Foto denuncia: BASURALES
Son distintos lugares de la ciudad que se han convertido en verdaderos basurales clandestinos. Una lástima, considerando que se trata del entorno de las viviendas de varios loínos.
Son distintos lugares de la ciudad que se han convertido en verdaderos basurales clandestinos. Una lástima, considerando que se trata del entorno de las viviendas de varios loínos.
"Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie", célebre frase en El Gatopardo, única novela que escribió Giuseppe Tomasi di Lampedusa, y no deja de inquietar lo acertada y lo bien que se puede aplicar hoy, casi 60 años más tarde. Parece que todo ha cambiado: la guerra, tecnología, economía, relaciones sociales, política, fronteras, relación campo-ciudad, ecosistema. Todo. Y en cierto sentido, así es. Pero las viejas castas, la autoridad que antes era feudal y ahora es sobre todo económica, los poderosos, sobreviven pese a su decadencia. Y son, además, los mismos, se perpetúan, y hasta se hacen cada vez más fuertes en la medida que el resto (el pueblo) se hace cada vez más débil, vulnerable y sujeto al control de ellos. Cuando a mediados de los '90, el japo-estadounidense Francis Fukuyama anunció su famoso "Fin de la Historia", se refería a que, con la caída del muro de Berlín, el nuevo orden económico y social había quedado fijado. En 2001, después de los hechos ocurridos en Nueva York, la teoría de Fukuyama expiró. La historia estaba lejos de haber concluido. Pero ¿y si los ataques a las Torres Gemelas, como muchos piensan, fueron obra de los propios poderes fácticos estadounidenses? Estremece pensarlo. Estremece que, en efecto, cambia, todo cambia, pero solo para que siga todo igual.
Así como siempre existe preocupación porque las calles se encuentren en buen estado, es también importante que el tránsito de los peatones sea seguro y con estas veredas, resulta imposible.
Señor director:
No bastando con el desastre de país que quedará cuando deje el poder, Bachelet ahora inventa una nueva ley que atenta contra la libertad de expresión, la que tipifica el delito de "incitación a la violencia", con penas que van desde presidio menor (61 a 540 días) y multas que van desde US$2.200 a US$ 4.000. Como dice la Sociedad Libertaria, "Sin libertad de ofender, el derecho a expresarse deja de existir".
Por experiencia propia, todo lo que uno diga puede ser interpretado como incitación a la violencia. Criticar al Gobierno es un acto necesario. Criticar es un acto necesario. La libertad sin dañar a otros, un valor absoluto. Que sean los tribunales quienes decidan si algo incita o no a la violencia.
Prefiero ese riesgo, al riesgo de la tentación totalitaria socialista de siempre. Por eso esta es otra ley mala, pésima, elaborada sin pensar y atentatoria contra la libertad de expresión.
Llega a dar lástima este Gobierno. Estuvieron cuatro años mirando el techo y ahora, a seis meses de irse, despertaron de la siesta, y del peor modo: del modo maoísta.
Manuel Rodríguez