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Hipólito Palma: una leyenda con 52 años de atletismo local

Hoy celebra su poco más de medio siglo en este deporte y mostrará sus logros desde las 18:30 en el Museo Regional de Antofagasta. Esta es la historia del sureño que llegó hasta el norte en donde se consolidó como un verdadero campeón.
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Ricardo Muñoz E.

Entrar a la casa de Hipólito Palma Torres (75) es como estar un verdadero museo deportivo y llama la atención la gran cantidad de medallas que el histórico atleta mantiene en un sector del living y que comparte con su esposa Hermosina Tapia -quien también sigue la misma rama deportiva- una zona dedicada por completo a sus medallas.

Pero eso es sólo la punta del iceberg porque si hubiese que lanzar un número, al ojo Hipólito calcula que posee la suma de más de mil preseas, atesorando dos por sobre las demás. El oro que obtuvo en 2013 en los dos mil metros con obstáculos y que lo coronó como campeón mundial en Porto Alegre en Brasil y la plata que ganó al año siguiente en Lyon Francia, en la misma prueba.

"Gané como por tres segundos no más, el gallo venía atrás pegado mío, pero corrí toda la prueba en punta y tenía mejor pasadas de valla que él, lo que me dio la ventaja", manifiesta con orgullo este veterano de la pista.

La competencia no la olvidará jamás, ya que si bien tenía en el cuerpo 12 sudamericanos, nunca había logrado estar en el podio en un mundial.

"Es emocionante poder correr con otros atletas del mundo y estar en el podio con tu bandera en lo más alto y el himno nacional de fondo, eso es lo más lindo de esto", dijo en aquella ocasión a la prensa, luego de dejar en el camino al australiano Peter Sandery.

Esas dos preseas son las que hoy mostrará, junto a un montón de medallas y copas sudamericanas, nacionales, zonales, locales y en cuanto campeonato se ha presentado, en donde siempre se queda en el podio.

Estos corresponden a los reconocimientos más preciados, a los que se suman las cuatro ocasiones en las que también se quedó con la prueba sólo para valientes. El ascenso al Cerro el Ancla en cuatro años: 2011, 2012, 2013 y 2014.

Son 52 años de correr, de dejar a Antofagasta y a Chile en lo alto de la pista atlética, toda una historia que celebrará hoy desde las 18:30 en el Museo Regional de Antofagasta y para lo cual la comunidad está invitada.

Y pese a que de sus 75 años, más de la mitad los ha dedicado a su pasión por el atletismo, reconoce que se mantiene tal como fue su primera competencia.

El retiro no es una palabra que él conozca, al contrario. "Seguiré corriendo hasta que las piernas no me den más", dice.

Oriundo de un pueblo ubicado cerca de Osorno llamado Concordia, todo comenzó cuando en 1962 por motivos de trabajo llegó en tren hasta Antofagasta, atraído por la minería.

Si bien había partido desde sus tierras sureñas con su pasión por el atletismo, a su arribo a la Perla del Norte se dedicó de una manera más profesional. Siempre en las pruebas de correr, nunca por las ramas del lanzamiento o de los saltos y eso porque cuando vivía en el sur, trotaba seis kilómetros diarios desde su casa en un campo hacia el centro del pueblo a comprar.

"En esos años había mucho atletismo en el Estadio Municipal, iba harta gente y se llenaba porque no había fútbol profesional. Había varios clubes, la Universidad Técnica del Estado (la entidad que él representaba), el Liceo de Hombres, San Luis, el Rencort Atlético y otros"…recuerda con emoción.

Hipólito comenta que después de la Universidad Ténica, corrió por Codelco y hasta que llegó al Club de Atletas Seniors, donde también se dedicó a ser presidente, mezclando así el talento en la pista con la labor administrativa.

Los triunfos no sólo se extendieron en la pista atlética, sino que además en el amor y es así como conoció a su mujer Hermosina Tapia. Con ella no sólo comparten la vida de pareja y familiar, sino que también la pasión de la competencia.

Así y junto con el club que fundó con su mujer el Deportivo de Atletismo Master Antofagasta Runners, han viajado a cuanto torneo pueden participar.

Y esa es la base que los mantiene juntos, la comprensión, la preocupación el gusto en común por la vida deportiva.

Es en ese momento de la conversación cuando decide intervenir Hermosina, para decir con total satisfacción:

"Él es una persona íntegra. Estoy muy orgullosa de él. No nos llevamos como el perro y el gato, hacemos todas las cosas en conjunto, si hay algo que tenemos que decirnos lo hacemos en el momento para después no tener problema. Llevamos cerca de 10 años casados, pero es como si hubiese vivido toda mi vida junto a él" (ríe), declara Hermosina.

En la actualidad se dedican no sólo a la alta competencia, sino que también a fomentar sus conocimientos del atletismo a los demás integrantes del club y también a las nuevas generaciones.

El entrenamiento es parte de la rutina diaria de esta pareja y si bien Hipólito ha tenido problemas de salud, está esperando a salir a trotar por los cerros apenas se recupere al cien por ciento. El resto, lo práctica con máquinas de ejercicios en la casa.

"Esto es como un vicio sano para mí...tengo una bisnieta chiquitita a la que también la estoy haciendo correr . Uno tiene que inculcarle a los niños, esa es la clave, que la familia deba fomentarle el deporte a los niños", añade.

Es la historia de un correcaminos antofagastino que llegó desde el sur para quedarse y vivir como un nortino más, una leyenda viviente, que mantiene vivos sus dos amores: la familia y la competencia de velocidad en la pista.