Claudia Carvajal R.
El frío se hizo sentir la noche del lunes en la Quinta Vergara, justo cuando el anfiteatro recibía un público más adulto y reposado. Pero eso poco importó cuando salió en escena Raphael, el cantante más esperado de la noche, y sin duda quien será el más recordado del certamen de los 60 años.
Porque a pesar de que fue su sexta vez en el Festival de Viña del Mar y que es un visitante habitual de nuestro país, el español llegó con un show sinfónico macizo, versiones remozadas de sus clásicos -y hasta bailables- y se dio el gusto de interpretar temas de otros autores.
En sus asientos, sus seguidores contemplaban un espectáculo diferente a lo realizado antes por "Er Niño" en el mismo escenario.
En un momento disfrutaban "Promesa" y "Provocación" (que sacó suspiros) y luego se sorprendían con la intro tecno de "Digan lo que digan" y no dudaron en pararse de los asientos para bailar un poco, mientras sobre el escenario Raphael se movía como un experto habitué de discoteque.
La performance del cantautor estuvo magistralmente acompañada por la Orquesta Filarmónica de Chile, que no tuvo problemas en pasar de un sonido clásico a un tango y hasta una melodía más movida.
Y Raphael se amoldó de lo más bien y hasta tomó la batuta para dirigir a los músicos.
Menos público
Lamentablemente la segunda jornada festivalera, fue la más floja en términos de público. En la galería y en la platea se veían sectores vacíos y claramente los asistentes llegaron exclusivamente por el español (ver nota secundaria).
Además, el rating fue menos generoso que en la debut, con 30,9 puntos mientras se presentaba Raphael.
Pero esos son sólo detalles. El concierto de Raphael tuvo todo lo necesario para cautivar. El drama de "La noche", el baile de "Mi gran noche" y la fiesta de "Escándalo". Hasta un guiño a Los Beatles con "Day Tripper", cuya melodía sonó en "Estuve enamorado".
Y como invitados, una versión en clave de flamenco de "Gracias a la vida", de Violeta Parra, y "Malena", de Lucio Demare y "La quiero a morir", de Francis Cabrel.
Como era lógico se llevó las dos gaviotas y se despidió con "Como yo te amo", un himno del romanticismo y con la promesa de volver todas las veces que lo quisieran.