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Cuando Antofagasta fue sede del gobierno nacional

11 días estuvo el Pdte. Allende al mando desde la intendencia.
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Ignacio Araya Chanqueo

A principios del año 72, el presidente Salvador Allende se propuso -como señal de descentralización del país-, llevar su gobierno a distintas partes del país. Así fue como el 29 de febrero, Allende se instaló en Antofagasta para dirigir Chile desde las oficinas de la intendencia provincial. El recibimiento fue multitudinario: miles de personas esperaban el discurso inicial del presidente, pero las consignas de los partidarios del MIR no lo dejaban hablar tranquilo.

"¡Patria, conciencia y fusil! ¡MIR!", gritan en el público mientras Allende lleva una hora hablando. Se molesta. "Por favor, no me interrumpan compañeros, porque estoy conversando con la gente...", pide el presidente.

Mientras en la tarde la Primera Dama Hortensia Bussi visita las poblaciones El Golf y Playa Blanca, Allende se vuelca a trabajar en los problemas que tenía la provincia. El primero: el déficit de agua, que por entonces era de 150 litros por segundo.

Tras tomar una serie de medidas, el Mandatario viaja en helicóptero a hablar con los pobladores de Mejillones, pero la amplificación era un desastre. Para simplificar las cosas, Allende habló por un megáfono a pilas. "No podemos construir aquí un puerto artificial -lo digo francamente- porque hay que considerar que el puerto de Antofagasta sólo utiliza el 50% de sus posibilidades", dice. El alcalde Edly Shanks le otorga el "Ostión de Oro" como homenaje.

Por esos días, un chofer de taxi se transforma en compadre de Allende: Guillermo Trujillo bautiza al hijo que tiene con Elba Gutiérrez con el nombre de Salvador. En Chile -hasta el día de hoy- el séptimo hijo de una pareja se transforma en ahijado del Presidente.

Antes de despedirse, el 9 de marzo Allende también inaugura las obras de la fábrica de cemento Inacesa, que promete dar empleo a 1.200 personas hacia 1974, cuando la planta sea capaz de abastecer de cemento a todo el norte.

El 'Porno Show' de los mechones de la U

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Para las Fiestas Mechonas '72, a los estudiantes de Biología de la U. de Chile se les ocurre la idea de montar el "Porno Show de la Tía Carlina", con universitarias representando a prostitutas y cuya estrella máxima fue un estudiante disfrazado de pene que lanzaba leche de tarro a presión.

Queda un escándalo con el show. El creador del muñeco, Juan Salazar, se pregunta por qué tanto escándalo, si es necesario terminar con el tabú del sexo. "Los niños desde pequeños saben todo", dice. Al arzobispo Francisco de Borja Valenzuela no le hace ninguna gracia: "Entregar en una forma científica el conocimiento y función de los órganos sexuales, es una cosa distinta".


Pocos se ponen con el AP...

Hay un serio problema en el Antofagasta Portuario: el público llena los estadios para alentar a los Pumas, pero el apoyo monetario al club -que por entonces estaba en un hoyo económico- es bajísimo.

Al directorio, encabezado por Vicente Napoletani, se le ocurre la idea de vender solapines del AP para salvar las alicaídas arcas del club. Sin embargo, el primer día de la venta de solapines ni el 10% del público los compra. Un desastre. "Hay que reconocer que esto ha significado un rotundo fracaso", se lamenta Napoletani.

"No podemos seguir así. Invitamos a una asamblea y no van más de 40 socios. ¿Qué tipo de respaldo tenemos en nuestros planes y preocupación por el AP?", dice. Desilusionado, renuncia el presidente y de paso, toda la directiva.