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"He visto el miedo en la mirada de a quienes van a intubar"

Claudia Arce, TENS del Hospital Regional, cuenta cómo ha sido su experiencia en esta segunda ola que reconoce ha estado marcada por tener pacientes más jóvenes, los cuales están ingresando más graves.
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Ricardo Muñoz Espinoza

AClaudia Arce le sorprendió lo vertiginoso que han sido estos días, sobre todos los primeros de enero cuando se notó con más fuerza lo que estaba ocurriendo.

La Técnico en Enfermería Nivel Superior (TENS) del Hospital Regional de Antofagasta (HRA) ha estado desde el día uno en la primera línea de batalla contra la pandemia por Covid-19 y por eso le llamó la atención la velocidad a la que iban ingresando los pacientes en esta segunda ola, un escenario muy distinto que el del año pasado.

El sexto piso del recinto atiende a pacientes que utiliza camas medias. Anteriormente a la pandemia, el área recibía a quienes ingresaban por urología, neurocirugía y especialidades quirúrgicas.

Sin embargo, el ala tuvo que transformarse para recibir a internados de Covid-19 y ésta es la segunda vez en menos de un año, ya que cuando los contagios bajaron se retomó la atención regular, pero ahora es como si todo hubiese comenzado de cero: dado que el séptimo piso agotó sus cupos de camas críticas, hubo que nuevamente habilitar el sexto, que es donde permanecen en cuidados medios. Si alguien se agrava tendría que ser ingresado a la planta superior.

"Vimos que empezó a llegar gente al séptimo piso y en cuatro días tuvimos que abrir porque esto empezó muy rápido y la sensación fue: '¿pero ¿cómo tan rápido?'... Lo juro, en cuatro días se llenó todo", dice.

A diferencia de junio pasado, ahora el frenetismo era mayor. Rápidamente el sexto piso se convirtió en uno para recibir a los pacientes con la particularidad que se notaban mucho más graves que antes y no necesariamente adultos mayores, sino que comenzaron a llegar jóvenes, entre los 30 y poco más de 40 años.

Si antes las habitaciones estaban llenas, el ingreso y egreso era más rápido. Los adultos mayores más críticos requerían intubación y a los jóvenes se los trataba con oxígeno a través de naricera, para luego derivarlos a una residencia sanitaria.

"Esta vez la estadía es mucho más larga, los pacientes son mucho más jóvenes, y con requerimiento alto de oxígeno, como cánulas nasales… se agravan más rápido. Ahora, en vez de quitarles el oxígeno vas aumentando", explica. Incluso, hay quienes se agravan y requieren de ventilación, sin tener antecedentes de comorbilidad.

Por supuesto, los más críticos son los que dejan un recuerdo imborrable, sobre todo cuando están a la espera de ingresar a una cama UCI y viven los momentos previos a ser intubados, sin saber si lograrán sobreponerse a ese procedimiento invasivo.

Esto en el contexto actual del HRA que durante todo este mes ha mantenido una ocupación de sus camas críticas siempre bordeando o permaneciendo varios días en el 100%, lo que ha obligado a trasladar pacientes a otras regiones (ver página 3). Al mismo tiempo, los ventiladores mecánicos se van agotando.... Si el 1 de enero el número de personas ventiladas en la región era de 35, ayer llegó a las 80.

"La gente me preguntaba si me iba a mejorar o morir", dice Claudia, añadiendo la impotencia de no tener esa certeza, sobre todo en aquellos a los que ya se les suministró el máximo de oxígeno.

Claudia añade que en los ojos de pacientes ha visto ese temor de no saber si recuperarán. "A los que van a intubar tú les ves la mirada.. '¿puedo llamar a mi esposa?' (dicen) Y tú ves esa llamada, la cara de espanto, de miedo, de incertidumbre …he visto el miedo y finalmente, escuchar que se despiden porque no saben lo que va a pasar. Es súper fuerte escuchar esa conversación, porque obviamente tienes que estar ahí".

"Si se puede esa llamada la hace un psicólogo y si no, el paciente desde sus celulares y nosotros, enfermeras y TENS, acompañándolo para despedirse… 'Cuídate mucho', 'no sé qué va a pasar', 'por favor no llores'..., salimos nosotros también mal, si somos personas".

Esa carga emocional es otro de los aspectos que quedan, al aspecto humano que va más allá de lo profesional, sumado al constante estrés que afecta a todo el personal clínico en esta segunda ola:

"Uno con la gente igual se encariña. Terminado el turno, literal, cada uno se va a un rincón a llorar. Yo varias veces después de los turnos me vengo a la casa y en el camino lloro mucho, o lloro en la ducha, o estoy preocupada todo el día y le pregunto a mis compañeros ¿cómo sigue? ¿qué pasó con este paciente? A mí me cuesta mucho desconectarme, porque estoy desde el día uno con los pacientes Covid y la carga emocional es gigantesca".

Mensaje

Los turnos se extienden durante 12 horas y anteriormente llegaban a 24. Pero ahora la carga se ha vuelto más pesada por la falta de personal que afecta a la red completa de las región: "Todos mis turnos de ahora están de a tres TENS, cuando normalmente trabajamos de a cuatro… para 13 habitaciones. Eso es complicado".

Y es frente a ello, con todo ese esfuerzo de horas interminables de batallar para que los pacientes mejoren, es cuando reflexiona sobre aquellos que no sólo desafían la pandemia, sino que también niegan la veracidad de la misma y de lo que ocurre al interior de los pasillos de los recintos clínicos.

"Quiero apelar a la ignorancia", dice, agregando que las cuestionadas cifras, mensajes de la autoridad sanitaria central que -a veces- han sido calificados como contradictorios, sumado al relajo y la poca sensación de riesgo, han contribuido a la desconfianza y a no adoptar medidas de prevención.

"Si yo no conozco a nadie que le haya dado Covid, ni a mi familia, ni a mis amigos y salgo y veo que las playas están llenas, y que la gente sigue su vida normal, más encima con cifras dudosas, obviamente que voy a ser una persona que no cree en esto. Por eso quiero apelar a la ignorancia, pero sí, obviamente me da mucha rabia..."

"Me ha tocado pacientes que me han dicho: 'mi esposa está en la UCI, mi hijo en cuarentena y yo estoy acá… Porque no hacían caso con el aforo para las fiestas (de fin de año), estaban sin mascarilla o ésta bajo la nariz".

"El hecho que uno sea joven no evita que te contagies… Lamentablemente, tenemos que hacerlo: quedarse lo que más se pueda en casa, no visitar a los familiares, uno los extraña, pero hay que hacerlo porque uno como joven puede ser asintomático y un abrazo a tu abuela puede incluso condenarla… Un besito te puede hasta matar...."

"Varias veces después de los turnos, en el camino lloro mucho"

Claudia Arce, TENS del HRA, sobre la carga emocional al recordar lo grave y críticos que ha visto a sus pacientes.