Los locatarios que iniciaron el Terminal Pesquero
Más de cuarenta años llevan en uno de los puntos turísticos más importantes de la capital regional. Cuentan sus inicios y cómo el recinto comercial ha ido cambiando.
Un paseo para la familia o con amigos; el lugar perfecto para pasar almorzar o lidiar con la resaca y el recinto ideal para comprar los mejores mariscos y pescados de Antofagasta, así es conocido el Terminal Pesquero, un punto turístico por excelencia en la segunda región que alberga diversas historias de locatarios que han forjado sus negocios a punta de esfuerzo y perseverancia.
Muchas de ellas pasan desapercibidas entre tanto producto del mar que ofrecen, ya que estos son diariamente los protagonistas del lugar. "¿Va a almorzar caserita?", "¿Qué anda buscando?, acá tenemos de todo", "Pase por aquí, no se va a arrepentir", son algunas de las tentadoras frases con que tratan de enganchar a los potenciales clientes, quienes circulan por el lugar que mezcla los olores de empanadas de camarón con pescados fresquitos.
En todo este panorama se encuentra Juan Carlos Villarroel, locatario del famoso 'Comancho', donde vende empanadas de jaiba, camarón, pulpo, ostión, ceviche, y la especialidad de la casa que lleva el mismo nombre de su local, que dice "es una bomba atómica".
Juan Carlos es uno de los primeros locatarios del Terminal Pesquero. Hace memoria y cuenta que llegó entre el año 1978 y 1980, es decir, hace cerca de cuarenta años. Todo un emblema del lugar.
"Llegué a los 20 años acá, antes se vendía puro pescado, y de repente un día mi papá empezó con una cocina eléctrica y ponía pescaditos a la plancha. Ahí hacíamos desayunos, pero atrás en el muelle porque recién estaba siendo construido el terminal. Se sentía hasta el frente el olor a pescado frito, venían a tomar desayuno. Teníamos los mejores sandwich de pescado", recuerda Juan, quien dice que su local es en honor a su abuelo, quien era el verdadero 'Comancho'.
En ese tiempo, agrega, "se hacían sandwich de puro jurel, tiburón, azulejo... Salían frescos de acá, salía mucha cojinoba y dorado, se le vendía a los pescadores y a las personas que se entusiasmaban".
Menciona que proviene de una familia de pescadores, sin embargo, su legado podría terminar con él, ya que ninguno de sus hijos, nietos y bisnietos seguiría a cargo de su local. Asimismo indica que "el Terminal Pesquero ha mejorado mucho, la gente que viene a Antofagasta, viene al Terminal Pesquero a degustar los mariscos, a comprar pescado, así que está muy turístico, muy lindo. Tenemos todas las reglas para atender al público".
El ancla
Unos puestos más allá de Juan Carlos está Betty Gutierrez, dueña del local 'El Ancla'. Cuando le preguntamos hace cuántos años que trabaja en el lugar, da un suspiro y dice "uuuh, hace muchos años, ya ni me acuerdo, antes de 1980. Soy la última que queda de los que iniciamos en el terminal".
Betty llegó al recinto en una época en que ella tenía mucha necesidad. Estaba sola con dos hijas y con sólo $500 para trabajar. "Con ese monto iniciamos, pero no era como es ahora. En esa época teníamos puestecitos más artesanales, era un sitio de los pescadores y había un lugar donde incluso vendían carne".
La locataria cuenta que gracias a su trabajo ha podido ayudar a sus hijas, nietos y bisnietos. "Siempre fui la que aportó todo lo que pude. Me separé hace muchos años (...) podría decir que soy la más antigua de este terminal".
Sobre su día a día menciona que se levanta a las cuatro de la mañana y a las 6.00 horas ya está vendiendo.
El rey de la albacora
Óscar Lois es otro de los locatarios que llevan años en el lugar. El dueño de 'El rey de la albacora' cuenta que "antes esto era una cooperativa de pescadores. Nosotros éramos 'salta vallas' eso significaba que teníamos que saltar un muro para ir a comprar pescado porque antes esto era recinto privado y de ahí empezó esto. A los saltadores nos corrían hasta con balazos los carabineros cuando nos pasábamos para adentro porque en ese tiempo eso era así. Nosotros para trabajar teníamos que saltar los muros. Llegábamos a la 1 o 2 de la mañana para comprar pescado, para poderlo sacar antes que llegaran los dueños de la cooperativa. Era súper peligroso, cuánta gente no se lesionó", recuerda.
Agrega que después quebraron la cooperativa, pasó a ser de la municipalidad y allí comenzaron a trabajar en lo que es hoy el Terminal Pesquero.