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Unidad de Anatomía Patológica: el trabajo entre tumores y fallecidos

En esta área del Hospital Regional de Antofagasta, más conocida por albergar entre sus pasillos a la famosa morgue, se realizan autopsias, biopsias, además del control del Cáncer Cérvico Uterino. Así es la labor de la sección.
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Ricardo Muñoz E.

Cuando uno baja hacia el subterráneo del Hospital Regional de Antofagasta, atraviesa varios pasillos que a simple vista parecen fríos y recuerdan de inmediato películas de ciencia ficción.

Al costado izquierdo se encuentra una ventanilla con una funcionaria que llena varios informes, a la derecha hay archivos con registro de exámenes de años anteriores. Es entonces cuando se abren las puertas de la Unidad de Anatomía Patológica y nos recibe su jefe, el doctor Hugo Benítez Cáceres para explicarnos en qué consiste esta área del principal recinto médico de la región.

Si bien el nombre parece complicado, es más fácil reconocerla porque alberga en una de sus zonas a la popularmente conocida morgue, de la que nos enfocaremos más adelante.

Pese a que al principio comentábamos que los pasillos a primera vista pareciera que son fríos, eso es al menos en apariencia, ya para los profesionales de la salud que se encuentran acá, es prácticamente una oficina, donde la radio suena para animar un día de jornada intensa, como cualquier otro.

Al ingresar aparecen varios funcionarios. En una de las salas se encuentra un especialista analizando el tejido de un riñón y en otra, profesionales llevando a cabo procesos médicos con total minuciosidad, para su clasificación.

Y es que aquí no sólo se practican autopsias, sino que también se llevan a cabo rigurosos procedimientos como biopsias, donde se examinan los tejidos del cuerpo a través del microscopio, además de otros procesos médicos de análisis y clasificación, para determinar el daño celular y así identificar algunas enfermedades.

Aquí surge el primer dato importante, ya que la unidad alberga el primer laboratorio de inmunohistoquímica de la red pública en el norte del país, el cual comenzó a funcionar en 2005. Esto corresponde a procedimientos con anticuerpos, que detectan marcadores específicos en los tumores para así diferenciarlos y determinar su origen. Sólo hasta este año, se han analizado 525 casos.

También se hacen procesos llamados cariogramas, que en palabras simples consisten en tomar imágenes de cromosomas ubicados en las células, para determinar si es que existe alguna alteración. Como por ejemplo la famosa trisomía 21 (por ser éste el número del cromosoma), el cual se conoce como Síndrome de Down.

Pero no sólo eso, también es aquí donde se trabajan los exámenes papanicolau, para determinar la gravedad de un tumor, además de pesquisar para toda la región la presencia del cáncer cérvico uterino.

Autopsias

Esta unidad funciona desde que comenzó a operar el Hospital Regional, es decir hace medio siglo y está compuesta por 15 personas, entre médicos anatomopatólogos, tecnólogos médicos, secretarias y auxiliares.

Seguimos avanzando y somos testigos de varias salas y equipos médicos. "Esta de acá es la sala de autopsias", nos dice el doctor Benítez.

De entrada, nos explica que hay que hacer una distinción con el trabajo que realiza el Servicio Médico Legal y eso es porque esta última entidad se encarga de determinar las causas de fallecimientos para casos de accidentes o por terceros.

Mientras que la Unidad de Anatomía Patológica considera fallecimientos que ocurren en el Hospital Regional, pero sólo exclusivamente para los que tienen causas médicas. No obstante, las cifras no son tan altas: de 600 decesos que se registran en el recinto al año, apenas a un 10 y 20% se efectúan autopsias.

"Y esto se debe, por un lado a la falta de patólogos en un comienzo, o posteriormente porque los médicos han mejorado los sistemas de diagnóstico, o bien porque los familiares no quieren que se hagan autopsias a los pacientes", explica Benítez.

Es entonces cuando llegamos a la puerta de la morgue, donde se ubican los cuerpos. La temperatura está a cuatro grados para su mantención, mientras se espera que los familiares los retiren para así sepultarlos, lo que ocurre entre generalmente uno o dos días o varios más, si es que se trata de personas en situación de calle.

Benítez en sus 30 años de vida profesional ha efectuado más de 500 autopsias. Por un momento le pedimos (dentro de lo posible) que se desprenda de su postura de científico serio y lanzamos la pregunta: "¿Alguna vez sintió algo extraño, o le dio un poco de miedo, tal vez cuando era estudiante?".

La respuesta es tajantemente negativa y nos recalca que es algo "parte del trabajo", que "a los vivos hay que tenerles miedo" y que hoy en día la gente está influenciada "por mucha tele, con películas de zombies y esas cosas".

Anécdota

Contrario a lo que podría pensarse dada la seriedad científica que se respira en el ambiente, las anécdotas no podían faltar.

De inmediato a Benítez se le viene a la mente que hace años, tenían ciertos problemas con algunos estudiantes de la escuela que está al frente por Avenida Argentina (al costado donde hoy está la Corporación Municipal).

Resulta que en el pasado en esta unidad no tenían el nivel de seguridad con el que cuentan hoy, por lo que constantemente debían echar a los escolares que lograban ingresar por el portón hacia la zona de la morgue, motivados por el morbo de ver a alguno de los fallecidos.

Cansado de que se viera interrumpido el trabajo con la presencia de estos "aventureros valientes", a uno de los funcionarios se le ocurrió acostarse en una de las camillas de autopsia, tapándose con las sábanas, dejando los pies al descubierto.

"Los niños venían así como emocionados de que verían un cadáver, cuando de repente el auxiliar se levantó...Y salieron todos corriendo asustados. Nunca más volvieron", recuerda Benítez entre risas.

Pero más que anécdotas, el patólogo recuerda que le llamó la atención un caso "raro". Hace algunos años se detectó que una paciente tenía un tumor quístico, el cual extrañamente mantenía una cubierta de piel y en su superficie presentaba una formación como si fuesen dedos, los que además contenían huesos y cartílago.

Esto recibe el nombre de teratoma hiper maduro, lo que incluso lo motivó a trabajar junto a otros especialistas, en una investigación científica que fue dada a conocer en una revista científica hace algunos años.

Benítez termina de contarnos este último dato, al mismo tiempo que nos acompaña a la salida.

Ya es hora de continuar las funciones en este lugar, pasillos y salas que seguramente para la mayoría de los antofagastinos pasará desapercibido por su ubicación algo escondida, pero de tal importancia para determinar de dónde viene o qué tan dañino podría ser un tumor.