El hombre que trabajó en más de cien oficios
Se llama Luis González, pero adoptó el seudómino de Luis Le Roy, vive en el cerro cárcel y su casa está llena de herramientas, overoles, electrodomésticos y partes de motores de autos; no es que tenga el mal de Diógenes, por el contrario Luis trabaja con todos esos elementos. Se las arregla como gásfiter, mecánico, electricista y chofer. A sus 62 años Luis Le Roy dice haber tenido más oficios que nadie. En la extensa lista de trabajos que nos muestra figuran exactamente 104 trabajos de los más diversos índoles, desde instructor de salsa hasta guardia de seguridad.
"No soy superior, sólo distinto. Cuando el mundo se desplome, yo estaré de pie sobre sus ruinas... ¿Por qué? ¡Soy autosuficiente!". Así parte el improvisado curriculum vitae que nos escribió Luis donde nos da la lista de toda su experiencia laboral. Bonitas palabras las que escoge ya que también se dedicó a la poesía, de hecho nos muestra un diploma de segundo lugar que ganó en un concurso literario realizado en Argentina.
LAS HACE TODAS
Efectivamente son 104 los trabajos que Luis detalla en su lista, aunque advierte que le faltan algunos.
A sus 62 años ha hecho de todo, él divide sus trabajos en tres categorías: la primera es "ayudantías", allí destaca como mecánico automotriz, carnicero, bodeguero, albañil y soldador al arco; la siguiente categoría es "profesiones", donde figura como técnico electricista, guardia de seguridad con los cursos al día y conductor con licencia A-1, y la última categoría es la más extensa, en "oficios", cuenta que fue taxista, conserje, camionero, volantinero y reparador de techos, entre muchas otras labores.
EMPEZÓ DE CHICO
Luis nos cuenta que comenzó muy joven a rebuscárselas para ganar sus primeros pesos. A los 14 años vendía a sus compañeros de colegio los queques que hacía su madre, aunque ella no sabía que su hijo los comerciaba, "Llegaba a la casa todos los días pidiéndole a mi mamá que me diera más quequitos porque me los había comido todos, pero yo los quería para venderlos" recuerda entre risas Luis. Su siguiente ocupación fue la de reparar las bicicletas de sus amigos, "Siempre fui bueno con las manos, tenía mucha habilidad para arreglar cosas descompuestas", señala.
Después de salir del colegio intentó estudiar pedagogía en Inglés, pero no terminó esa carrera; "No me la pude", confiesa y agrega que después de su fallido intento universitario decidió estudiar en la Federico Santa María, donde egresó como técnico electricista, lo que le permitió dedicarse a múltiples trabajos realizados con la mecánica.
un Patiperro
En su vasta experiencia dice haber aprendido mucho. "Lo mío es aprender un montón de cosas para después poder entregar todo ese conocimiento", comenta.
En una época en que lo común era mantenerse en un sólo trabajo durante años, Luis rompe esa tradición y cambia constantemente su empleo, "Muchos me dicen que soy un loco por cambiarme tanto de trabajo, pero para mí un loco es aquel que esta todos los días durante 30 años marcando tarjeta día a día en una vida plana, estando aburrido en la pega. Yo soy un hombre realizado", cuenta orgulloso.
Según Luis el cambiarse de trabajo tan seguido es parte de su esencia, "A mí la rutina me mata" asegura, lo que explica su constante movimiento laboral. Se ha desempeñado como chofer, portero y guardia en una misma empresa y por solicitud de él mismo, nos cuenta también que cuando trabajó como chofer en la línea de buses Verde Mar existían recorridos desde la A hasta la R, y él era el único chofer que había trabajado en todos esos recorridos.
"Yo no persigo las aventuras, las aventuras me persiguen a mí", relata Luis destacando que muchas veces llega a algunos trabajos por casualidad. Por ejemplo, cuando era niño le pidió a su primo que le enseñara karate, llegó al cinturón verde, condición que en la época permitía la prerrogativa de instruir en defensa personal, lo que hizo a los aspirantes disponibles del regimiento Maipo de Valparaíso.
LO QUE LO APASIONA
Cuando le pregunto a Luis que elija de todos los trabajos que ha tenido el que más lo apasiona y llena; guarda silencio y cierra sus ojos, profundamente emocionado abre sus ojos vidriosos y con un nudo en la garganta señala que lo que más le gusta es ayudar y socorrer a la gente, así que lo que más disfruta es trabajar como rescatista, ya sea como camillero, rescatista o chofer de ambulancia, al hablar de su época como rescatista recuerda un episodio que lo emociona hasta las lágrimas.
Cuenta que estaba de paseo en el parque Los Aromos y vio a un hombre flotando inerte en el agua, cuando se acercó a verlo lo impactó el color que tenía su piel, "Estaba azul, lo juro, estaba completamente azul", dice y continúa su relato contando que tomó al hombre y arrastro su cuerpo fuera del agua. Una vez en tierra ordenó a los testigos que llamaran a una ambulancia y aprovechó sus conocimientos en reanimación para hacer reaccionar al hombre: "Le hice un masaje cardiaco y algunas técnicas de reanimación, cuando llegó la ambulancia ya había mostrado signos vitales, después me visitó la familia que me contactó para agradecerme y me cuenta que gracias a lo que hice el hombre sobrevivió", dice
El inquieto trabajador nos aclara que su constante cambio de trabajo no tiene que ver con una necesidad monetaria, por el contrario nos cuenta que muchas veces no cobra por algunos trabajos cuando ve que las personas que lo contratan son de origen muy humilde, como la primera clienta que tuvo en su ejercicio como electricista recién titulado, recuerda que era una abuelita muy pobre a la que se le descompuso el televisor, "Se notaba que era una señora sencilla así que preferí no cobrarle nada y eso me hizo sentir mucho mejor al final", aclara Luis y enfatiza que él posee un espíritu aventurero lo que lo motiva a ir de trabajo en trabajo, lo que le ha significado conocer a mucha gente.
"En mi experiencia he conocido ha mucha gente, desde ex alcaldes a la señora que vende café en la plaza Victoria; he convivido con gente muy pituca y otra de origen más humilde, pero todos ellos merecen el mismo trato y el mismo respeto", advierte
Lo que menos ha durado en un trabajo fue una hora, cuando lo solicitaron como guardia en un condominio en Curauma. Cuenta que cuando llegó sintió que los otros rondines no lo trataron muy bien y fueron groseros: "Tuve un altercado con uno de los guardias que me hizo la desconocida, yo pesque mis cosas, me subí al auto y me fui del lugar; llamé a mi jefe y le dije que no podía seguir trabajando en un lugar así, y renuncié no más", recuerda riendo.
Lo que más duró en un lugar fue un año en la Armada de Chile, pero reconoce que es porque no tenía otra opción. "Estuve un año allí porque no me podía arrancar poh", exclama riendo y agrega que cuando salió de la Armada tomó su mochila y viajó a Argentina y Uruguay.
Lo que se viene
Actualmente Luis González se desempeña como chofer, aunque no descarta renunciar y buscar otro trabajo.
Este patiperro de la vida manifiesta que su gran deseo es pasar su vejez tranquilo y compartiendo la infinidad de historias y conocimientos que ha cosechado en sus más de 100 oficios repartidos en más de 40 años de experiencia.