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Paro de profesores

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Habiendo leído la carta enviada por una docente que fue publicada en la edición del viernes pasado, no cabe sino aplaudir los argumentos de esta dama, que interpreta a la gran mayoría del país. Todos los profesores, de ayer y hoy, merecen nuestro respeto, pero todo tiene su límite. No podemos aceptar que la porfía de algunos se mantenga por más de un mes perjudicando a miles de niños y jóvenes que ven peligrar su año escolar.

Todos concordamos que el derecho a reclamar es inviolable, aunque en este caso los maestros han confundido lo que son sus aspiraciones con actitudes absurdas que constituyen un pésimo ejemplo para todos.

Leímos en los diarios y vemos en la televisión lo que hacen algunos profesores que reclaman por la evaluación que el Gobierno busca aplicar al magisterio. ¿Cuál es el temor? Si en todas partes empleados y funcionarios son evaluados permanentemente. Lo que no dicen es que temen que los malos profesores, porque también los hay, van hacer reprobados en cualquier evaluación. En otro orden han asumido actitudes prepotentes que son un insulto para todos. Pero todavía quedan algunos maestros cuerdos que se oponen a la nefasta conducción del presidente del gremio, que aunque comunista es legítimo, lo que se vio en la marcha del viernes cuando algunos colegas lo golpearon. Claro que no se justifica la agresión, pero ello demuestra el quiebre del movimiento.

En Tocopilla los educadores, siguiendo el pésimo ejemplo del alcalde que tenemos, han hecho cosas que bordean el delito, como tomarse la vía férrea, el puente de SQM y el acceso norte a la ciudad, más la quema de neumáticos y otras acciones que son una mala copia de han hecho en otras partes.

Creen que con ello se ganan la simpatía de la gente, pero es al revés, lo que han conseguido es un repudio mayoritario al respecto. Estas actitudes sin duda merecen más que una evolución. Ya es hora que pongan término a su movimiento, que en el fondo busca solo mejoras económicas cuando hoy todos tienen sueldos mucho mayores que los profesores de antaño.

Llama la atención que en sus demandas no consideren para nada las necesidades que tienen los alumnos, falta de infraestructura, carencias de talleres, recintos en mal estado y otras cosas. ¿Qué ira a pasar mañana por parte de los alumnos chilenos, muchos de los cuales van a imitar el accionar de sus profesores, con destrozos, asaltos, violencia y otras actitudes que les habrán transmitido quienes están para enseñar y no para desviarse del camino correcto? El paro tendrá que terminar, no sé cómo, pero lo que debemos hacer los padres y apoderados es oponernos a que se pretenda que en adelante los niños y jóvenes se vean obligados a asistir a clases los sábados, domingos y feriados, porque ellos no tienen la culpa del perjuicio que han recibido el año pasado y actual con estos paros que en el fondo son una vergüenza nacional.

José Rojas