Cartas
Entre dos fuegos
Durante estos últimos días todos hemos vivido la contingencia social. Y en ese funcionamiento anormal del comercio, el sector gastronómico y hotelero se ha visto gravemente afectado. Los fogones de las cocinas han mermado su andar, dando paso a los fuegos en las calles. La gran mayoría de los comedores son emprendimientos familiares que a regañadientes luchan también contra el apriete de las formalidades estatales y privadas. Mi andar culinario me da el conocimiento para entender la situación de nuestros merenderos, luego de más de un mes sin poder atender en forma normal, donde yantar se ha convertido en turismo aventura, ya que el comensal no sospecha qué sucederá antes o después de una sencilla salida a comer. Creo que ya es evidente lo que tenía que decirse. Y las autoridades espero que se saquen la corbata para regresar a mover el país y evitar un desplome. No quiere decir que todo deba seguir igual que antes. Al contrario, con esta tregua política esperemos se logren los cambios necesarios para generar un desahogo económico que tarde o temprano, pueden terminar pagando la cuenta emprendedores, cocineros, garzones, bartender, auxiliares y trabajadores nobles del mundo gastronómico.