La riesgosa pero vital labor que asumió el SAMU al trasladar pacientes
Un procedimiento clave fue transportar pacientes críticos Covid-19 desde los hospitales de la región a otros recintos. Julio Rojas, enfermero reanimador de Samu Calama, relata del alto riesgo del trayecto entre esa ciudad y Antofagasta, ya que los pacientes no viajaban encapsulados.
Hace cuatro años que Julio Rojas Fernández se desempeña como enfermero de reanimación del Servicio de Asistencia Médica de Urgencia (SAMU), en donde ya está ambientado al ritmo de su labor, la cual consiste en mantener estabilizado al paciente mientras es trasladado a un centro asistencial, en este caso el Hospital Carlos Cisternas de Calama (HCC).
Pero este año ese ritmo tomó un tinte distinto. La pandemia golpeó con mucha más fuerza a Calama, sobre todo a finales de mayo y hasta mediados de julio. El 1 de junio se vivió un episodio para el olvido: el Servicio de Urgencias del Hospital Carlos Cisternas (HCC) colapsó ante la gran demanda de pacientes que llegaban en condición grave para ser atendidos y por lo tanto, otros tuvieron que esperar durante horas en las ambulancias del SAMU.
Con el correr del mes todos los días el hospital albergó pacientes Covid. La pandemia parecía no dar tregua y eso se hizo sentir también en el SAMU, el servicio encargado de trasladar pacientes hasta el HCC.
Julio afirma que sólo en un día se registraron 20 traslados desde el domicilio hasta el recinto médico, únicamente por complicaciones respiratorias, o bien coronavirus. Los llamados no cesaban y al mismo tiempo el equipo un sobreexigido equipo clínico tuvo que hacer frente al virus como fuese, habilitando camas antes que se sumaran más y más pacientes.
Una de las soluciones fue el traslado, tanto a otras regiones -que se contabilizaron entre junio y julio 54- o bien hacia el Hospital Regional de Antofagasta.
La situación causaba temor porque la red nunca antes se había enfrentado a algo similar. Un traslado de paciente Covid de Calama a Antofagasta era, por decir lo menos, una situación tensa.
Julio recuerda esas interminables tres horas de trayecto que debían cumplir con un paciente Covid en la ambulancia avanzada. A diferencia de los traslados por aire, en los efectuados por tierra al HRA no se disponía de la tecnología para que los pacientes viajaran encapsulados. Eso obligó a extremar los cuidados en ese peligroso camino de Calama a Antofagasta.
"Son pacientes que iban al lado de uno, del TENS y del enfermero, y había que mantener el traslado durante tres horas con lo máximo de protección", recuerda.
La altura geográfica siempre fue uno de los obstáculos más grandes de Calama y eso se notó en el traslado de pacientes desde los 2.400 metros sobre el nivel del mar, hasta la costa. En el trayecto, la zona más compleja -dice el profesional - es el arribo a Sierra Gorda, la cual señala es donde se da un cambio de presión muy brusco y por lo tanto, podría traer consigo complicaciones al pacientes.
"Por las condiciones del paciente, por supuesto que muchos se desestabilizaron y eso tiene que haberle pasado a muchos colegas, pero aun así los pacientes siempre llegaron en buenas condiciones al destino y nunca tuvimos el infortunio que alguno falleciera en el trayecto"
Los enfermos críticos salían desde el HCC con un consumo de oxígeno del 60 y hasta el 80%, de ahí su necesidad imperiosa de ventilación. Ya al llegar a Antofagasta los niveles caían a 20%.
La maniobra era altamente compleja no sólo para mantener estable al paciente en el viaje, sino que también por el altísimo riesgo durante esas tres horas de contagiarse, causando el temor de llevar el virus a sus casas e infectar a los familiares. Por eso el procedimiento únicamente se hacía con tres personas por ambulancia: el conductor, el enfermero y el TENS que van atrás de la cabina, los que en todo momento deben tener una altísima capacidad de estar alerta a todos los signos de la persona en caso de complicación y también de la seguridad del equipo Samu. Todo, hasta el mínimo detalle de seguridad estaba planificado.
"Vamos un paciente que va contaminado con un virus de difícil manejo. Estamos dentro de una cabina sanitaria en una ambulancia que es pequeña, donde el paciente independiente que vaya con ventilación mecánica y filtro, sigue respirando. Entonces también está eliminando vapores (exhalar). Los primeros traslados fueron de incertidumbre, de miedo, de llegar rápido al lugar de destino".
"Después de entregar al paciente, la preocupación (era) de ¿me habré contagiado? Porque esto lo voy a demostrar entre cinco a 10 días cuando voy a manifestar los síntomas, así que claramente había un miedo del personal. Estaba también la incertidumbre de si el equipo de protección que nos estaban brindando era el necesario", agrega.
Sin embargo y con el correr de los días, gracias a que no se habían registrado contagios entre el equipo SAMU, creció la confianza en los elementos de protección y además por el apoyo entre compañeros.
"Había que observarnos, ver cómo se vestía el compañero y retirarse el equipo de protección que era lo más peligroso. Teníamos que estar alerta que el compañero se lo sacara bien".
Pese a todo, la preparación del equipo se sobrepuso a todos los riesgos. No una ni dos veces, sino que completaron -desde fines de mayo a agosto- 200 traslados del HCC a Antofagasta y de ellos, alrededor de 150 eran por Covid-19.
"Después de entregar al paciente, la preocupación (era) de si ¿me habré contagiado?"
Julio Rojas, enfermero reanimador Samu Calama.