". Oriana nos muestra las matas que rodean a las colonias de gusanos. Es un pequeña selva tropical, en medio de la sala destinada para otros fines.

Esta colonia de Martitas está ubicada a un costado del Museo Gabriela Mistral, cuya entrada está en la intersección de las calles Latorre con Uribe.

Oriana es la encargada del museo y en consecuencia distribuye su tiempo entre la poetisa y el trabajo de lombricultura a pequeña escala.

La entusiasta Oriana, cuanta que la iniciativa surgió luego de dialogar con un abuelito. El señor le contó la historia de un emprendedor que hizo varios millones vendiendo humus de lombrices californianas o rojas en Santiago.

Pero lo más interesante de la conversación para Oriana fue enterarse que para desarrollar la lombricultura en Europa, son contratados personas con necesidades especiales.

Así, Oriana unió cabos: incentivar un emprendiendo poco común y a la vez el apoyo en el proceso de educación de los chicos. Oriana con dinero de su bolsillo adquirió lombrices y llevó a cabo el proyecto. Aclara que el humus de calidad sólo lo logran las lombrices rojas y no las comunes que habitan en cualquier jardín.

Las lombrices no son delicadas, pero necesitan sus cuidados.

Los chicos la manipulan con instrumentos. Quienes tienen mayor experiencia como Matías, el experto, las toman con los dedos. Un detalle interesante que cuenta la profesora es que las Martitas se alimentan preferentemente de papel de diario. La mujer dice con una sonrisa dibujada en el rostro, que los gusanos prefieren el diario La Estrella. La hipótesis de la docente es que La Estrella tiene más color en sus páginas que otros diarios, "al parecer el color pone más dulce las hojas", dice.

-¿No serán diabéticas las Martitas?

La profesora entre broma y en serio responde que por alguna razón, le gustan las páginas a color.

El meollo del asunto es que las Martitas digieren el papel de diario, y por arte de magia lo transforman en uno de los mejores fertilizantes. Dice que estos lumbrícidos tienen la facultad de modificar lo tóxico en abono.

-¿Uno puede hacerse millonario con caca de lombriz?

-Exactamente, pero hay que tener muchas lombrices.

La profesora exhibe unos pequeños frascos con humus. "Este es el resultado", afirma orgullosa la mujer.

Hay otros envases para la valiosa feca de las lombrices. La profesora dice que los chicos están innovando con humus en bolsas de té y humus líquido. "Son proyectos que queremos presentar en una feria para escolares".

Luego la docente nos muestra una pequeña planta de un verdor cristalino que la hace parecer artificial. Increíble, le decimos alargando las sílabas.

Fernanda y Catherine, junto a Matías, son parte del grupo de chicos que desarrollan la lombricultura. El trío es de enseñanza básica. No hablan demasiado, pero concuerdan en su pasión por las Martitas. Dice que la visitan a diario, las alimentan y las ven multiplicarse.

La docente dice que en el proyecto participan estudiantes desde primero básico hasta cuarto medio. "Gracias a esto -dice la profesora- uno puede mejorar el proceso de educación en los niños; ayudarlos en la concentración y socialización".

La profesora recuerda el caso de una chica en silla de ruedas. "A ella le gustaba venir a diario a ver a las Martitas. Sus compañeros la ayudaban a bajar las escaleras y la traían. Había mucha solidaridad hacia ella entre los chicos".

La profesora Oriana Vega que se reconoce como una abuela feliz, admite su satisfacción por el trabajo que desarrolla en el liceo. Dice que sus títulos y experiencia que acumula al trabajar varios años en colegios particulares no se compara con trabajar con niños con situación de vulnerabilidad. "Ahora hago lo que me gusta", dice la docente. J

"Las martitas": gusanos que transforman en abono el papel de diario

Las lombrices motivan a chicos con autismo, asperger e hiperactividad en un singular proyecto desarrollado por una docente en el Liceo A-17, "Marta Narea Díaz".

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l Rodrigo Ramos B.

Una de las Martitas, que no pasa los 15 centímetros de extensión, escurre entre los dedos breves de Matías, un chico de 12 años del Liceo Marta Narea, que es experto en lombrices.

Las Martitas, cuyo nombre se debe al liceo que las alberga, son una cantidad indescifrable de lombrices californianas que además de generar humus (abono), cumplen el propósito de motivar a chicos con necesidades especiales como autismo, asperger e hiperactividad.

