Empleo juvenil

En medio de tantas preocupaciones que nos rodean, ¿por qué debemos elegir aumentar las posibilidades para que nuestros jóvenes tengan acceso al empleo formal? Las razones son muchas, pero los números son siempre una respuesta universal e irrefutable: en el mundo, 21 millones están desempleados y, de ese total, el 13.9% se encuentra en América Latina. En la región, solo el 50% de los que tienen 24 años trabaja y, de ellos, solo el 22% cuenta con un empleo formal. Entre los jóvenes, la tasa de desempleo es tres veces más alta que entre los adultos. Estas cifras traen consigo efectos secundarios tales como el abandono escolar (más del 50% de los jóvenes de América Latina no completa los estudios) y la falta de planificación familiar, que afecta principalmente a las mujeres. Al dejar la escuela, reducen drásticamente el acceso a la información y, por lo tanto, las oportunidades de empleo.

Estamos frente a las tres mayores problemáticas de América Latina, y encontrar la forma de detener este círculo vicioso, forma parte de nuestro desafío. Siendo un negocio con presencia en 20 países de la región y reconocido por recibir a quienes buscan su primer empleo, ésta debe ser nuestra misión.

Nabila Rifo

Señor director:

La condena que recibió Mauricio Ortega por el ataque brutal y criminal contra Nabila Rifo, debe marcar un precedente en nuestro país. Para que todos, hombres y mujeres por igual comprendan que la agresión al interior de una pareja no debe existir y en caso de que uno de ellos opte por atacar al otro, recibirá sanciones ejemplificadores.

Si bien es cierto son más las mujeres que hombre maltratados, no se puede hacer la vista gorda a los hombres que sufren con este problema. Ellos también necesitan de apoyo y ser escuchados.

Ahora es de esperar que este caso también cree conciencia en las víctimas, que comprendan la importancia no solo de denunciar, sino que también de seguir adelante con las acciones legales a fin de que sus agresores paguen. Retractarse puede provocar luego un desenlace fatal o tan grave como este.

No podemos seguir permitiendo que en nuestro país existan víctimas que sufran en silencio este tipo de actos y que por temor no saquen la voz. Tampoco seamos nosotros cómplices callando a quienes agreden. Todo podemos denunciar si sabemos o somos testigos de este tipo de delitos. Hoy al menos, tenemos la tranquilidad de que Nabila, sí tuvo justicia.

Gloria Zuleta