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Los niños aplicados "contagian" ese rasgo a sus compañeros

Un estudio estadounidense reveló que algo similar sucede con los menores extrovertidos. En tanto, la ansiedad y la baja tolerancia no se transmitirían.
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Natividad Espinoza R.

¿Los rasgos de personalidad de los niños están determinados al nacer, o se desarrollan más tarde, según el entorno donde se desenvuelven? Esa fue la pregunta que quiso responder un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Michigan (EE.UU.) mediante un estudio recién publicado en la Revista de Personalidad y Sicología Social (Journal of Personality and Social Psychology).

Tras estudiar durante un año escolar completo dos cursos de preescolares -de tres y cuatro años-, la conclusión de los expertos fue que la personalidad de los niños está fuertemente influenciada por sus compañeros, ya que hay rasgos que son "contagiosos". Entre éstos figuran, por ejemplo, la extroversión y el ser aplicados.

De esta manera, si un niño se junta con otro que tenga esas características es muy probable que también las haga suyas. En cambio, se determinó que la ansiedad y la baja tolerancia a la frustración no se traspasan entre un compañero de clase y otro.

La siquiatra infantil de la Universidad de Chile, Macarena Espinoza, manifestó a este diario que pese a que nunca había escuchado algo así, los resultados del estudio le hacen sentido porque "tener 'modelos positivos' dentro del grupo de los pares puede, de cierta forma, influir en la conducta de un niño de edad preescolar". "Sería como un aprendizaje vicario", añadió.

Este último es el tipo de aprendizaje en que se reproducen comportamientos no propios del sujeto como consecuencia de la observación, imitación y/o admiración.

"En la misma línea podría ser comprensible que los niños no repliquen ciertos comportamientos o estados emocionales que traen consecuencias negativas, como la baja tolerancia a la frustración o estados displacenteros como la ansiedad", agregó.

la cocina de don tinto

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Esperando los tomates

Hace años, décadas, que estamos acostumbrados a tener tomates disponibles para el consumo durante todo el año. Al principio la novedad vino de parte de los supermercados, pero tras algún tiempo de reticencia las ferias también se sumaron a este fenómeno y la cosa no paró más hasta ahora, cuando la más humilde de las verdulerías también ofrece tomates durante las cuatro estaciones. Es que de otra manera no se puede, porque la gente exige tomates. Y en la gran mayoría de los restaurantes sucede lo mismo. El mejor ejemplo está en un boliche que años atrás quiso no vender tomates fuera de temporada, por lo que comenzó sirviendo de cortesía un pebre de invierno como el que se hacía antes. Es decir con cebolla, cilantro y una buena cantidad de salsa de ají rojo. Cuento corto, a las pocas semanas volvió el tomate al pebre y a la carta del local.

Es que aunque los tomates de otoño, invierno y parte de primavera son pésimos -de la variedad que sean- ya casi nadie acepta un no por respuesta cuando se le indica que aún no estamos en temporada de tomates. Ya nadie espera el verano para comerse una buena ensalada a la chilena o un pebre de aquellos. Todo se quiere aquí y ahora, aunque las condiciones climáticas naturalmente no lo permitan.

Por eso, ahora hay que traer tomates del norte, de variedades muy resistentes, pero carentes de sabor. Da lo mismo, todo sea por tenerlos en la mesa. Pero para los que prefieren esperar por el sabor de los tomates verdaderos la buena noticia es que poco a poco están comenzando a aparecer en algunas verdulerías pequeñas y en ferias. ¿En los supermercados? Casi imposible, ahí siguen con el Larga Vida todo el año y -lo más increíble de todo- es que los venden igual. ¡De no creerlo! Y para hacer tiempo hasta tener tomates realmente sabrosos, acá una receta que los mete al horno y los maquilla un poco para así pasar por alto cualquier pifia.

por Älvaro Peralta / @dontinto