Cartas
Agradecimientos
Señor director:
Nada es más hermoso en la vida que recibir una palabra de gratitud. Esta epidemia que ha invadido a la humanidad, nos ha quitado la libertad y lo más preciado: la vida.
Todos los días debemos invocar al Señor Todopoderoso y a nuestra patrona de las Fuerzas Armadas que está en los campos de Maipú: la madre del hijo de Dios, para que el Señor nos proteja y nos señale el camino de la salvación. De esto se desprende la importancia de la educación para que tengamos científicos como generales en esta guerra contra el virus que nos invade. No basta la fe, a Dios rogando y con el mazo dando.
Después del mediodía, de este domingo pasado, nos golpearon la puerta y uno de mis nietos atendió y unos militares y civiles nos traían una gran sorpresa: una caja de víveres para nuestra familia. De la cual todos los vecinos de la Villa Alemania en Antofagasta estamos muy agradecidos.
En mi calidad de director jubilado, me hizo recordar cuando cumplí con mi deber militar el año 1955, en la ciudad de Arica en el curso especial de estudiantes (104), nos enseñaron no solo a defender la patria, sino también a ser solidarios y a dar la vida si es necesario, para todos los que vivimos bajo el alero de nuestra hermosa bandera tricolor con su estrella solitaria, flameando soberana a los 4 vientos.
Emocionado, quiero que todo el país lo sepa, que estamos muy agradecidos, tanto del gobierno comunal como del gobierno central, por esta linda misión que se ha realizado a lo largo y ancho de nuestro país.
Gracias señor director por esta publicación. ¡Viva Chile! Y que nuestro país y los del mundo entero, ganemos esta batalla y por supuesto también gracias a Dios.
Atentamente,
Jorge Raúl Díaz Pacheco
docente superior (j)
Pensionados
Señor director:
Considero que no hay necesidad de entrar en mayores detalles, basta con decir que hay pensionados de primera y segunda clase, para tener una idea de la realidad de este grupo de chilenos, con ingresos tan dispares. Más aún, cuando el de más bajas pensiones es quien más se ha sacrificado laboralmente.
Jorge Valenzuela Araya