Las lombrices que parecen fideos cobrizos son una iniciativa de la profesora Oriana Vega. La docente explica que suma cuatro años con el proyecto con un resultado que puede visualizarse en el compromiso de los chicos con las lombrices. Oriana mira a Matías. El niño dice que le gusta ver crecer a las lombrices y que también ha aprendido a esperar como el humus hace su trabajo en las plantas. Oriana complementa la idea diciendo que la obra con las lombrices cultiva la paciencia.

Los chicos se llevan el humus a sus hogares para sus plantas. "Ven como el color de los vegetales cambia con el humus, y como parecen más sanas". Oriana nos muestra las matas que rodean a las colonias de gusanos. Es un pequeña selva tropical, en medio de la sala destinada para otros fines.

Esta colonia de Martitas está ubicada a un costado del Museo Gabriela Mistral, cuya entrada está en la intersección de las calles Latorre con Uribe.

Oriana es la encargada del museo y en consecuencia distribuye su tiempo entre la poetisa y el trabajo de lombricultura a pequeña escala.

La entusiasta Oriana, cuanta que la iniciativa surgió luego de dialogar con un abuelito. El señor le contó la historia de un emprendedor que hizo varios millones vendiendo humus de lombrices californianas o rojas en Santiago.

Pero lo más interesante de la conversación para Oriana fue enterarse que para desarrollar la lombricultura en Europa, son contratados personas con necesidades especiales.

Así, Oriana unió cabos: incentivar un emprendiendo poco común y a la vez el apoyo en el proceso de educación de los chicos. Oriana con dinero de su bolsillo adquirió lombrices y llevó a cabo el proyecto. Aclara que el humus de calidad sólo lo logran las lombrices rojas y no las comunes que habitan en cualquier jardín.

Las lombrices no son delicadas, pero necesitan sus cuidados.

Los chicos la manipulan con instrumentos. Quienes tienen mayor experiencia como Matías, el experto, las toman con los dedos. Un detalle interesante que cuenta la profesora es que las Martitas se alimentan preferentemente de papel de diario. La mujer dice con una sonrisa dibujada en el rostro, que los gusanos prefieren el diario La Estrella. La hipótesis de la docente es que La Estrella tiene más color en sus páginas que otros diarios, "al parecer el color pone más dulce las hojas", dice.

-¿No serán diabéticas las Martitas?

La profesora entre broma y en serio responde que por alguna razón, le gustan las páginas a color.

El meollo del asunto es que las Martitas digieren el papel de diario, y por arte de magia lo transforman en uno de los mejores fertilizantes. Dice que estos lumbrícidos tienen la facultad de modificar lo tóxico en abono.

-¿Uno puede hacerse millonario con caca de lombriz?

-Exactamente, pero hay que tener muchas lombrices.

La profesora exhibe unos pequeños frascos con humus. "Este es el resultado", afirma orgullosa la mujer.

Hay otros envases para la valiosa feca de las lombrices. La profesora dice que los chicos están innovando con humus en bolsas de té y humus líquido. "Son proyectos que queremos presentar en una feria para escolares".

Luego la docente nos muestra una pequeña planta de un verdor cristalino que la hace parecer artificial. Increíble, le decimos alargando las sílabas.

Fernanda y Catherine, junto a Matías, son parte del grupo de chicos que desarrollan la lombricultura. El trío es de enseñanza básica. No hablan demasiado, pero concuerdan en su pasión por las Martitas. Dice que la visitan a diario, las alimentan y las ven multiplicarse.

La docente dice que en el proyecto participan estudiantes desde primero básico hasta cuarto medio. "Gracias a esto -dice la profesora- uno puede mejorar el proceso de educación en los niños; ayudarlos en la concentración y socialización".

La profesora recuerda el caso de una chica en silla de ruedas. "A ella le gustaba venir a diario a ver a las Martitas. Sus compañeros la ayudaban a bajar las escaleras y la traían. Había mucha solidaridad hacia ella entre los chicos".

La profesora Oriana Vega que se reconoce como una abuela feliz, admite su satisfacción por el trabajo que desarrolla en el liceo. Dice que sus títulos y experiencia que acumula al trabajar varios años en colegios particulares no se compara con trabajar con niños con situación de vulnerabilidad. "Ahora hago lo que me gusta", dice la docente. J

"Las martitas": gusanos que transforman en abono el papel de diario

Las lombrices motivan a chicos con autismo, asperger e hiperactividad en un singular proyecto desarrollado por una docente en el Liceo A-17, "Marta Narea Díaz".

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Una de las Martitas, que no pasa los 15 centímetros de extensión, escurre entre los dedos breves de Matías, un chico de 12 años del Liceo Marta Narea, que es experto en lombrices.

