Pubriza: la enigmática aldea escondida de los incas
Desconocida para el grueso de la comunidad y oculta en un sector de difícil acceso, este poblado todavía guarda misterios que podrían revelar nueva información sobre la presencia del poderoso imperio en el norte de Chile.
Ernesto Arcos U. - La Estrella
A45 kilómetros al oriente de Arica se encuentra uno de los secretos mejor guardados de la arqueología nacional: la aldea inca de Pubriza. Pocas personas tienen idea de su existencia. Ningún camino llega hoy hasta el lugar. Lo más parecido es un sendero para caminantes y jinetes, que termina en el santuario de Las Peñas, donde dos veces al año se realiza una concurrida fiesta religiosa. Desde allí literalmente hay que hacer camino al andar, vadeando varias veces el río San José, en los puntos donde su serpenteante cauce se topa con las paredes del estrecho cajón que en ese sector antecede al Valle de Azapa.
Pero aún así es difícil de encontrar, ya que desde la base de la quebrada no se alcanza a vislumbrar ningún indicio del asentamiento. Pubriza se ubica 30 metros más arriba, sobre una terraza en la ladera, oculta a las miradas de quienes no conozcan su secreto.
Allí, según un estudio de los arqueólogos Iván Muñoz y Juan Chacama, hay restos de recintos principalmente de planta circular en el sector sur y rectangulares en el área norte. Y es esta diferencia la que da cuenta de la presencia de los incas en el lugar.
Curvas versus rectas
Según explicó Chacama, las culturas previas del norte de Chile se caracterizaban por sus construcciones de planta circular. Los incas, en cambio, realizaban construcciones más elaboradas, de planta rectangular, que dejan calles rectas para circular entre ellas. Más aún, en el sector norte, donde está este tipo de estructuras, los arqueólogos encontraron que además de la terraza natural, los antiguos constructores prepararon cuatro aterrazamientos artificiales, excavando la ladera y levantando muros de contención.
El planteamiento de los arqueólogos Iván Muñoz y Mariela Santos, en un trabajo del año 2000, es que el poblado pasó por varios periodos de ocupación, entre el año 1000 hasta pasado el 1490 de nuestra era, de acuerdo a dataciones por radiocarbono de restos orgánicos encontrados en el lugar.
En ese escenario, Pubriza habría sido primero un asentamiento de poblaciones locales, que construyeron sus viviendas en las terrazas naturales del área sur, junto al que más tarde, los incas realizaron sus propias construcciones, cuando el imperio extendió su dominio a la zona.
Sitio ceremonial
Muñoz y Chacama, en otra exploración del lugar, determinaron dos tipos de actividades en el poblado.
Primero, las de tipo doméstico, donde identificaron habitaciones dedicadas a la preparación de alimentos y otras a su consumo, con rastros de fogones y restos de comida.
Luego, las de tipo ceremonial, donde los arqueólogos han identificado tres plazas, en las que se habrían realizado actos de tipo religioso y político, mediante los cuales los funcionarios del imperio Inca reforzaban su dominio sobre la población y el territorio.
Incluso, se ha identificado la existencia de una escalinata que lleva hacia la plaza superior, lo que los lleva a pensar que allí había un ushnu, una suerte de altar desde el que el inca y los altos funcionarios-sacerdotes presidían los rituales y realizaban ofrendas. Este tipo de estructuras sólo estaban presentes en los grandes centros ceremoniales incas, lo que da cuenta de la importancia que llegó a tener Pubriza en la zona.
En este sentido, una de las construcciones más llamativas del complejo de Pubriza es el llamado recinto 209, una habitación cuadrada de nueve metros por lado, con muros de doble hilera de piedras, con un metro y medio de altura, estucados con barro y que destaca por la presencia de hornacinas de hasta 50 centímetros por lado, huecos en forma de ventanas, que, según explica Chacama, podrían haber tenido como finalidad albergar ídolos.
De acuerdo con los arqueólogos, este recinto, que en su periodo de uso habría estado techado a dos aguas, podría haber sido una kallanka o cabildo, donde se efectuaban reuniones de importancia para la comunidad.
Otro indicio del valor ceremonial del poblado es el hallazgo de restos de keros, vasos decorados que se elaboraban en pares, típicos de los rituales incas y que en Pubriza aparecieron justamente en la kallanka.
Punto bisagra
Pero aún antes de la llegada de los incas, que eligieron a Pubriza como centro ritual y símbolo del poder imperial, a sus mil 600 metros sobre el nivel del mar, y a medio camino entre la costa y el altiplano, el poblado habría tenido otra función, la de ser un punto de articulación entre las poblaciones del litoral y los valles con las de los Andes. "Es probable que la función de este poblado haya sido articular el tráfico de bienes y animales que circulaban desde la sierra a la costa, así como desde los valles costeros hacia el altiplano, ya que se encontraron evidencias de tráfico con los valles de Zapahuira, Chapiquiña y Belén, así como con la costa de Arica", establecieron Muñoz y Chacama. Entre ellos, huesos, cueros y lana de camélidos y productos de recolección y pesca marina, como crustáceos, mariscos y pescados; y en grado menor restos de huesos de aves y roedores.
Las dudas
Aunque se han realizado varios estudios del poblado, aún persisten varios enigmas sobre Pubriza.
Uno de ellos es cuánta gente llegó a vivir ahí.
El arqueólogo Juan Chacama explica que aunque se han hecho catastros de las habitaciones que llegó a tener el poblado y se puede determinar con razonable certeza cuáles eran habitacionales, no se sabe cuántas personas ocupaban cada uno, ya que el modelo de familia en el mundo andino prehispánico no era igual al concepto de familia que tenemos hoy.
Tampoco está claro por qué Pubriza fue abandonado, aunque Chacama especula que puede haber sido una imposición española, consecuencia de las reformas del virrey Francisco de Toledo, quien hacia 1573 ordenó concentrar a toda la población indígena en reducciones, que en el caso del Valle de Azapa se estableció en el poblado de Belén.
Así, el asentamiento habría quedado solo y a merced de los elementos. El viento y las esporádicas lluvias lo han ido así deteriorando lentamente a lo largo de los siguientes 500 años, ya que por su estratégica ubicación es uno de los sitios arqueológicos menos conocidos de la región y, por lo mismo, menos saqueados.
Y los expertos, esperan que siga así...