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Jota Frank presenta a la banda sonora del Terminal Pesquero

El cantante romántico se refiere a los gustos musicales de los parroquianos.

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l Rodrigo Ramos B.

Los CDs que vende Jota Frank parecen de otra época. Recuerdos. Canciones que marcaron. Artistas que vinieron a antiguos festivales de Viña del Mar y esas cosas. A la gente le gusta recordar, dice seguro este hombre de cabello claro y algo pajoso. En consecuencia el negocio se mantiene sano a pesar de todo. No es fácil vender CD en la época de la descarga de música por internet.

Jota Frank vende CDs a un costado del Terminal Pesquero. Lo conocen. Es el único que practica el oficio. Lleva más de 10 años en su puesto de trabajo. Por eso subraya que la crisis del negocio de los CDs les resbala. Aquí llega otro público; nada que ver con la extinta Feria del Disco, dice el hombre que también canta y mantiene una carrera en la música. Jota Frank es de aquellos cantantes románticos populares; una versión más estilizada de Melvin Corazón Américo, por ejemplo.

-¿O sea usted Jota Frank, no tiene idea de Coldplay ni menos de Gepe, ni muchos menos de Matanza?

-¿Quién es ese Gepe?- Se pregunta el hombre con rostro de duda.

Una mujer que carga una bolsa con pescado revisa unos discos. Observa uno y pide ése de Raphael de España. En la foto del CD, Raphael aparece con 20 años menos; o 30 años menos quizás. El disco de Raphael convive con los de Javier Solís y Nino Bravo; más atrás aparecen Los Panchos, Brenda Lee y Buddy Richard. Son los que más piden, dice en voz baja Jota Frank. Sin embargo quién manda en el terminal es Lucho Barrios; lejos, dice Jota.

Todos nombres sacados de alguna antigua radio AM, de esas románticas de antaño.

Al lado de Lucho Barrios resalta un CD de Virus. El rock latino y la música de los 80 ya son parte del inventario de Jota Frank; están viejos ya los muchachos, dice Jota mirando las canas de este periodista. Hay jazz también y del bueno: Louis Armstrong, por ejemplo.

La señora dice que le gusta preparar caldillo de Congrio bajo la música de Raphael. Le queda más rico, dice con un gesto coqueto. La mujer ríe. Jota Frank suelta una sonrisa cómplice.

Jota Frank sabe lo que vende. Orienta al público. El hombre conoció a algunas de los románticos en persona. Jota cantó en México y en varios escenarios internacionales; tiene 40 años en el oficio de cantar. Dice que conserva la voz. Antes cantaba en el Terminal Pesquero; hoy no lo hace.

A los vecinos del Terminal no le gusta lo que ellos consideran como bulla, dice el hombre levantando las manos. Apunta a los kioskos donde venden empanadas fritas.

Jota Frank dice que canta de vez en cuando. "Lo hago más despacio, para no molestar". El hombre no quiere problemas.

El sector se ha echado a perder con el tiempo, dice Jota con algo de resignación. La delincuencia, afirma arrugando el rostro. Dice que de la nada se arman peleas y que durante la tarde el asunto se pone complicado. Llegan ladrones. "Nos hace falta más presencia policial", dice el hombre mientras atiende a un señor quien mira embelesado los discos.

Cada disco los vende a 3 mil pesos y hay una oferta en que da dos discos por cinco mil. Al señor le gusta la oferta y le compra uno de Brenda Lee y otro de Ray Conniff. El negocio parece andar.

-¿Y no ha escuchado a Gepe?- insisto

-¿Quién es Gepe? ¿Un melenudo?- responde.

Le digo que es un cantautor chileno y que va a cantar en Viña. El hombre levanta los hombros. Aquí nadie pide a Gepe, afirma.

Pregúnteme por Los Fénix o Los Golpes. J