Héroes silenciosos: brigadistas del norte en el terremoto de México
Cuatro antofagastinos y un calameño, acompañado de sus perros de búsqueda, viajaron hasta el país azteca para detectar víctimas entre los escombros. Son parte del equipo K-9 Creixell Chile, como parte de las operaciones de rescate.
K-9 es el nombre de la unidad especializada en búsqueda y rescate de personas. Así a primeras el nombre no dice mucho, pero si se pronuncia en inglés se puede notar que se trata de un juego de palabras en pronunciación anglo, lo que debería sonar como "keinain", una locución para decir "canine", o sea "canino".
Y eso es precisamente lo que define a esta ONG perteneciente a Creixell Chile, con base en Antofagasta, un grupo altamente entrenado en la localización de personas vivas o fallecidas, principalmente en tragedias y a través de perros detectores.
Cuando se trata de acudir a la "zona cero", como la llaman ellos, no lo piensan dos veces y de inmediato se organizan para ayudar, de alguna forma actúan como verdaderos héroes silenciosos.
Esta vez no fue la excepción. Hace varios años que la agrupación trabaja en Antofagasta, encabezada por Reynaldo Rivera, rescatista que también se desempeña como tercer comandante del Cuerpo de Bomberos de Antofagasta.
En el cuerpo ya han acumulado varias emergencias en las que se ha requerido su presencia. Anteriormente, han dicho presente en Turquía durante el terremoto que afectó ese país en 2011, dejando una triste estadística de más de 500 muertos. Y también estuvieron en el sismo 7,8 magnitud Richter que devastó Ecuador en abril del año pasado.
Hace casi una semana exacta, el pasado martes 19 de septiembre y a las 13:14 de la hora local, un terremoto 7,1 golpeó con su fuerza a Ciudad de México, dejando un triste resultado de más de 319 fallecidos, además de una cincuentena de edificios destruidos.
La experiencia llamó nuevamente al equipo de Reynaldo. Es así como de inmediato el jueves 22 tomaron un avión para llegar hasta la zona de emergencia, con una delegación de rescatistas compuesta por: Luis Plaza, Francisco Morales, Roberto Morales y Javier Monje de Calama, acompañados de los perros especializados: Máximo, Nicki, Norbu y USAR. El nombre de este último corresponde a la sigla en inglés de su especialidad: "Urban Search and Rescue", es decir, búsqueda y rescate urbano.
Apenas llegaron hasta Ciudad de México de inmediato se dedicaron a las labores de rescate, uniéndose a voluntarios de Portugal, Brasil y España por parte de la ONG y otros rescatistas del mundo.
"Desde España nos llamaron a cinco como parte del equipo y cuatro perros chilenos, lo que significa que estamos haciendo las cosas bien", dice Reynaldo Rivera.
El rescatista sabe que el apoyo que entrega el equipo de canes es crucial. A veces con el mayor de los éxitos, logran rescatar a las víctimas con vida. Otras, lamentablemente deben hallar cuerpos.
"Éste es como el quinto terremoto en el que ha trabajado USAR. Máximo también es un perro que tiene harta experiencia como en Ecuador... ahí nos fue bien, entre comillas, hicimos varias marcaciones de personas. Lamentablemente casi todas eran personas fallecidas, pero eso también les da tranquilidad a las familias para poder hacer las sepulturas", comenta Reynaldo.
El voluntario se ha mantenido trabajando junto a su fiel compañero de cuatro patas, USAR. La tarea del equipo K-9 se extenderá al menos durante una semana y consiste en realizar labores en los edificios derrumbados en busca de alguna señal que los lleve a ubicar alguna víctima.
"Por lo general cuando hay un terremoto existen varios tipos de víctimas, las primeras son superficiales, que son aquellas que están en la superficie y son rescatadas por ellos mismos, por quienes van pasado y no requieren mucha ayuda. Después viene una segunda etapa que corresponde a las víctimas encerradas (atrapadas) y son rescatadas por sus familiares, vecinos o alguno de los equipos topos, sin requerir herramientas. También están las personas que están atrapadas, pero a la vista, y son rescatadas por Bomberos con equipos más pesados.