Las Martitas, cuyo nombre se debe al liceo que las alberga, son una cantidad indescifrable de lombrices californianas que además de generar humus (abono), cumplen el propósito de motivar a chicos con necesidades especiales como autismo, asperger e hiperactividad.

Las lombrices que parecen fideos cobrizos son una iniciativa de la profesora Oriana Vega. La docente explica que suma cuatro años con el proyecto con un resultado que puede visualizarse en el compromiso de los chicos con las lombrices. Oriana mira a Matías. El niño dice que le gusta ver crecer a las lombrices y que también ha aprendido a esperar como el humus hace su trabajo en las plantas. Oriana complementa la idea diciendo que la obra con las lombrices cultiva la paciencia.

Los chicos se llevan el humus a sus hogares para sus plantas. "Ven como el color de los vegetales cambia con el humus, y como parecen más sanas". Oriana nos muestra las matas que rodean a las colonias de gusanos. Es un pequeña selva tropical, en medio de la sala destinada para otros fines.

Esta colonia de Martitas está ubicada a un costado del Museo Gabriela Mistral, cuya entrada está en la intersección de las calles Latorre con Uribe.

Oriana es la encargada del museo y en consecuencia distribuye su tiempo entre la poetisa y el trabajo de lombricultura a pequeña escala.

La entusiasta Oriana, cuanta que la iniciativa surgió luego de dialogar con un abuelito. El señor le contó la historia de un emprendedor que hizo varios millones vendiendo humus de lombrices californianas o rojas en Santiago.

Pero lo más interesante de la conversación para Oriana fue enterarse que para desarrollar la lombricultura en Europa, son contratados personas con necesidades especiales.

Así, Oriana unió cabos: incentivar un emprendiendo poco común y a la vez el apoyo en el proceso de educación de los chicos. Oriana con dinero de su bolsillo adquirió lombrices y llevó a cabo el proyecto. Aclara que el humus de calidad sólo lo logran las lombrices rojas y no las comunes que habitan en cualquier jardín.

Las lombrices no son delicadas, pero necesitan sus cuidados.

Los chicos la manipulan con instrumentos. Quienes tienen mayor experiencia como Matías, el experto, las toman con los dedos. Un detalle interesante que cuenta la profesora es que las Martitas se alimentan preferentemente de papel de diario. La mujer dice con una sonrisa dibujada en el rostro, que los gusanos prefieren el diario La Estrella. La hipótesis de la docente es que La Estrella tiene más color en sus páginas que otros diarios, "al parecer el color pone más dulce las hojas", dice.

-¿No serán diabéticas las Martitas?

La profesora entre broma y en serio responde que por alguna razón, le gustan las páginas a color.

El meollo del asunto es que las Martitas digieren el papel de diario, y por arte de magia lo transforman en uno de los mejores fertilizantes. Dice que estos lumbrícidos tienen la facultad de modificar lo tóxico en abono.

-¿Uno puede hacerse millonario con caca de lombriz?

-Exactamente, pero hay que tener muchas lombrices.

La profesora exhibe unos pequeños frascos con humus. "Este es el resultado", afirma orgullosa la mujer.

Hay otros envases para la valiosa feca de las lombrices. La profesora dice que los chicos están innovando con humus en bolsas de té y humus líquido. "Son proyectos que queremos presentar en una feria para escolares".

Luego la docente nos muestra una pequeña planta de un verdor cristalino que la hace parecer artificial. Increíble, le decimos alargando las sílabas.

Fernanda y Catherine, junto a Matías, son parte del grupo de chicos que desarrollan la lombricultura. El trío es de enseñanza básica. No hablan demasiado, pero concuerdan en su pasión por las Martitas. Dice que la visitan a diario, las alimentan y las ven multiplicarse.

La docente dice que en el proyecto participan estudiantes desde primero básico hasta cuarto medio. "Gracias a esto -dice la profesora- uno puede mejorar el proceso de educación en los niños; ayudarlos en la concentración y socialización".

La profesora recuerda el caso de una chica en silla de ruedas. "A ella le gustaba venir a diario a ver a las Martitas. Sus compañeros la ayudaban a bajar las escaleras y la traían. Había mucha solidaridad hacia ella entre los chicos".

La profesora Oriana Vega que se reconoce como una abuela feliz, admite su satisfacción por el trabajo que desarrolla en el liceo. Dice que sus títulos y experiencia que acumula al trabajar varios años en colegios particulares no se compara con trabajar con niños con situación de vulnerabilidad. "Ahora hago lo que me gusta", dice la docente. J