Nunca es tarde: a los 59 y 82 años terminaron cuarto básico
Eduardo Santa y Gastón Oro fueron usuarios del Plan de Alfabetización 'Contigo Aprendo'. Con el apoyo de sus familias asistieron a clases en la sede del Campamento Covadonga. Dicen que nunca es demasiado tarde para volver a estudiar.
Claudia Cáceres G. - La Estrella de Antofagasta
Hace 11 años Eduardo Santa Berrío (59), colombiano nacido en Armenia, capital del Departamento de Quindío del país cafetero, llegó a Chile buscando nuevas oportunidades para él y su familia.
Atemorizado por la inseguridad que le generaba su propia tierra, tomó la difícil decisión de emigrar ya que no quería que sus dos pequeños hijos fueran reclutados en las guerrillas que en aquel tiempo preocupaban a millones de sus compatriotas.
Había conocido a chilenos y recuerda que siempre recibió apoyo por parte de ellos, por lo que no lo pensó dos veces cuando tuvo que replantearse en dónde podría vivir y asegurar el futuro de los suyos.
Escogió Antofagasta como la ciudad para construir su nuevo hogar, a la que llegó no sólo para radicarse, sino que también para ver crecer y estudiar a sus hijos de hoy 26 y 27 años.
Lo que jamás pensó es que años más tarde él también tendría la oportunidad de volver a abrir los libros, de tomar un cuaderno y sacar a sus casi 60 años su cuarto año básico, ya que en Colombia sólo cursó hasta tercero de primaria.
Eduardo y su testimonio son una de las tantas historias que guarda la sede social del Campamento Covadonga de Antofagasta, lugar que el año pasado fue utilizada como sala de clases por 28 personas, entre 14 y 82 años, que participaron activamente del Plan de Alfabetización 'Contigo Aprendo' del Ministerio de Educación, iniciativa educativa de inclusión social que tiene como objetivo que personas aprendan a leer y a escribir, como también que desarrollen su pensamiento matemático para certificar cuarto básico.
Motivación
"No importaba cómo, lo importante era estudiar. Hubo días en que tuvimos que escribir con plumón en la ventana de la misma sede porque no teníamos pizarra o iluminar nuestros libros con la luz del celular. Llegaba la noche y aquí no teníamos electricidad, luego eso cambió", comenta Eduardo, quien asistía a clases tres veces a la semana en horarios después de las 18.00 horas, los que eran fijados por común acuerdo con su monitor.
El hombre también agrega que está muy agradecido del programa de alfabetización, "porque nos tomaron en cuenta a nosotros siendo extranjeros; entonces pues es muy gratificante y emocionante todo esto", comenta Eduardo sentado en uno de los pupitres de la sede que ya espera a la próxima generación de estudiantes que partirá en mayo de este año.
Dice también que se siente muy orgulloso porque este camino de aprendizaje lo pudo realizar junto a su esposa. Ambos regresaron a su infancia, a los cuadernos, las tareas y bromas entre compañeros.
"Es una satisfacción muy grande. Teníamos el apoyo de nuestros hijos; nos decían 'mamá, papá, ustedes háganle, ustedes pueden, ¿qué tareas tienen?, les ayudamos a estudiar. Ellos ya van a ser profesionales y pues nos ayudaban con las tareas, nos explicaban y nosotros felices", recalca.
Estudiante a los 82
Uno de los compañeros que tuvo Eduardo el año pasado fue don Gastón Oro, quien a sus 82 años por iniciativa propia decidió volver a estudiar y certificar sus estudios de cuarto básico.
Cuenta que por cosas de la vida debió comenzar a trabajar desde muy joven, a los 13 años. Luego hizo el servicio militar para posteriormente volver a trabajar en el puerto. "Hasta los 13 estuve estudiando poquito, trabajé en muchas partes y por eso no pude continuar mis estudios (...) Yo mismo me motivé para entrar al plan; me enteré de esto porque estaban inscribiendo, así que me inscribí nomás", dice Gastón.