Finalmente, viene el equipo de búsqueda de con perros para las personas que se encuentran debajo de los escombros y que no tienen forma de poder ser encontradas. Hay un montón de equipos tecnológicos ahora, pero el más rápido y eficaz, sigue siendo el perro", reflexiona Rivera.
Esto se debe a que los caninos siguen ganando por su rapidez en la detección de personas y también si es que no las hay en alguno de los escombros. Esto último cobra bastante relevancia porque así se descarta dicha zona y el equipo se concentra en una siguiente. Es una carrera contrarreloj.
El tiempo es primordial y es por eso que el trabajo se centra durante un rango cercano a los siete días. Como es una zona de emergencia, uno de los principales enemigos es el estrés y que no sólo afecta a la población, sino que también a los perros de rescate.
"El humano sufre estrés psicológico y emocional. Pero el perro tiene un estrés olfativo, ya que al tener muchos olores en el ambiente, ya no se comporta con la misma eficacia", dice el voluntario.
En medio del desastre
Añade que una de las formas que tienen de combatir eso es a través del trabajo en relevos y esa es la razón por la que viajan con varios caninos, armando así equipos de perros más experimentados con los más jóvenes, para primero detectar siempre aquellas víctimas que se encuentran vivas.
El estrés de la situación también implica dificultad para el trabajo, sobre todo en Ciudad de México, una de las más pobladas del mundo, donde tras la tragedia podrían ocurrir saqueos por alimentos o agua:
"A veces nos piden agua y comida... no podemos darles, porque si saben que si tú tienes, entonces nos podrían robar todo. Son cosas para las cuales uno se prepara".
Durante sus primeras horas de trabajo en la capital azteca, Rivera detalla que tal vez lo más engorroso fueron la distancias extensas entre los edificios derrumbados, lo que a veces se traduce en una hora de traslado:
"Hemos hecho búsqueda y rescate en dos zonas, entre ellas una escuela, una fábrica y después en una zona residencial. Hasta el momento ha sido un resultado positivo, los perros han trabajado bien, los resultados que hemos tenido han sido efectivos, además al equipo de los cuatro perros chilenos se unieron uno de Portugal y otro de España".
Y en cuanto al ambiente que se vive en la zona, el tercer comandante señala que, como es esperable, la comunidad local se encuentra bastante afectada. Sin embargo, actúa de manera similar a la chilena frente a este tipo de desastres, donde prima la solidaridad y la preocupación por el otro.
"La comunidad está bien unida y se ha visto mucho la cooperación de voluntariados. Los vecinos salen a entregar comida caliente y se están haciendo los entierros de quienes fallecieron, así que igual el ambiente está complicado en ese sentido".
Es por eso que en este ambiente de tensión y tal como es característico de la comunidad mexicana, la fe ha servido para buscar fuerzas: "Ellos tienen una tradición en la que cuando fallece alguien lo entierran y durante nueve días rezan el rosario a las 7 de la tarde".
Compromiso
Si bien y al regreso, existirá la satisfacción del deber cumplido, el tema emocional también es fuerte. Son rescatistas, humanos que ante cualquier situación de emergencia no lo piensan dos veces y viajan a la zona afectada, dejando atrás a sus familias. Eso lo sabe Reynaldo, quien lo reflexiona y sobre todo, porque es padre de una hija.
"Siempre uno queda con la sensación de que te puede pasar algo. Los rescatistas nos preparamos tanto que tú sientes igual esas cosas, pero también sientes el deber ético y moral de poder asistir. Tengo una hija y cada vez me cuesta más ir pero entiendo que ella está bien, quizás muchos padres tienen a sus hijos desaparecidos y uno les puede ayudar también".