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Una década viviendo el martirio de no saber dónde está su hija

Daniela Trigo cumple el próximo jueves 12 de enero diez años desde que desapareció. Salió de su casa sin avisar y nunca más volvió. Su madre relata los años de profundo dolor que ha vivido desde que le perdió el rastro a su pequeña.
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Elizabeth Pérez

Volver al hogar de Daniela Trigo es como detenerse en el tiempo. Pareciera que nada ha cambiado desde aquel 12 de enero de 2007 cuando salió de su casa para no volver.

Para su madre Rosana Pizarro, nada ha avanzado. Lo único que sigue creciendo es su profunda pena y el desconsuelo de no saber nada de su pequeña, a la que hace una década disfrutó sin saber que sería la última vez que la vería con vida.

-¿Cómo alguien se puede levantar tras una pérdida así, sin saber qué pasó y más duro aún, dónde está luego de diez largos años?.

- No se puede, lo único que me queda es seguir luchando por saber qué pasó con ella. Pero cada día que pasa, cada día que vivo sin ella es una tortura. No entiendo cómo alguien puede desaparecer así, cómo una niña de 13 años se va y no deja rastros.

Es imposible pedirle que de un día para otro se acostumbre a su ausencia obligada. Ella siente que definitivamente el sistema la ha obligado a aceptar algo a lo que ella se niega.

El próximo jueves 12 de enero se cumplen 10 años desde que los diarios publicaron por semanas, la desaparición de una niñita de 13 años.

Daniela tiene una hermana melliza. En pocos días estarán en su cumpleaños número 24. Pero nuevamente ese día de festejo se mezclará con las lágrimas que se derraman por tener que seguir caminando sin obtener respuestas.

Sí, han pasado 10 años, pero para Rosana pareciera que fuera ayer cuando pudo ver con vida por última vez a su hija.

Sigue relatando con detalles como si fuera ayer las últimas horas vividas con Daniela. No olvida nada y en silencio, en cada minuto de soledad, reconstruye cada detalle.

"Aquí gente sigue callando aunque conoce toda la verdad de la historia, no han sido capaces de hablar entendiendo el dolor con el que vivimos hace diez años", relató.

Un período donde el padre de Daniela partió al encuentro con su hija. Jamás pudo superar el dolor de su ausencia y murió con el dolor de no haber conseguido encontrarla.

Rosana no se ha quedado jamás de brazos cruzados y ha hecho todo por obtener respuestas.

El puñal más fuerte lo recibió directo al corazón cuando supo, no solo que el fiscal a cargo del caso de su hija era trasladado, sino que cuando se le informó que el caso sería archivado.

"No había para la justicia nada más que hacer y eso yo no lo pudo entender. Cómo son capaces de decir que no se puede hacer más cuando hay una niña, una niña desaparecida", contó.

Trabajo policial

La ausencia de nuevas pruebas o antecedentes que pudieran ser investigados, impedía que el caso siguiera adelante.

El paso del tiempo no ha quitado en Rosana la sensación de que definitivamente no se hicieron las cosas bien, que la PDI a cargo de la investigación dejó muchas cosas en el limbo.

"Diez años después sigo buscando explicaciones no, solo para la desaparición de mi hija, también para la postura que tuvo la policía y para la forma en que se hicieron las cosas. Si todo se hubiera hecho como correspondía, quizás hubiera podido despedir a la Daniela como correspondía. Sabiendo donde descansa su cuerpo y buscando justicia para ella. Hoy solo sé que está muerta, pero no sé dónde está y menos qué pasó con ella", agregó profundamente afectada.

Hubo destrucción de casas buscando un cuerpo que jamás fue encontrado. Para su familia existen aún silencios que pudieron haber cambiado la dirección de esta historia.

Incluso hablan de personas que se quitaron la vida, según su postura, producto de la culpa de saber qué pasó, pero siendo incapaces de hablar.

"Jamás podría decir que he hechos todos los esfuerzos, aunque de verdad los he hecho, porque mientras no tenga a mi hija conmigo nada tiene sentido", dijo Rosana.

Varias fueron las tarotistas que vinieron a trabajar en el caso. Muchas de ellas convencidas de que podrían dar con el paradero de Daniela.

Ninguna fue capaz de entregar un mapa claro para poder encontrar su paradero. La mayoría, hoy es la sensación de la familia, no vinieron más que hacer negocio con el dolor ajeno.

La casa que fue derribada por personal de la PDI era a fin de constatar antecedentes del caso. Pero todo esto también fue infructuoso, una década después Daniela Trigo sigue desaparecida y su caso está archivado sin resultados ni respuestas.

Sin quererlo se convirtió en el caso insigne de personas desaparecidas. Esas que en la zona pareciera son consumidas por el inmenso desierto sin siquiera encontrar rastro.

"No pueden pedirme a mí que me conforme o me quede tranquila sin saber qué pasó con mi hija. Solo pido seguir teniendo fuerzas hasta encontrarla, hasta que alguien hable y me digan, sabe que señora, a su hija le hicieron tal cosa esta persona, espero no tener que partir para encontrarme en el cielo con ella, quiero aquí en vida partir con la tranquilidad de al menos tener su cuerpo de regreso conmigo", enfatizó la madre.

Ya perdió la cuenta de las veces que ha viajado a Antofagasta o Santiago para reunirse con personeros de Fiscalía para que sigan investigando. Hace un par de días -afirma- fue nuevamente, pero volvió sin las respuestas que esperaba.

"Es mucho pedir que busquen a mi hija de 13 años que desapareció hace 10 años. Nadie me puede explicar porqué en otros casos se hizo tanto y en el mío tan poco. Como la justicia nos condenada por ser pobres, nos recalca que eso no nos da derecho a tener respuestas y nos obliga a vivir con el dolor de no saber nada o no tener la justicia que tanto buscamos pero que siempre nos sigue siendo esquiva por nuestra condición", agregó.

Este año quieren recordarlo como familia, renovando el compromiso de no bajar los brazos hasta llegar a encontrar más que una solución, las respuestas que tanto necesitan para seguir viviendo a pesar de la ausencia de uno de los suyos.

Daniela Trigo Pizarro, 13 años, hace diez estaba en su casa compartiendo lo que sin saber serían los últimos días junto a los suyos. No imaginaba que en esas jornadas construía lo que serían los últimos recuerdos que dejaría para su padres, hermanos y todo el círculo íntimo que no solo la amaba, la sigue amando y espera algún día, aunque sea lejano, poder encontrarla.