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Este sábado lanzan la "Geometría del desastre"

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La primera motivación para que Jorge Cifuentes comenzara a darle forma a "Geometría del Desastre", -segundo libro de su autoría tras "Epifania del Espanto" (2013)- fue escribir sobre los escritores que no terminan sus libros. Un año tardó, hasta que por fin está ahora en sus manos, y lo lanzará este sábado a las ocho de la noche en el bar-restaurant La Leonera (Latorre 2670, Antofagasta).

"Me interesaba -y me interesa mucho todavía- la escritura como un eterno proyecto de reescritura, como posibilidad y como derrota, la idea de que un escritor no termina nunca un libro, sino lo que hace más bien, es darse por vencido, aunque logre poner el punto final", cuenta Cifuentes sobre su obra.

A juicio del autor, que actualmente trabaja como profesor de lenguaje, la idea de esta narración se refleja en el nivel estructural del relato, "ya que hay ahí varias tensiones narrativas y partes de la historia que nunca se resuelven. Es una novela a la que pareciera que le faltan piezas", dice el autor local.

Epifanía del espanto

Cifuentes comenzó a escribir su novela en enero de 2014, tras un viaje que realizó a Santiago para ver a sus padres. Se quedó despierto una noche y comenzó a aparecer en su mente lo que ahora es el cuarto capítulo del libro. Paralelamente, venía recién de abandonar la escritura de otra novela, "que al final nunca llegó a nada", comenta Jorge.

Anteriormente, en 2013 el escritor ya había publicado un poemario, ("Epífanía del espanto"), libro que pasó de mano en mano.

"Hicimos un lanzamiento en la casa de la cultura y después una celebración en mi casa. Al final el libro lo terminé vendiendo afuera de la Biblioteca regional e incluso afuera de la Filzic. Después me aburrí de venderlo y cada vez que hacía algún carrete grande en la casa había gente que se llevaba una copia. Con mi bendición, por supuesto", dice.

Con respecto a su opinión frente a la escena local de escritores jóvenes, el autor es tajante. "A mí la única escena que me interesa es mi escritorio y el trabajo que puedo hacer ahí. Sentarme a escribir, mirar la pared y aguantar las ganas de fumar", comenta.

No se venderá

Por ahora, "Geometría del Desastre" no está a la venta para el público, ya que desde el sábado se podrá bajar gratuitamente desde la página de Ediciones Hurañas (ver recuadro). "La idea es que la novela circule, que se lea. Después veremos qué pasa", dice el autor.

Geometría del desastre: Fragmentos

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ADELANTO DE "LA ESTRELLA"

Sobre el libro

1.

Encendí otro cigarro y esperé que terminara la última canción del disco de Megadeth -que ya había sonado dos veces-, como si con ello todo fuese a terminar de golpe, como si escuchar un disco completo de verdad significara algo, como si la vida fuese el espacio entre un disco y otro y solo en ese espacio se pudiera disfrutar del silencio verdadero.

2.

Ser joven y ser escritor es doblemente difícil, ya que, por definición, ello obliga a vivir furiosamente o, por lo menos, a caer en el espejismo de que si se vive furiosamente se podrá producir una obra más pura. Una pureza semejante a la sabiduría nacida del exceso, como quería Blake. Pero no una pureza al estilo clásico, ni una pureza nacida de la literatura. Nada de eso. La pureza que yo buscaba era la pureza del primer disco de Placebo o del primer disco de Nirvana. La pureza del Unknown Pleasures o del Definitely maybe. Eso es lo que yo quería: escribir una novela que se pareciera más a un disco de rock n roll que a cualquier otra cosa. Y eso obliga a vivir de cierta manera, le dije a Carbonell. Esa furia que describió Miller y que apenas deja tiempo para sentarse a escribir.

3.

Tal vez Carbonell confiaba demasiado en el grupo y por eso escuchaba todo lo que decíamos. Tal vez pensaba que teníamos futuro y que algún día seríamos grandes escritores. Hace tiempo Carbonell lo dijo, pero ahora seguía en silencio sus palabras, de lado a lado, como si tuviera que observarlas desde cerca para poder creer en ellas, como si cada palabra fuese a un grupo de ratas tratando de escapar del laberinto. Y quizá así era. Carbonell era la rata, todos éramos la rata. Y la literatura era el laberinto.

4.

Nota de Carbonell.

El azar de la calle es inevitable. Nada ni nadie puede sustraerse a él en ningún momento. No es un misterio, ni un absoluto, ya que está determinado por el choque de voluntades y por la yuxtaposición de imágenes que la conforman. La ciudad es una suerte de entramado, una especie de mosaico incomprensible, semejante a un animal creado con partes de diferentes animales muertos. Algo así son las ciudades para mí. Están determinadas y determinan. Y no pueden sustraerse a su propio juego de desorden y ruido donde nada significa, pero donde todo es igualmente válido. Quizá esa sea la cualidad que hace que las ciudades sean incluso más terribles que los laberintos. El laberinto tiene un centro, una articulación teleológica que hace que cada pasadizo tenga un sentido único. Las ciudades, por el contrario, son un pequeño infierno. Te ofrecen la promesa de libertad e ilusión de que no hay pasadizos donde perderse, que todo tiene sentido y solo basta escuchar detrás de las paredes para entenderlo. Esa es la narrativa holográfica que las ciudades proyectan frente a sus habitantes. Y mientras estos van de un lado a otro en búsqueda del sentido, la ciudad los atrapa y se encarga de que cada uno termine destrozando a otro tarde o temprano. Por eso, en una ciudad la corrupción es solo cuestión de tiempo y, tal vez, lo mejor sea pensarlas bajo la forma de autoconciencias axiológicamente definidas por el choque de la voluntad de todos sus habitantes.

Nombre: "Geometría del

desastre" (2015)

PRECIO: Gratis

dónde: Desde el sábado en ww.edicioneshurañas.cl