Aborto I
El aborto es uno de los temas en agenda más delicados actualmente. Sea cual sea la posición, tomarlo con ligereza o fanatismo no ayuda en nada.
¿Se debe prescindir de las miradas religiosas de él? Obviamente, pero ¿significa que queda ajeno de consideraciones morales? Por supuesto que no.
Además de la moralidad con que debe discutirse, es debido cierto grado de sensibilidad con el que debe tratarse el tema. Pero ni una ni otra cosa deben impedir que el debate, como en cualquier otro tema público en sentido estricto, tenga como elemento principal la discusión racional o, si no racional, al menos razonable.
De la discusión parlamentaria y de redes sociales concluyo que la mayoría de los opositores al aborto tienen serios déficit argumentativos (y algunos son de plano vergonzosos y denigrantes, como los que naturalizan la violación). Pero no se engañen: también deja mucho qué desear la defensa de la postura a favor del aborto.
De esta nueva pasada de "argumentaciones", concluyo mantener mi posición contraria al aborto, desde una perspectiva laica y pretendiendo que sea lo más razonable, sensible y moral posible.
Joaquín Rodríguez.
Aborto II
Cuando se vota una ley sobre el aborto no me deja de sorprender. Primero porque no me parece correcto que un grupo de políticos debe decidir por como decidir sobre nuestros cuerpos. Es como si se legislara sobre cuantos hijos se pueden tener para evitar en muchas casos que niños inocentes lleguen al SENAME.
Soy contraria al aborto, no lo apoyo ni siquiera en las tres causales, pero logro entender que así como esa es mi decisión y debe ser respetada, debo yo hacer lo mismo con aquella mujer que estoy segura con mucho dolor, decide optar por no seguir con su embarazo porque es inviable.
Nadie tiene por qué tildarlos de buenos o malo, de pro vida o prácticamente asesinos. Son puntos de vista y lo importa es la decisión personal. Aquí lo importante es que todos debemos ser libres de elegir y no un grupo de personas que no siempre representan a todos.
Josefa Martínez.