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"Había que pelearse por una mesa de pool en los ochentas"

El administrador de la Academia de Pool de Antofagasta nos relata el ayer y el presente del salón que en sus mejores momentos tenía a gente haciendo dinero gracias a su talento.
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Andre Malebrán T.

Antes, jugar por primera vez en una mesa de pool tenía una connotación transformadora. Pasar de las púberes pichangas de barrios a los salones del centro era un sello que testimoniaba ciertamente el inicio de una nueva etapa. Los que podían darle bien a la bola blanca apuntando en el proceso a las demás con inapelable precisión sobre el tapizado verde, se ganaban el respeto de sus pares. Los que no, los "pachurros", estaban sentenciados para siempre a ser "capados" (derrotados) por los "capadores".

En los ochentas Antofagasta brindaba a universitarios y trabajadores una amplia oferta de salones de billar donde la competencia iniciaba después de almuerzo y terminaba cuando el último taco se guardaba, usualmente, después de la medianoche.

Hoy, cuando cada rincón del centro de la capital regional es una potencial nueva víctima de alguna máquina tragamonedas, hay un salón, histórico a estas alturas, que lucha contra el paso del tiempo bajo la custodia de una veintena de fieles escuderos que no pierden oportunidad de lucir sus trucos merecedores todavía de aplausos y agasajos.

Javier Castro lleva siete años administrando la Academia de Pool Antofagasta y es cliente del mismo lugar desde el año 84. "Este salón está abierto del año 65 y es lejos el más viejo de esta ciudad", comenta.

"A ver... El dueño original de este edificio creó este lugar como salón de pool y han pasado ya tres dueños distintos pero siempre manteniendo el salón, y tenemos clientes de aquellos años. Todavía existen clientes de los años sesenta, setenta. Esto es como una familia. Aquí llega gente nueva y mira las travesuras, las conversas nuestras, y después con el tiempo se van incorporando nuevas personas porque les gusta lo hogareño que es el salón", explica Castro.

Según comenta fue primero la televisión, luego el Internet, y finalmente el mall y los locales nocturnos los que se llevaron a las masas.

Hoy el local ubicado en calle Prat 756, entre Ossa y Matta, abre sus puertas a las 13:30 horas y dependiendo del movimiento puede estar abierto hasta pasadas las 23 horas.

"Acá antes había gente que venía a trabajar al pool. Venían a ganar plata en los tiempos malos. Ellos trabajaban con el pool, y ahora no. Ahora los jóvenes vienen para hacer la previa. La época más dorada en Antofagasta fue en los ochentas, llegaron a haber unos seis o siete salones de pool. Acá de lunes a viernes a las 9 de la noche estaba todo lleno. Antes había que pelearse por una mesa de pool en los ochentas para poder jugar (...) hoy tenemos dos salones en Antofagasta y desafortunadamente no los llenamos", recuerda.

La segunda casa

¿Como cuánto se podía ganar en una noche jugando?

-En plata de esa época, unos 30 o 40 mil pesos por día.

¿Hoy qué es lo más diferente?

-Que se ha ido profesionalizando. Tenemos mesas de campeonato de primer nivel, las mejores mesas de Antofagasta que nada tienen que enviadiarle a las de Santiago. Acá se hacen campeonatos cada dos meses de "billar tres bandas" o "pool aficionados". Después tenemos los campeonatos a nivel profesional de federación que se juegan mucho en Santiago, y afortunadamente aquí contamos con un campeonato al año que es un selectivo para los Panamericanos. Ahí viene lo mejor de Chile a Antofagasta. En Chile tenemos a lo mejor latinoamericano en pool y en (billar) tres bandas.

¿Y el nivel de los antofagastinos?

-Es bueno. Hay antofagastinos profesionales, pero que juegan por otros clubes, principalmente en Santiago u otras zonas. De hecho tenemos un cliente que participa por el Club San Carlos. Él vive en Antofagasta y pasa por acá todos los días, es de los que más va a campeonato y es cliente de nosotros.

¿Son pocos los que juegan hoy?

-Igual es relativo. Hay clientes que vienen de tres a cinco de la tarde, otros de cinco a ocho, y otros que están de las ocho hasta la medianoche. Se van rotando y son clientes distintos.

Con tantos años acá es como una familia, ¿no?

-Es nuestra segunda casa. Como usted puede ver acá juego con ellos. Normalmente los que no saben jugar se van a instalar en las mesas del fondo con sus amigos y empiezan si les gustó. Van viniendo con los amigos, se van perfeccionando y de repente se quedan mirando a los mejorcitos que hay, van aprendiendo y se van entreteniendo, y ya se incorporan y son parte de la familia.

¿Hace cuánto tiempo llegó el último miembro?

-No, hace poco. Un par de meses no más.. jajaja... Viene gente joven que le gusta y juega. Mucho faenero que trabaja 7x7 o 4x4, y hacen la horita antes de que les cierren la pensión y se ponen a jugar pool... jajajaja.

¿El público es buena onda entonces?

-Sí. Pero a uno le exigen tener buenas mesas, buenos paños. Tú venías en los ochentas y sacabas un taco común y corriente, pero ahora hay jugadores que andan con tacos sobre un millón de pesos, entonces eso te obliga a tener un buen paño de unos 400 mil pesos el corte, una mesa que está en los siete millones y medio de pesos.

¿Qué es lo que más se echa de menos de antes?

-Que antes no venían solamente a jugar. Gente mirando que no venía a jugar sino a compartir, a conversar, a tomarse un café, una bebida, y ver a los amigos.

¿Y el mayor cambio?

-Fue lo de la ley del tabaco. Antes de eso aquí se llenaba. Podían fumar y se llenaba acá de tabaco, quedábamos todos hediondos a cigarros, y eso es otro que fue bajando la asistencia del público. Desgraciadamente muchos pubs y disco se adaptaron y sacaron los techos, pero eso no se puede hacer acá por la mantención de las mesas. A una mesa no le puede caer polvo, no se puede humedecer, el sol le hace daño y si llueve imagínese usted, son pérdidas totales. Así que no se puede sacar los techos.