Lo sobrevalorado

Señor director:

Es increíble cómo en antaño tirar un papel al piso o no respetar a los mayores eran cosas cuestionadas por la mayoría. Todos llamaban la atención de quien tenía actitudes como éstas.

Sin embargo, hoy en día eso parece cosa del pasado. Es increíble cómo la gente se sorprende cuando alguien es amable o cortés, cuando es educado.

Hoy lo que nunca debió dejar de hacerse está extremadamente sobrevalorado, porque ya nadie lo hace. Nadie cede el asiento a una persona mayor o ayuda a una embarazada con las bolsas.

La gente se avergüenza de cosas que no se debieron perder jamás.

Debemos enseñarles cosas básicas a nuestros hijos para que esto vuelva a ser parte de los valores que aprendemos en casa. De lo contrario, seguirá siendo mirado como un bicho raro aquel niño que respeta a su madre y a su profesor o que tiene un buen comportamiento.

María Díaz

El narcótico de los casquillos de cuero

¿Por qué un deporte que debería estar envuelto en una atmósfera de valores, está en cambio tomado por manos siniestras que han hecho de éste un imperio para su propio beneficio, y que hasta hace poco parecían estar por sobre los reglamentos jurídicos de los distintos estados del mundo?

La respuesta al parecer es simple: el fútbol actúa como narcótico de millones de mentes atribuladas por la complejidades de la existencia humana, que encuentran en las competencias del balompié una sustancia enajenante como el drogadicto la encuentra en la cocaína, la marihuana o el alcohol.

Y aunque nos cause indignación el robo a manos llenas de Jadue y cía., el enriquecimiento ilícito de los jerarcas de la FIFA, o la codicia de los dirigentes de los clubes nacionales que solo ponen sus ojos en los excedentes del CDF, no estamos dispuestos a quitarles el piso, a despreciar su botín con una actitud de apariencia sencilla, pero casi imposible como renunciar al CDF, olvidarnos de las competiciones europeas, de la Copa Libertadores, de las clasificatorias mundialistas y demases. No, no tenemos la fuerza mental, ya que no hay otro deporte en nuestra cultura que abarque los vacíos existenciales que llena el fútbol.