Marcelo Ríos, 17 años después de perder la final del Abierto de Australia contra el checo Petr Korda, decidió enviar una solicitud formal a la Federación Internacional de Tenis (ITF) para que se le reconozca oficialmente como el campeón del torneo. La razón que argumenta el chino es que Korda, tal como se demostró meses después de hacerse con el título, jugó esa final bajo los efectos de alguna sustancia ilícita. He ahí, el anhelo de Ríos, la leyenda.
En un ejercicio legal, con el fin de analizar el sustento de la solicitud de Ríos, La Estrella recurre a dos peritos en la historia del deporte blanco: Guillermo Salatino, hombre ancla de ESPN Latinoamérica, y Guillermo Caporaletti, la voz más famosa de Radio Continental de Argentina.
Ambos contestan el llamado mientras recorren a pie alguna avenida de Buenos Aires. Se confiesan, de entrada, admiradores del Chino. Salatino lo califica como un "súpertalento". Caporaletti como "uno de los mejores". Y dicen, sin embargo, que ven "casi imposible" que la ITF acoja el reclamo del Chino.
no se puede
Explican que la jurisprudencia está en contra de Ríos. Y ejemplifican con dos casos. En 2005 Mariano Puerta, argentino, ganó el ATP de Casablanca y meses después dio doping positivo. "Le quitaron los puntos, el dinero, pero no recuerdo que le hayan quitado el título que ganó", explica Caporaletti.
Y en 2005, también, Argentina jugó una serie de Copa Davis con Eslovaquia en Bratislava. Karol Beck derrotó a Guillermo Coria en el singles y luego ganó el dobles. Semanas después arrojó doping positivo.
"A Beck lo sancionaron con dos años y una multa pero nunca le dieron los puntos a Argentina. Entonces lo de Ríos lo veo muy difícil. Ahora, nunca está demás hacer la gestión", explica Salatino.
Ayer Ríos, el mito, eludió con magia el acoso periodístico. Terminó el entrenamiento con el equipo chileno de Copa Davis y corrió al casino del Club Palestino. Se sentó en una mesa alejada, tomó tres sorbos de una botella de agua y caminó a camarines.
No quiso tocar el tema. Sólo Alex Rossi, uno de los entrenadores del equipo, salió al paso. De forma diplomática el señor Rossi ofició de vocero y gritó a los periodistas: "El Chino no va a hablar, está aburrido de que lo hueveen tanto".
Y los periodistas acataron. Ríos se perdió en su auto y guardó silencio. Ahora la ITF tendrá la última palabra. Quizás el Chino, 17 años después, pueda levantar el primer Grand Slam de su carrera. J