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Cuando la luna se asoma en la Perla: seis caras de la noche antofagastina

Para juntar dinero o cumplir como voluntario, estos trabajadores comienzan su jornada cuando el sol se esconde.
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Andre Pierre Malebrán Tapia - La Estrella de Antofagasta

Comienza el turno a las 23.30 horas en la 1° Compañía de Bomberos de Antofagasta y el teniente tercero Alessandro Napolitani lidera una nueva jornada de academias. La idea es mantener la mente despierta en caso de emergencia, al mismo tiempo que perfeccionan sus conocimientos. El turno se conforma como mínimo por un oficial y tres bomberos, pero esta noche son varios más en la instrucción.

"Más que nada se trata de mantener preparado al personal que se queda pernoctando acá en la guardia de las 23.30 hasta las 9 de la mañana", explica Napolitani, agregando que al ser una compañía especializada en rescate vehicular, el movimiento de madrugada ahí, no cesa.

En la noche antofagastina los peligros aumentan como lo explica la dueña de una céntrica residencial que conversa con La Estrella sin entregar su nombre. Tiene miedo y no duda en expresarlo. Cuenta que tras décadas viviendo en las cercanías de calle Condell ya se decidió a abandonar del centro. "Es que hace poco sufrí un asalto", se disculpa por los resguardos que pide antes de comenzar con su relato.

"[Las prostitutas] se paran acá porque aquí trafican drogas (...) nosotros tenemos miedo porque estamos bien desamparados en ese sentido. En la hostal tengo perdidas las habitaciones del primer piso que dan para la calle porque no hay personas que aguanten que les golpeen el ventanal y le ofrezcan cosas. De todo. Desde sus servicios [sexuales] hasta otro tipo de negociaciones. Yo tengo gran parte de las habitaciones perdidas. De siete tengo tres perdidas", dice.

Es tal el grado de descaro, que hombres y mujeres que ejercen el comercio sexual tienen totalmente dominado el sector y no dudan en usar la violencia si se sienten pasados a llevar. "Incluso defecan", sostiene la dueña de la residencial que hoy está a la venta.

A varias cuadras del lugar la enfermera Paola Aburto enfrenta una movida noche en el área de Pediatría de la Clínica Bupa Antofagasta.

Son siete años sometiéndose al "cuarto turno". Esto significa que estará de ocho a ocho, atenta a los requerimientos de los pacientes y sus siempre nerviosos familiares. "Acá todo es tan variable. Hay noches súper tranquilas y hay noches en las que tú te moví por todos lados y ni hay tiempo para sentarse. Tenemos la colación como a las tres de la mañana, pero va a depender de la cantidad de trabajo que uno tenga y las urgencias que se presenten".

Sus hijos van al colegio y saben que mañana tendrán que dejarla descansar durante el día. Aclara que están acostumbrados y que si bien ha tenido que pasar Navidad, "18", Año Nuevo y cumpleaños en las unidades de pediatría y neonatología, este estilo de vida le acomoda. "A mí me gusta la docencia. Me encanta y acá hago supervisión de práctica a las chicas de técnico paramédico. No me iría porque me gusta [estar] donde las papas queman. Me gusta la adrenalina arriba y mis pobres hijos ya están acostumbrados a que hay noches en que la mamá no está", expresa.

Madrugada

Hans Delgado es otro nortino del trasnoche. Los últimos once de sus 37 años los entregó a su labor de guardia de nigth club. Parado en la entrada del Mina's Premium explica que lo más complicado en su jornada es cuando llegan los "mareaditos".

Vigilando desde las 21 horas, manifiesta que "tenía pensado estar un tiempo no más así y después volver al día, porque con once años la noche te va matando. Somos pájaros nocturnos, no vemos la luz del día".

Y si bien el centro presenta peligros, una parte importante de su trabajo se lo pasa conteniendo a esposas de los clientes que intentan ingresar a la fuerza. "Vienen vestidas de hombre, con gorro, pelo amarrado, diciendo que quieren entrar para buscar a sus maridos", relata de pie con las manos tomadas en la espalda y siempre la mirada atenta.

Afuera del local el celular nos avisa que llega nuestro auto. Fabián ya cumplió dos meses como conductor de Uber, estilista de día, piensa que lo bueno de manejar de noche es que se complementa los tiempos y las lucas. "Como trabajo mucho en la casa, habían veces que quería salir por último a fumarme un cigarro, y ahora encontré que esta aplicación me deja salir y además ganar plata (...) Yo creo que la noche es mucho más tranquila", manifiesta.

En el final del recorrido adentro de su auto llegamos al Parque Brasil. En el Epic Restobar hay una veintena de personas que reparten su tiempo entre sorbos y el juego de las consolas. En la barra se encuentra Nataly Toro preparando un "Bowser", trago diseñado ahí en homenaje al antagonista de Super Mario Bros. Con 22 años, la estudiante de gastronomía trabaja desde el primero de marzo como bartender gracias una sommelier que le pasó el dato. "Es el primer local en el que tengo contacto con el público. Hay que tener empatía y escucharlos, porque viene gente y se sienta en la barra (...) Mis planes son conocer el país y su gastronomía", expresa al momento de pasarnos la preparación, coincidentemente, justo cuando termina nuestra jornada de reportajes.