La expedición que reescribe el mito del poblamiento polinésico
Varios intentos han puesto el tema en el tapete. La historia dice que ésto ocurrió con migraciones desde China y Taiwán, pero algunos aventureros piensan que Sudamérica y la Polinesia también tuvieron contacto.
La semana pasada les contamos en La Estrella sobre el rescate que había realizado la Armada de Chile a una expedición de científicos que se disponía a cruzar el Océano Pacífico llamada Kon-Tiki 2', la que navegó por 114 días -en unas 4.500 millas náuticas- desde Perú a Isla de Pascua en la ida, y que luego intentaría su regreso. Las intenciones de los tripulantes terminaron disipándose cuando tuvieron que solicitar ayuda a la altura de Puerto Montt para su rescate. Pero nunca lo vieron como un fracaso, sabían que el objetivo era difícil, cruzar las aguas sin más ayuda que la esperanza de que las corrientes hicieran su camino era una proeza que sólo una nave había logrado anteriormente.
La Kon-Tiki anterior -la "uno"- zarpó en 1947 desde el Callao en dirección a la Polinesia, con la misión de comprobar la teoría del noruego Thor Heyerdahl, quien en la década del 30 exploró y vivió en la isla de Fatu Hiva, encontrando contundente evidencia de que el poblamiento de esa distante zona del océano, se había producido desde este continente y no desde Asia, como la historia reclama hasta el día de hoy.
En el lugar encontró además de papas, piñas y otros vegetales nativos de América, el testimonio de pobladores indígenas que relataban leyendas sobre la llegada de las primeras personas desde "el este" (zona sudamericana), e incluso reportó encontrar muestras arqueológicas de monumentos al dios solar inca 'Wiracocha', el que era conocido por los lugareños como 'Kon-Tiki'.
Decididos y equipados de la misma forma como supuestamente lo hizo la civilización precolombina, el grupo de cinco tripulantes logró su cometido luego de 101 días tras 3.780 millas náuticas por el Océano Pacífico, cuando encallaron el 7 de agosto de 1947 en el arrecife del atolón de Raroia, en las Islas Tuamotu.
En el viaje se enfrentaron al permanente peligro del desarme de la embarcación, además de tiburones y la incomunicación total. Pensaron en hacer reparaciones con materiales más contemporáneos, pero finalmente tomaron la decisión de confiar en la fabricación originaria, hecho que resultó un éxito.
Incas y Mapuches
A pesar de aquel logro científico del siglo pasado, hasta el día de hoy las enciclopedias del mundo apuntan a que las personas que viven en el triángulo marítimo comprendido entre Isla de Pascua, Hawái y Nueva Zelanda -un espacio de 30 millones de km2-, llegaron desde las costas de Taiwán y China. Sin embargo la discusión pareciera estar abierta.
Un artículo publicado el 2014 por la revista Current Biology asegura que los habitantes de la Isla de Pascua muestran indicios de ADN de nativos americanos, probablemente por contactos que se produjeron entre los siglos XIV y XVI.
Junto a eso se ha comprobado que las gallinas mapuches -de la península de Arauco- no fueron introducidas por los españoles. Estudios realizados gracias a descubrimientos de antropólogos chilenos y neozelandeses (en el año 2007) pudieron determinar con análisis de ADN mitocondrial que la gallina chilena llegó desde el oeste, un siglo antes que los conquistadores europeos, confirmando así el permanente contacto entre ambas zonas.
Y para seguir con la controversia, en la isla Mocha -situada frente a las costas de la Región del Biobío, a 34 kilómetros de Tirúa- fueron encontrados seis cráneos con la típica forma polinesia-pentagonal; información que fue presentada por la revista científica PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) y divulgada por el The New York Times, hace nueve años.
Mata Rangi y Tangaroa
Juan Santander, pescador y escritor antofagastino, se interesó en esta expedición en la década del sesenta cuando le trajeron un libro desde Buenos Aires en el que se relataba la travesía del 47'. De tradición familiar dedicado al mar, soñó por años con interiorizarse en el Pacífico de esta manera.
Dentro de su colección de datos se encuentran fotos de 1997 cuando su familia viajó a Arica para ver la salida del fallido intento chileno-español: "Nadie habla de esa Kon-Tiki, pero si la tomamos en cuenta, la que llegó a Puerto Montt la semana pasada vendría siendo la tercera. No la segunda", comenta Santander.
Precisamente dicha embarcación que era liderada por Kitín Muñoz, fue la recordada 'Mata Rangi II', la balsa de junco que solo alcanzó a llegar a las Islas Marquesas en la Polinesia Francesa, a unos 1.800 kilómetros al noreste de Tahití- cuando la balsa colapsó por unos moluscos que se comieron las cuerdas antes de llegar a Japón, su destino final.
En dicha ocasión se utilizó totora del lago Titicaca y se contó con el apoyo de la Unesco.
Reconocimiento
El proyecto de la actual Kon-Tiki (la "dos") tenía a otro noruego como líder, Torgeir Higraff, quien junto a una tripulación compuesta por otros 22 personas entre las que había un chileno -Esteban Contreras-, buscaba surcar 5 mil millas náuticas a bordo de dos balsas, llamadas 'Túpac Yupanqui' y 'Rahiti Tane'.
Torgeir Higraff ya había encabezado la expedición 'Tangaroa', la que hace diez años concretó el recorrido pero utilizando un timón para navegar, y no con la ayuda exclusiva de las corrientes marinas y el viento, como sí lograron sus compatriotas en el año 1947 para probar que así se hacía.
"Es un honor y una experiencia muy grande para mí estar aquí porque la expedición es muy conocida en Noruega y hubo miles de personas que quisieron participar. Es un orgullo que me escogieran". Con estas palabras se refirió el chileno Esteban Contreras a la emoción que fue participar de este nuevo intento. Una expedición que busca reescribir la historia y entregarles así el real reconocimiento que merecen nuestros pueblos originarios.