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Mujeres migrantes cuentan sus historias desde "la otra ciudad"

En los campamentos "Un techo para un pueblo latino", "Villa Esperanza" y "Los Arenales", se están desarrollando talleres de fotografía y foto-voz para contar narrativas de quienes llegaron a Chile a buscar oportunidades y cumplir sueños.
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Claudia Cáceres G. - La Estrella de Antofagasta

Corría el 2008 y Juana García, que en ese entonces tenía 37 años, tomaba sus maletas para cruzar por primera vez la frontera. Estaba dejando atrás su país natal, Bolivia, para buscar nuevas oportunidades de vida en Chile, pero no sólo para ella sino que también para sus dos pequeños hijos, quienes la esperarían pacientes mientras lograba encontrar un trabajo estable, el que más adelante le permitiera traerlos para estar todos juntos.

Durante dos años Juana o Juanita como le dicen de cariño, trabajó puertas adentro como asesora de hogar; un trabajo del cual se siente orgullosa y muy agradecida porque pudo 'afirmarse' y tener el sustento que en Bolivia no había podido lograr.

"Me vine sola, después luché para traer a mis hijos. Cuando llegué me fue súper bien, tuve siempre buenas empleadoras, me abrieron las puertas y tuve oportunidades que en mi país no tenía. Allá teníamos simplemente para la comida, cero posibilidades de tener algo mejor, alguna propiedad, algún bien...eso era imposible, y bueno esa es la razón que me trajo a Chile, razones económicas", cuenta Juanita.

En 2010 finalmente pudo ir en busca de sus hijos, de ahora 21 y 17 años. Comenzó a trabajar puertas afuera y arrendó una pieza con ellos hasta el 2013, cuando en un recorrido por el sector de la Feria de Las Pulgas vio que estaban construyendo una toma.

"Me animé a ir a preguntar qué era lo que necesitaba para tener un pedazo de terreno ahí y poder construir. Me abrieron las puertas del sitio, tenía un par de semanas para construir, así que lo tomé porque era la posibilidad de poder ahorrar en arriendo ya que pagaba mucho, el 50% de mi sueldo se iba en arriendo. Llegamos al campamento con mucho entusiasmo, sin saber construir lo hicimos con mi hijo; los dos trabajamos, no sabíamos nada de construcción. Ellos pudieron acceder a su pieza propia, lo pintaron de acuerdo a su gusto, tienen su espacio. En sí vivir en campamento para mí fue un poco más relajante porque yo veía que mi hijo iba a entrar a estudiar y tenía que pagar la universidad, entonces eso me ayudó mucho. No pago arriendo, pero le puedo pagar la universidad a mi hijo", explica la mujer.

La historia de Juanita, quien es la actual dirigente del campamento 'Un techo para un pueblo latino' forma parte de otras 30 que son parte del proyecto 'La otra ciudad: narrativas visuales de mujeres migrantes de campamento', una iniciativa del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Fondart Regional 2016, liderada por Ixia Mendoza, junto a un equipo conformado por Sandra Aguilera, Julien Gastelo, Cristian Valle, Leyla Méndez y Daniel Aguilera.

El proyecto consiste en talleres de fotografía y foto-voz, los que buscan que mujeres diseñen, escriban y cuenten sus propios relatos con el objetivo de deconstruir el discurso en relación a la migración y a los campamentos en la ciudad, y reconstruirlo a partir de una narrativa alternativa contada por sus propias protagonistas.

Proyecto

Ixia Mendoza, directora del proyecto, comenta que la iniciativa comenzó a fines de marzo de este año en los campamentos 'Un techo para un pueblo latino', 'Villa Esperanza' y 'Los Arenales', y tienen participantes desde los 8 hasta los 60 años, quienes están aprendiendo, en primera instancia, sobre fotografía digital, para luego pasar a las unidades de reconstrucción oral y escrita y finalmente foto-voz.

El antropólogo visual y encargado de registrar el proyecto, Julien Gastelo, explica que "queremos que las mujeres puedan retratar y representar su realidad cotidiana en campamentos. La idea es que a partir de ahí se pueda dar a conocer esa realidad a los ciudadanos de Antofagasta (...) Son mujeres que tienen un recorrido muy interesante, hay muchos valores bastante positivos que quieren desarrollar y en ese sentido, me parece sumamente interesante sus aspiraciones a futuro".

La directora, en tanto, expresa que "lo que apuesta este proyecto es dar cuenta por qué estas personas viven en campamentos, pero más allá de por qué, es reivindicar el derecho a la ciudad porque lamentablemente con los procesos neoliberales el derecho a la vivienda se ha limitado bastante, prima más el valor económico que el valor de uso que se hace de los espacios".

Asimismo, dice que la mayoría de las protagonistas le ha explicado que desde que están viviendo en campamentos pueden tener más espacio, ya que antes arrendaban piezas en donde tenían muchas más restricciones.

"No las dejaban invitar a nadie, en cambio desde que están en campamentos - sin idealizarlos tampoco - tienen más espacio para tener más vida familiar, mascotas, un pequeño jardín, más calidad de vida por lo paradójico que pueda sonar. No se puede desconocer que tienen muchas dificultades: problemas con el alcantarillado, con vecinos, ruidos, entre otros, pero en el fondo la gente por sí sola está intentando solventar un derecho que no está siendo respetado por el Gobierno, entonces ante eso creo que igual uno tiene que hacer la autocrítica con respecto el tema".

Estigma social

Otra de las mujeres que participa del proyecto es Sayira Rodríguez (27), quien llegó desde Colombia en 2006 junto a su madre. Recuerda que su propósito era estudiar, pero por problemas de documentación no pudo lograrlo. Actualmente está tomando unos cursos para asegurarle un futuro a sus dos hijos.

A través de este proyecto, Sayira cuenta que le gustaría lograr transmitir su realidad y quitar el estigma de las personas que viven en campamentos, ya que según menciona la joven, "muchas personas piensan que porque uno es extranjero opta por venirse al cerro y así tener más facilidades, en ese sentido están equivocados. A pesar de que estoy en el campamento he tenido una historia súper difícil y espero que cuando tenga mi historia lista la pueda dar a conocer a nivel nacional porque hay muchas personas como yo que tenemos que pasar adversidades para tener el objetivo de una vivienda propia".

Sayira agrega que "si bien somos pobres, somos ricos a la vez porque tenemos muchas otras cosas que expresarles a la ciudad, como por ejemplo unos murales que hemos hecho, el embellecimiento de los lugares en los cuales estamos viviendo, son zonas habitables en las que se puede vivir tranquilamente. Estamos trabajando para tener una mejor calidad de vida y para demostrarle a la ciudad que a pesar de que estamos en el cerro, también somos personas dignas y tenemos derecho a vivir bien".

En tanto Juanita, quien está postulando a su vivienda propia, dice que lo más importante que le gustaría transmitir a través de las historias de foto-voz que realiza el proyecto 'La otra ciudad' es que "cuando uno quiere, puede. Que hay que seguir luchando y ser perseverantes hasta lograr las metas, siempre con la honestidad por delante y la humildad que nos caracteriza. Hay que estar enfocados en la familia, no hacer el mal a nadie y siempre ser agradecidos de lo que tenemos para poder proyectarnos a futuro. Les digo a otras mujeres que viven en campamentos que sigan luchando".