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A Santibáñez se lo quieren comer vivo

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Luis Santibáñez, antofagastino DT de la selección que viajó a España '82, era un hombre de cábalas. El día antes del partido contra Austria (17 de junio), don Lucho no soltaba un chaquetón verde que venía con una pata de conejo en su interior.

Es el minuto 26 y Chile va perdiendo 1-0. Caszely corre hacia el área austríaca, pero un defensa lo bota a piso. ¡Penal! Lo que sigue después no ha sido olvidado jamás: el "Chino" y el portero Friedirch Koncilia, frente a frente. Caszely lanza el disparo, pero con una puntería desastrosa que termina con la pelota al costado derecho.

A la misma hora, Luis Humberto Plaza (86) moría de un infarto en la Coviefi, sin creer lo sucedido. Doña Isabel Díaz, mamá de Lucho Santibáñez, estaba asustada con tanta amenaza anónima que llegaba a "La Estrella del Norte" para su hijo. Lo más suave que decían, era que le iban a cortar la lengua... por hablar tanto.

Se desploma la economía

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Parecía que todos tenían plata. La liberalización del mercado, la aparición de nuevas industrias y el acceso a los bienes importados dio una sensación de estabilidad económica que venía con un dólar que no se movió desde el 79: $39 fijo. Todo iba excelente hasta el 14 de junio, cuando el ministro de Economía, Luis Danús, anunció que el peso se devaluaba. El dólar quedó en $46.

Obviamente, todos los que se habían endeudado en dólares quedaron impactados. Muchos taxistas compraron sus taxis en esa moneda a muchas cuotas que después fueron impagables. La recesión, la más violenta desde 1930, nos golpeó a todos. El alcalde Dragomir Goic decía que la muni estaba sin un peso. Se lamentaba de haber gastado 15 millones en cócteles y manifestaciones. En 1982 "sólo se gastarán cien mil pesos", dijo.

Como muchas empresas deben despedir a los trabajadores, la cesantía es crónica. En el país aparece el PEM (Plan de Empleo Mínimo) y el POJH. En Antofagasta, está el Plan Regional de Absorción de Cesantía (PRAC) para hacer trabajos como arreglos en las aceras. Diariamente, aparecen listas de llamados a hacer una peguita por pocas lucas. Y aunque la situación es desastrosa, el 30% de los llamados no va a trabajar, quien sabe porqué.


Cobreloa, otra vez en final de la Libertadores

Otra vez los loínos logran clasificar a la final de la Copa Libertadores, tras vencer a Olimpia de Paraguay el 10 de noviembre. Y al igual que en el 81, todo el país estaba pendiente del sueño naranja. "Le hemos dado algo inédito al fútbol chileno, dos veces seguidas a la final y ahora sí que la ganaremos", decía Víctor Merello.

Calama respira fútbol en los días de esa final contra Peñarol. En el Centenario de Montevideo empatan a cero (26 de noviembre) y no hay casa de la ciudad que no tenga una banderita naranja. Algunos juntan neumáticos viejos y los acopian en los bordes de los caminos: si Cobreloa gana, la entrada a Calama va a ser una avenida de fuego. Dos mil personas viajan desde el norte a Santiago.

Como se sabe, Cobreloa perdió en el último minuto. Fernando Morena se encargó de anotar el gol uruguayo ante los ojos del portero Wirth.

No hubo avenida de fuego, pero tampoco lágrimas. Merello dice que lo lamenta por el público. Los comentaristas deportivos dicen que se llegó más lejos de lo que se pudo haber pensado. A alguien le asalta, eso sí, una duda. ¿Qué habría pasado si se hubiera jugado esa final en Calama?.

El último día de los fusilados de Calama

Gabriel Hernández y Eduardo Villanueva fueron ejecutados tras el crimen del Banco del Estado.
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Ignacio Araya Chanqueo

Nadie los pudo salvar, ni siquiera el poder que llegaron a tener. Gabriel Hernández Anderson y Eduardo Villanueva Márquez llevaban más de un año en la cárcel de Calama luego de asesinar y dinamitar a Guillermo Martínez y Sergio Yáñez -empleados del Banco del Estado de Chuquicamata-, cuando fueron notificados de la decisión de la Corte Suprema: serían fusilados.

A Hernández tuvieron que darle calmantes cuando supo la noticia. Lo peor es que su padre -abogado que asumió la defensa- fue el encargado de confirmar la sentencia. Ambos lloraron. "Ten calma... ten calma", le decía Gabriel padre.

Hasta el último, el ex agente CNI mantuvo su postura que debía cumplir como un soldado por su patria y por su general Pinochet. "Como soldados, juramos brindar nuestra vida si fuese necesario por nuestra patria", decía. Villanueva es más introvertido. Dentro de la cárcel arma barcos de madera a escala y se viste con chaquetas de cuero y camisa cuadrillé tipo vaquero. Habla, pero poco. Sin saberlo, la noche anterior, los condenados se sirvieron la última cena: dos churrascos y una bebida de dos litros.

Rompe el alba del 22 de octubre y decenas de periodistas esperan en Calama (por "La Estrella" va Jenny del Río y Eduardo Alegría). A las 6.31 se escucha, en las penumbras de la madrugada, a los sacerdotes que acompañan a Villanueva y Hernández. Se sientan en el patíbulo a esperar la descarga, que se escucha a las 6.37.

Silencio sepulcral. Para desgracia de Villanueva, su cuerpo soportó los disparos. Moribundo, agitó los brazos y empuñaba las manos en dos desesperantes minutos antes que un oficial le destrozara el cráneo de un balazo en la sien. El tiro de gracia.

A las ocho, con el retiro de los cuerpos por las familias, se ponía punto final al último fusilamiento que conozca el norte. La caravana se perdía con rumbo a Arica ante el silencio de una ciudad que antes gritaba por terminar de una vez con sus vidas...

El Censo de 1982

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El 21 de abril, todo Chile estaba en sus casas esperando a los encuestadores del Censo, que ese día nos contó a todos. En la Región de Antofagasta somos 341.702 habitantes, y la capital regional tiene 186.341. Ocho de cada diez tiene una radio, pero apenas el 4% tiene teléfono. Y aunque llevamos cuatro años con tele a color, hay sólo 32.436 receptores, contra los 49.279 que aún hay en blanco y negro.


La Tejedora y la primera Gaviota

La compositora antofagastina Sandra Ramírez le da a Antofagasta la primera gaviota de plata en el Festival de Viña del 82, ganando la competencia folklórica con "La Tejedora", canción que interpretó Pedro Messone con Los Aucas. Sandra antes había estado en el Festival, pero como parte del coro del certamen y, según su mamá, doña Alicia Pizarro, aprendió a tocar la guitarra a los siete años.