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Dejó su trabajo y su casa para ir a cuidar a su hijo con cáncer

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El deporte es una de sus grandes pasiones. El basquetbol y el ciclismo lo mueven pero hoy, se resigna a observarlo desde lejos.

Su vida a sus cortos 13 años tuvo el más radical de los giros. Lo que comenzó como un simple ahogo y una supuesta crisis de pánico, se transformó con el correr de los días en un avanzado cáncer.

Alejandro Torres junto a su madre en los últimos cinco meses han aprendido a ver la vida desde una nueva óptica. Una que jamás quisieron conocer.

Oriundo de la ciudad de la eterna primavera, Arica, llegó a Calama en busca de una educación de calidad. Así comenzó a estudiar en el Colegio Juan Pablo II.

Estaba en Calama junto a su tía, quien se dedicó a su cuidado, brindándole todo su cariño y apoyo al estar lejos de sus padres.

Concluía el primer semestre del año cuando comenzó con algunas molestias que le impedían respirar con normalidad.

Recibió atención y los médicos a cargo solo establecieron que sufría una crisis de pánico. "No le hicieron ningún examen que descartara otra enfermedad, se quedaron con que era algo nervioso", afirmó su madre, Shirley.

Pero la molestias persistieron y su madre optó porque regresara a Arica para que fuera atendido por médicos de su completa confianza.

"Comencé a buscar hora con un siquiatra porque era lo que me dijeron y en el proceso recurrí a una persona que realiza terapias alternativas y que a través de los imanes me dijo que mi hijo lo que tenía era un problema en el pulmón", agregó.

Aún incrédula llevó a su hijo a una clínica donde fue sometidos a una serie de exámenes que confirmaron que efectivamente algo en sus pulmones no estaban marchando bien.

"Lo dejaron en la UCI y me trasladaron al hospital Gustavo Fricke en Viña del Mar. Cuando me entrevisté con la doctora fue súper clara y me dijo que me hijo lo que tenía era cáncer", relató.

En un comienzo pensaron que era un viaje de rutina donde le confirmarían el real diagnóstico de su hijo, sin embargo ya lleva cinco meses en la ciudad jardín e incluso debió renunciar a su trabajo como profesora para quedar a cargo de su cuidado.

"Ha sido súper duro, porque es algo que uno no se espera. Uno debe estar fuerte por los hijos, pero llega un momento en que todo se ve cuesta arriba, más cuando vas avanzando y nuevamente se viene un retroceso, pero hay que seguir, debemos ser fuerte como familia para él", comentó su madre.

Según las proyecciones de los médicos, quienes han tenido una excelente atención con su hijo, deberá estar a lo menos durante los próximos dos años en tratamiento.

"Pero después se debe controlar a lo menos unos 10 años más, porque es imposible decir que no le volverá", puntualizó Shirley.

Un proceso duró, más cuando debió dejar a su hija de seis años al cuidado de su madre y su esposo, quien también debe darse el tiempo de ir a ver a Alejandro. A pesar de todo, sigue optimista.

APOYO

Los gastos médicos que ha provocado el actual estado de salud de Alejandro son elevados y toda la familia ha intentado brindarles una mano.

Ahora es hora de que la comunidad también se siga sumando, puesto que se realizarán actividades que permitan reunir dinero para costear lo que requiera en este proceso.

El próximo 21 de noviembre se llevará a cabo un bingo, que pretende recaudar fondos para Alejandro.

Se está definiendo el lugar, pero quienes quieran apoyar de forma desinteresada a Alejandro, se pueden comunicar con este diario a fin de realizar el contacto con la familia, quien a pesar de todo lo complejo del actual escenario, agradece el incondicional apoyo de todos de forma desinteresada.

La idea es que todos quienes se quieran sumar lo hagan. Aquí las manos faltan y las necesidades sobran.