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Conozca a Pampero, el caballo más viejo del norte: ¡37 años!

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Cuantas historias podría contarnos el Pampero en sus 37 años de vida. Y cuantas cosas han pasado desde entonces: la onda disco, Michael Jackson patinando por los escenarios, el plebiscito, el discman, el fin del mundo que nunca fue del 2000, el palo de Pinilla, en fin. Sin embargo, Pampero no puede hablar, porque es un caballo. Y pese a que intentamos hablar con él, sólo puede responder con relinchos.

Pampero vive en la Granja Educativa del Club de Rodeo de Antofagasta, y no es un caballo como cualquier otro, porque con su edad es el más viejito de la región. "Y me atrevería a decir que debe ser de los más antiguos de Chile", cuenta Javier Jiménez, vicepresidente del club que tiene su medialuna en el sector de las Ruinas de Huanchaca.

Hasta antes de llegar a las caballerizas del club, donde tiene su propia capa para dormir, y un refrigerador lleno de zanahorias para comer a todas horas del día, Pampero estuvo a punto de irse al cielo de los caballos. "Él fue rescatado del matadero hace unos veinte años atrás, porque entonces ya era un caballo mayor", dice Javier. En el 95 aún existían en Antofagasta algunas carnicerías que vendían carne equina, y Pampero estaba listo para transformarse en un guiso. Sin embargo, junto al ex presidente del Club de Rodeo, Patricio Martínez, lo sacaron de ahí.

Sobre el origen del nombre Pampero, los cuidadores del caballito cuentan que venía con ese nombre, y como les gustó, se quedó así no mas.

EL COMILÓN

"La Estrella" intenta hablar con el caballo sobre su experiencia, pero él está ocupado por ahora en comerse un balde de pasto. "No, si éste come como condenado", dice riéndose Fernando Núñez, actual dueño de Pampero, mientras le hace cariño en el lomo. Pese a que este es un club de rodeo, este no es un caballo corralero. En su momento pasó por el club de salto del Ejército, pero ahora vive un feliz retiro en un exclusivo "loft" de las caballerizas antofagastinas.

Según cuenta don Javier Jiménez, el que Pampero tenga 37 años es un caso espectacular, porque generalmente a los caballos viejitos los mandan de paseo, por decir algo. "A estos caballos ligerito los dan de baja en el sur y los mandan para el charqui", dice. De hecho, el pingo ha sido merecedor de varios reconocimientos a lo largo de su vida, como placas y galvanos que don Fernando guarda como hueso santo. Si uno pasa a revisar su caballeriza, tiene un letrero donde cuenta que fue uno de los primeros que llegó a habitar este sector.

Nuestro caballito tiene achaques como cualquier otro, pero vive feliz, cuenta su dueño. "De repente tiene problemas en sus articulaciones, pero camina bien, se pega sus saltos, se tira al piso y se revuelca. Y se desparasita cada cinco o seis meses", cuenta. Cuando Pampero tiene ese tipo de problemas, se le aplica un antiinflamatorio a la vena para que continúe su vida normal de caballo.

Pampero sigue comiendo su balde de pasto, a la espera de una porción de avena que le tienen prometido. Lo vimos tan concentrado en la deliciosa comilona, que interpretaremos que nos dijo que sí. J

l Diariamente, el Club de Rodeo de Antofagasta mantiene abiertas sus puertas para quienes quieran venir a visitar su Granja Educativa, que además de caballos tiene llamas, cabras, gallinas y pollitos. Incluso hay un pato que también gusta de la avena tanto como Pampero. Si a usted le interesa ir, la entrada es gratuita y funciona durante todo el día, hasta el anochecer.

l Ignacio Araya Chanqueo