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El vacío tras el adiós de la 'Piro': Ahora nadie va a dar los anuncios en el poblado

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Frases como "Vayan a bañarse que hoy viene el médico" o "Chao pesca'o" cuando terminaba de dar una información, eran comunes de escuchar para los habitantes y feligreses del poblado de La Tirana. ¿Quién las decía? Zunilda Vivanco, conocida como la señora "Piro" por el apellido de su esposo.

Desde muy temprano, la "Piro" comenzaba a dar avisos de utilidad pública para todos los vecinos y en los días de la festividad de la Virgen del Carmen era la encargada de dar aviso de niños perdidos, entre otros datos.

No hay persona en la localidad que no la conozca y muchos la describen como una mujer con un carácter especial.

Pero hoy, sólo quedan los recuerdos de su voz y su aporte al poblado, ya que Zunilda Vivanco falleció durante los días de Semana Santa, dejando a dos hijos, uno de ellos, Omar, quien vivía con ella en La Tirana y que hasta el día de hoy llora su partida.

utilidad pública

La "Piro" llevaba más de 30 años entregando los avisos de utilidad pública en el pueblo y era la dueña del restaurante Tirana 84, frente a la explanada del templo, desde el cual realizaba el perifoneo.

"Ella llegó en 1978 a La Tirana, por una manda que le hizo a la Virgen del Carmen, por una enfermedad que tenía uno de sus hijos, dejando todo lo que tenía en Iquique por esta promesa", cuenta su hija Zunilda Piro.

Pero esta tradición de informar a través de perifoneo no podrá continuar ya que la "Piro" no le enseñó a nadie su labor, y porque- tal como dicen algunos lugareños- "no habrá nadie como la Piro".

Todo aviso pasaba por ella. Desde cuando llegaban a pagar las pensiones de los jubilados hasta la realización de los operativos médicos, siempre con su particular forma de dar los avisos.

"Los médicos vienen hoy a la tarde, para que se bañe y se cambie de ropa" o "el vendedor de pescado ha llegado al pueblo, apúrese en comprar antes que haga más calor y más se pase a pescado", eran algunas de sus frases.

Tan importante era su servicio que cuando se incendió su casa, antena y parlante incluidos, lo primero que hizo el alcalde de Pozo Almonte de esa época fue enviarle otro altoparlante. J

Andrea Ramos Leiva