Evo... No más cuentos

Estimado director:

A partir de todos los comentarios de expertos en la "Guerra del Pacífico", negando absolutamente la existencia de la Batalla de "Canchas Blancas", tan celebrada por Evo Morales, tras su estadía en La Haya, da pie para preocuparse. Claramente su desmesurada imaginación no tiene límites. Todo vale en su universo altiplánico, cuando la meta es anquilosarse en el poder. Entonces deberíamos esperar cualquier cosa, por lo que nuestras autoridades deberían a partir de ahora ignorar todas las comunicaciones de Evo Morales. Como que llegó la hora de ponernos serios, no seguir cayendo en su juego personal y político, debido a su delirante comportamiento, que no solo perjudica la imagen de Chile, sino que también desgraciadamente a los sufridos e ingenuos bolivianos que están obnubilados por el discurso de Evo. Lo que no saben, es que todo, absolutamente todo es solo producto de su gran e inigualable imaginación. Qué lástima.

Luis Enrique Soler Milla

¿Qué hago si mi hijo no quiere comer?

"Mi hijo no come y no sé qué hacer", o "mi hijo solo recibe ciertos alimentos", son algunas de las típicas frases emitidas por padres "desesperados" en la primera consulta para resolver un problema de alimentación. Las consultas por rechazo alimentario han aumentado y el fonoaudiólogo es el primer profesional no médico a quien derivan para el tratamiento, junto a un equipo multiprofesional compuesto por nutriólogos, nutricionistas, sicólogos, terapeutas, entre otros.

El tratamiento fonoaudiológico en este sentido va orientado a que el niño vuelva a percibir la alimentación como una situación agradable, aceptando distintas variedades de alimentos que le permitan cumplir con sus demandas nutricionales. Además y junto al equipo de trabajo, devolver la confianza y la tranquilidad a sus familias. En cuento a algunas recomendaciones, se puede mencionar: Acercar a los niños desde pequeños a explorar alimentos de manejo seguro para ellos, dejándolos a su alcance para que los toquen o huelan con supervisión pero de manera libre; y que los niños participen de las comidas en los horarios en que los adultos lo hacen, de manera que la conducta alimentaria de los padres y otros comensales sea modelo para ellos.