Además acota que está muy agradecido de los profesores porque sabía muy poco. "Aprendí sobre matemática, gramática y varios números... yo sabía leer y escribir porque estuve hasta los 13 años estudiando, pero me ayudó a reforzar otros ámbitos", comenta don Gastón.
El abuelito es de familia numerosa. Saca la cuenta y comenta que tiene siete hijos y "veintitantos nietos", por lo que todos estaban muy contentos por su decisión, más aún porque ahora posee un diploma que lo certifica.
"Nunca había tenido uno (diploma) y ahora lo tengo. Los profesores dijeron que es probable que hagan otro curso con niveles de más arriba y yo voy a entrar igual, no importa la edad", dice contento.
Su hija, Yasna Oro, agrega que estaba muy orgullosa cuando se enteró que su papá ingresaría a estudiar en el plan. "Me sentía feliz que mi papá estuviera aprendiendo, de yo sentir que también lo podía ayudar con sus tareas como él lo hizo alguna vez conmigo. Le diría a otros hijos como yo, que uno siempre tiene que apoyar a sus padres, que los sigan motivando porque la educación es la mejor herramienta para salir adelante. Poder escribir y leer es poder decir lo que tú piensas, es tener voz".
Alfabetización
Una de las personas que más ha motivado a cada uno de los usuarios de la iniciativa, que en 2016 alcanzó los 246 inscritos en toda la Región de Antofagasta, es Karina Ángel Astudillo, la encargada regional del Plan de Alfabetización Contigo Aprendo.
Menciona que se pone la camiseta por cada uno de los estudiantes porque "lo importante es que aprenden ellos, pero también aprendemos nosotros. Los estudiantes ya tienen la información, ellos van al supermercado y saben reconocer el arroz, saben que arroz se escribe con A y que termina con Z. El programa toma toda esta información que ellos ya tienen y la complementa técnicamente. En Lenguaje les enseñan a leer, pero también a comprender lo que están leyendo. En Matemática es lo mismo, yo te puedo asegurar que todos nuestros estudiantes son mejores ingenieros que nosotros. Las personas cocinan en sus casas y eso ya es matemática aplicada".
Karina explica que el año pasado hubo 28 monitores, quienes se distribuyeron en las localidades de Tocopilla, María Elena, Calama, San Pedro de Atacama, Toconce, Baquedano y Antofagasta, mientras que este año se espera llegar a todas las comunas incluyendo Taltal, Mejillones y Ollagüe.
Los monitores (profesores) están conformados por dirigentes sociales, profesores jubilados, titulados y estudiantes de distintas otras carreras, quienes se espera que este 2017 impartan clases no sólo en campamentos y sedes vecinales, sino que también en el Hogar de Cristo, para personas en situación de calle, el sector de Coloso; a personas sordas y en dos establecimientos para abarcar el grupo de apoderados.
La encargada regional también menciona que "tratamos de no ocupar la palabra analfabeto porque se usa como una palabra despectiva, ofensiva. Nosotros hacemos la pregunta técnica ¿hasta dónde llegó?, ¿qué es lo que usted sabe? No nos interesa saber el porqué, lo que queremos es entregarles las herramientas,como país no debiéramos tener esta tasa de analfabetismo".
La profesional hace alusión a las cerca de 5 mil personas que en la región aún no saben leer ni escribir. Ante esto, Eduardo Santa - quien gracias a su cuarto básico podrá sacar licencia de conducir - envía un claro mensaje. " Los invito a que estudien, a que no sientan pena, miedo o temor, dejen todo eso a un lado; van a salir adelante porque nunca es tarde para aprender".
Finalmente Karina recalca que "es importante que si alguien no ha completado sus aprendizaje básico como es leer y escribir, que se acerque a nosotros y se inscriba; sin miedo y temores, el programa está pensado para todos y todas, sin importar edad, sexo, nacionalidad, capacidad; sólo es necesario tener el deseo y el ánimo de crecer como persona".