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Así se salvó la mano de una mujer que se cortó con una sierra

Estaba instalando un piso flotante en la casa cuando la sierra eléctrica cedió y le rebanó la mano. En una complicada operación en Clínica La Portada de Antofagasta, le rescataron tres dedos y ahora se recupera.
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Ignacio Araya Chanqueo

El trabajo que tenía que hacer I.B. -antofagastina, 43 años, arquitecta- el viernes pasado en su casa, era relativamente complicado. Estaba instalando unos pisos flotantes y debía hacer unos cortes pequeños para instalar un clóset a la perfección. Tomó la sierra eléctrica que había usado tantas veces antes, cuando armaba muebles de cocina, y de pronto, inesperadamente, la sierra saltó y cayó de lleno en su mano izquierda.

Los últimos días deben haber sido los más dramáticos de la vida de I.B. Después del horrible corte de la sierra en su mano, vino una complicada operación, tan delicada, que logró que ahora esté recuperándose en la Clínica La Portada, sin su dedo pulgar, pero con su mano estabilizándose. Sentado a su lado en una sala del recinto asistencial, su marido dice estar agradecido. "Acá no se habla de pérdida, acá se salvó una mano", dice J.V. "Y fue la izquierda y no la derecha... porque soy diestra", replica I., quien prefiere no dar su identidad.

Fue como una película de terror, cuenta el esposo de la arquitecta. Él estaba ahí cuando pasó lo de la sierra y atinó a amarrarle la mano con un polerón para cortar la sangre que salía a borbotones. El auto, a toda velocidad, llegó primero al Hospital Militar, pero era tan complicado lo que vieron que la derivaron altiro a La Portada.

Supuestamente, según la mujer, habrían dejado avisado de la emergencia en el Militar para que la estuvieran esperando, pero I.B. estuvo en admisión cinco minutos con la mano prácticamente cercenada por la acción de la sierra eléctrica. "Llegamos abajo y como no hay mucho estacionamiento, quedamos entre medio de la avenida y en el mesón", explica.

Larga operación

I.B. estaba en shock, pero recuerda que no sintió dolor. "Estaba despierta, pero que haya manchado con sangre el auto, de esa parte no me acuerdo. Me pasaron altiro a rayos, y en ese momento llegó el traumatólogo", dice recostada en su pieza de la Clínica.

El crudo relato de la mujer continúa. "Mi compañero era el que iba tirando sangre por todos lados", comenta, "en el fondo, yo me tenía que afirmar la mano, si no me la afirmaba sentía como se abría", relata.

En ese momento entró el equipo del doctor Roberto Muñoz, el traumatólogo Javier Farías, el neurocirujano Víctor Guzmán y el anestesista, Pedro Oliva. Una vez pudieron insertar tres agujas de Kirschner para estabilizar los tres dedos que estaban rescatables, se percataron que la sierra llegó hasta sus huesos metarcarpianos. El meñique se salvó.

"Yo pensaba que eran dos (dedos), y después del aseo quirúrgico me contaban que había una venita que no tenía que haber estado ahí. Y esa venita le daba sangre a los otros dedos, no sabía si iba a irrigar después de la operación", dice la profesional.

Cuando los médicos pudieron unir los vasos sanguíneos, la operación para unir los nervios tardó horas. La paciente entró a las siete de la tarde y, recién pasadas las una de la madrugada, se supo lo definitivo: I.B. había salvado su mano. Las agujas transitorias salieron de su ubicación y ahora tiene placas de titanio para que en el futuro ella pueda volver a recobrar la movilidad de su mano.

Ahora, queda una larga recuperación para la profesional local. Al perder su pulgar, la mano ya no podrá funcionar como pinza, quedándole los cuatro dedos restantes en una posición difícil. "Hay alternativas", dice el esposo de la antofagastina, "pero a futuro, ahora hay que ver todo lo que es el tema de la sensibilidad", comenta. "Yo le agradezco a los doctores que no hayan pensado en amputar, sino que esperáramos", dice la mujer.

J., el esposo, vio un video de su mujer cuando ingresó a la clínica y le hicieron los primeros movimientos para intentar salvar la mano. "Es traumático, ahí vi de nuevo el proceso", explica. "Tu lo ves y es traumático, pero para lo que era... Normalmente, uno no tiene acceso a los médicos, acá existe el mito que hay que irse a Santiago para las gravedades, pero acá se demuestra que no. Sabemos lo que viene, pero con este aventón, sabremos enfrentarlo como familia", dice.