Tellez y Ojeda, la historia detrás de los jóvenes héroes que unieron a Tocopilla con el Combate Naval de Iquique
El relato tras uno de los hechos más desconocidos de la Guerra del Pacífico y la importancia que reviste para la comunidad que acogió a estos jóvenes.
Mario Sánchez P. - La Estrella
Fue el 22 de Mayo de 1879 cuando el destino de Tocopilla y la gesta más gloriosa de nuestra historia se iban a juntar para siempre. Esa mañana la cañonera Covadonga, al mando del legendario Carlos Condell descargaba en el puerto salitrero los cuerpos de dos héroes, que para siempre quedarían bajo el resguardo de esta comunidad.
El pasado 21 de Mayo, durante las celebraciones en Valparaíso, el comandante en jefe de la Armada, almirante Pedro Larrañaga, durante su tradicional recorrido por la cripta de los héroes, destacó que algunos marinos se hallaban repartidos por todo Chile debido a que luego de la guerra habían vivido en distintas zonas, pero que recordaba en especial a los héroes de Iquique enterrados en Tocopilla.
¿Quienes son?, ¿cómo llegaron al puerto salitrero?. El relato histórico, encontrado en la página web de la Armada indica que Condell, al intentar salir de la bahía de Iquique, bordeando los arrecifes de la costa, con rumbo al sur fue atacado por el Huáscar.
Cuando pasaba a la altura de la isla de Iquique, posteriormente llamada isla Serrano y hoy unida a tierra, tras doblar la punta norte de ésta recibió un proyectil del monitor que la atravesó de banda a banda, ocasionando la muerte del Cirujano Pedro Segundo Regalado Videla y matando instantáneamente al Grumete Blas Segundo Tellez y al mozo Felipe Ojeda. A partir de ese momento el Combate Naval de Iquique se dividía en dos.
El relato es conocido; el hábil comandante Condell logra pasar por un bajo en Punta Gruesa, al sur de Iquique y justo cuando la Independencia se aprestaba a utilizar su espolón, queda atrapada sobre las rocas y a merced de la artillería de Condell.
Inmediatamente la Covadonga da la vuelta y lo finiquita con fuego de sus cañones, obligando a la rendición del que fuera el principal buque peruano e infringiendo una derrota que sería decidora para el futuro de la guerra en el Mar. Desde ese momento el Huáscar quedaba solo junto a su glorioso Miguel Grau y la Covadonga iniciaba su escape.
El arribo
Lo que sigue no es muy sabido y aunque están los antecedentes, acá se explica porque los restos de estos marineros terminaron siendo parte del patrimonio cultural de Tocopilla. El siguiente es el relato del propio Carlos Condell, enviado al mando central el 6 de junio de ese año desde Antofagasta.
El comandante detalla que "Al amanecer del día siguiente 22, recalamos al río Loa, fondeando en Tocopilla a las 8.30 P.M. En este punto fuimos auxiliados por gente de tierra que ayudó a achicar el buque, y por carpinteros que hicieron las reparaciones mas urgentes y necesarias para continuar el viaje".
Condell da cuenta del triste entierro de los fallecidos, "Antes de salir, cumplimos con el penoso deber de enviar a tierra y depositar solemnemente en la iglesia del pueblo, los cadáveres de las tres personas fallecidas en el combate, acompañando a este acto una comisión compuesta del teniente Lynch y del contador señor Reynolds y parte de la tripulación" destaca el capitán.
Finalmente entrega aspectos del viaje final hacia Antofagasta, "En la tarde del día 23 salimos de Tocopilla con rumbo al sur hasta las 11 de la noche en que, a causa del fuerte viento y no avanzando sino una milla por hora, resolví volver al puerto indicado y esperar mejor circunstancia. A las 5 A.M. del 24 zarpé nuevamente al sur, aprovechando la calma de la mañana".
El legado
El actual gobernador marítimo de Antofagasta, capitán de navío César Cruzat, destaca mejor que nadie el valor que tienen los héroes de esta gesta para las comunidades que los acogieron, tal como ha ocurrido en todo Chile y en especial en Tocopilla, "los héroes de Iquique, héroes como el comandante Prat y su dotación, no son patrimonio exclusivo de quienes vestimos el azul marino y pertenecemos a esta armada bicentenaria, sino que son propiedad de cada uno de los chilenos sin distinción de edad, sexo o apellido".
Para el oficial, el papel de la Armada como depositarios de esa noble tradición, es de suma importancia y por ello tratan de participar siempre de las actividades que la comunidades de Tocopilla, Mejillones y todas las que dependen de su mando realizan para honrar a quienes hace más de un siglo dieron su vida por la patria.
El destacado escritor naval, Homero Hurtado Larraín, narró la historia acaecida en 1920, cuando como parte de la dotación del crucero "O'Higgins", fue parte de los honores que recibieron en el muelle Bellavista los restos del cirujano Pedro Regalado Videla, cuyo cuerpo había sido traído desde Tocopilla para ser depositado en el Monumento a la Marina de la plaza Sotomayor de Valparaíso.
En su relato -rescatado por el suboficial Manuel Chamorro Moreno en la Prensa de Tocopilla hace unos años- señala que en 1929 el mismo Hurtado se encontraba en Tocopilla cuando se demolieron parte de los nichos del antiguo cementerio encontrándose dos restos humanos en dicho lugar, los que por estar envueltos en coyes de tripulación y cubiertos por la bandera chilena, suponía que habían pertenecido a la Armada por lo que fueron rescatados y en 1936 depositados en la cripta de la Plaza Condell del puerto salitrero.
La comunidad
Para el alcalde de la comuna Luis Moyano es un orgullo tener una parte de la historia más importante de nuestro país en el Puerto Salitrero, desde el nombre de la plaza hasta las calles que en el sector sur de la ciudad, Tellez y Ojeda son recordados con sencillo aprecio por los tocopillanos.
"Sentimos un tremendo orgullo de que parte de la historia esté depositada en la ciudad, ya que es una de las pocas plazas donde tenemos los restos de estos héroes, para nosotros la historia de la Armada y de Chile mismo está en nuestra plaza y por eso la honramos" destacó Moyano.
El patrimonio no solo se queda en los homenajes de cada conmemoración de las Glorias Navales o aniversario del Puerto, la historia de estos dos jóvenes -que ni siquiera superaban los 20 años- se sigue narrando como ejemplo de abnegación y amor por la patria.
La historia -tantas veces olvidada por el paso del tiempo- es rescatada por cada una de las comunidades a lo largo del país y más cuando por los azares del destino, se cruza con una ciudad y la hace depositaria de un tesoro que más de 138 años después se sigue honrando y apreciando por su legado e importancia.
Cada año, el Puerto Salitrero honra a Tellez y Ojeda, dos jóvenes que el destino juntó ese 21 de mayo al sur de Iquique donde dejaron sus vidas, dando paso a la leyenda.
Ahí, en una plaza con el nombre de su capitán, siguen formando parte de una dotación que se niega a ser olvidada y vive en cada una de las honras que con 21 cañonazos cuentan una historia de honor, gloria y valentía inmortales dejando en claro que Tocopilla no olvida a sus héroes.