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El músico loíno que recorrió el Báltico con su arte

Trabajó durante más de cuatro meses como pianista en un conocido crucero que le permitió recorrer el Mar Báltico vibrando con lo que más le gusta, la música.
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Elizabeth Pérez D.

Desde niño sintió que la música no solo sería en su vida una pasión, sino que también una verdadera forma de vida.

Dicen que los sueños son para hacerlos realidad y es por lo que trabajó Iván Roco Rojas, este joven calameño de 23 años que a punta de esfuerzo, consolida día a día su carrera como artista.

Quizás para muchos padres escuchar que uno de sus hijos quiere ser artista pueda resultar difícil de aceptar, sin embargo entre su familia no fue así.

Desde el día uno, tuvo el apoyo de los suyos. Siempre estuvieron ahí incentivándolo a cumplir con lo que desde niño anheló.

Es que cuando tenía solo cinco años, ya se vislumbraba que sería un apasionado de este arte.

De familia artista y siempre vinculado a los bailes religiosos, creció en medio de instrumentos que lo fueron poco a poco conquistando.

Sus primeros pasos fueron a esa edad y con el paso del tiempo se fue convirtiendo en su prioridad.

Las imágenes dejan en claro que nunca hubo pánico escénico, si el nerviosismo constante que todo artista siente al enfrentar a su público, ese que también se convierte en su motor.

"A los cinco años encontré un disco de piano aquí en la casa y me llamó mucho la atención, era de un pianista argentino como que me llamó la atención el instrumento y lo empecé a aprender, ahí partí desde chico", explica.

Fue ese amor por la música que crecía día a día el que hizo que para sus padres no fuera una sorpresa el momento en que había que decidir sobre el futuro.

"Nunca hubo problemas con mi familia porque ellos lo veían venir, porque tocaba de muy chico y nunca tuve como otros intereses tan marcados, entonces yo creo que era lo más natural que iba a pasar. Más si yo venía tocando con grupos desde que estaba como en quinto básico. Empecé a tener bandas y luego empecé a tocar con gente mayor en primero medio", relató en el living de su hogar.

Cuando la mayoría busca carreras tradicionales, el optó por la música y abandonó la ciudad en busca de construir su futuro como artista.

El destino elegido fue Viña del Mar, donde el año pasado con honores concluyó su instrucción que hoy lo tiene convertido en Intérprete de Música Popular mención Pianos y Teclados.

Estando en tercer año de su carrera le ofrecieron hacer clases y su participación resultó ser todo un éxito. Esto fue el aval para que el mismo profesor que lo recomendó en dicha ocasión sugiriera su nombre para ser parte de un crucero.

"Yo dije así como obvio, altiro que sí porque siempre me llamó la atención y además saliendo recién encontrar un trabajo así, era como sí, hay que hacerlo. Me contactó con las personas, tuve que ir a una entrevista, tuve que postular porque había otro chico y al final quedé yo. Fue todo muy rápido, conocí a los otros en los ensayos y a tocar altiro", comentó.

La travesía que lo llevaría por el Mar Báltico comenzó en el mes de abril en el crucero Royal Princess que lo hizo recorrer Dinamarca, Noruega, Alemania, Estonia, Rusia, Finlandia y Suecia.

Para muchos pudo sonar como las vacaciones soñadas, sin embargo Iván se dio cuenta que era un trabajo lleno de mucho sacrificio, pero que sin duda le sirvió como una gran experiencia.

"Al principio todos piensan que cuando uno se va es como irse de vacaciones, pero en verdad es todo lo contrario. Puede ser muy estresante, porque de partida en los barcos existen muchos rangos y entre más bajo trabajas más tiempo", comentó.

Eran entre tres o hasta cuatro presentaciones por día y además debía cumplir con otras labores como simulacros o procesos de entrenamiento porque siempre debían estar en óptimas condiciones antes cualquier emergencia.

"El primer mes es entretenido porque son muchas cosas nuevas, es muy entretenido lo cultural del entorno. Habían como 60 nacionalidades entre los trabajadores, uno conoce gente de todo el mundo. Uno ve cosas que no se imagina. Es bastante entretenido, pero cuando llevas varios meses en lo mismo ya no es tanto. Además estos barcos son como una obra, es todo muy pauteado. La vuelta eran de 11 días y cada día habían actividades que los pasajeros lo viven una vez y nosotros es lo mismo y agota. Es ver una película terminarla y verla otra vez. Es bonita experiencia para vivirlo una vez o con un mejor contrato", confidenció.

Tuvo la oportunidad de despejar la duda de saber qué era trabajar en un crucero, sobretodo mostrando lo que más le gusta y haciendo gala de su gran talento con el piano, desde esa óptica valora la oportunidad que tuvo.

"Éramos la banda de ball room que es como el baile por deporte, porque la mayoría de las personas lo hacían como que practicaban para bailar. No es como los latinos que van a bailar a lo que salga, llegaban con coreografías. Tocábamos de todo. Lo que más les llamaba la atención era la música latina, porque al músico extranjero a ellos como que nos les suena natural lo latino", explicó.

Se trataba de un barco enorme, con siete pisos donde los primeros días se podía perder. Hoy es claro "no volvería a un crucero, ahora no. No está dentro de mis planes, además no me haría bien en muchos sentidos. Por una cosa musical, como de no saturar lo que me gusta hacer. Como que si vuelvo me voy a aburrir de tocar y no es la idea", confesó.

Sabe que en Chile las opciones de crecer y seguir desarrollando su gran potencial es escaso. No descarta abandonar el país y especializarse por ejemplo en Nueva York.

Pero también reconoce que su paso por el crucero le abrió nuevas necesidades como por ejemplo especializarse con los idiomas o incluso estudiar cocina internacional. Por ahora tomará un breve descanso,

Con un sueño, presentarse en su ciudad ante esa gente que lo vio crecer como artista y que muchas veces vibró con su genialidad musical.