Cartas
Integridad pública
Señor director:
Es de común conocimiento que estamos viviendo -y no solo en Chile- un deterioro en la confianza de nuestras instituciones. Como botón de muestra, según cifras de 2017 solo el 6% de los chilenos tienen "mucha" o "bastante" confianza en el Congreso, un 11% en el Gobierno y un 12% en los Tribunales de justicia (CEP). Por donde se le mire, paupérrimo. Soy de la idea de que es mejor prevenir que lamentar, trabajar en la prevención es más eficiente que en la sanción o posterior solución. En este sentido, y teniendo en cuenta los números que avalan la desconfianza en las instituciones, creo que es una potente señal de responsabilidad del Gobierno el proyecto de Integridad Pública que éste impulsa. El espíritu de promover la meritocracia antes que el lazo familiar es clave para recuperar las confianzas y caminar hacia una democracia sana, así como también fortalecer la integridad en la labor parlamentaria y regular el traspaso del empleo público al privado y viceversa. El Gobierno tiene un importante desafío por delante y el sistema democrático se verá ampliamente beneficiado de este esfuerzo.
Renata García
Todos deben responder
Señor director:
Llamar al ex Presidente Ricardo Lagos a declarar en la Comisión CAE, para que justifique la creación de este tipo de financiamiento en su Gobierno, dado todos los trastornos que les ha causado a quienes lo tomaron, podría ser la partida de comenzar a llamar a otras ex autoridades para que también justifiquen sus acciones e inacciones, como por ejemplo al exministro Arenas con su propuesta e implementación de la reforma tributaria, la que requirió de ajustes posteriores para que cumpliera sus grandes expectativas originales.
Falta en nuestro Chile, una instancia oficial en que las exautoridades respondan por sus gestiones, que realizan, no realizan o dejan de realizar durante el ejercicio de sus cargos, asumiendo la responsabilidad de sus cometidos, para dejar atrás la sensación en estos casos que todo es "llegar, hacer, deshacer y llevar".
Un buen comienzo sería que futuros ministros, parlamentarios, alcaldes, intendentes, otros cargos y por qué no presidentes, respalden sus a veces desmedidas promesas de campaña con sus patrimonios personales y familiares. Sin ninguna duda, ¡Otra cosa sería con una guitarra de 16 cuerdas!
Luis Enrique Soler Milla