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La angustia de Aizlim: tras contagiarse pasó sola sus días de lucha contra el virus

La joven tuvo su aislamiento en completa soledad, mientras su cuerpo enfrentaba los síntomas de Covid que se hicieron insoportables: "El dolor de cabeza me duró un mes y dos semanas".
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Ricardo Muñoz Espinoza

Ayer se cumplió un año desde que los primeros casos de coronavirus fueron confirmados en la Región de Antofagasta. Aizlim Rivera dice que dos días después de ese suceso, el 16 de marzo, se encerró para prevenir contagiarse de Covid-19, sobre todo porque su hijo mayor es asmático y sus padres tienen enfermedades crónicas.

Pasó todo el 2020 y llegó enero, la segunda ola de contagios, cuando comenzó a sentirse mal. Sin saberlo y después de haberlo evitado de todas las formas, el SARS-CoV-2 había golpeado la puerta de su casa.

"El domingo 10 de enero desperté en la mañana con dolor de garganta y lo asocié a una amigdalitis o faringitis", cuenta la joven antofagastina.

En su casa el autocuidado era ley: el lavado de manos, el desinfectado de objetos y evitar lo más posible el contacto con otras personas. Incluso hasta cuando golpeaban para tomar el estado de la luz había un protocolo: utilizaba el alcohol gel o Lysoform en los zapatos. "Para todos yo era la cuática".

"La única vez que salía era si iba a control médico o tenía fonoaudiólogo con el Maurito (su hijo menor de cuatro años. El mayor tiene 10), pero mi esposo era el que hacía todas las compras, por lo mismo", señala.

Pero si en el principio era sólo dolor de garganta, después se hizo insoportable: "era como si tuviese vidrio molido. Ni siquiera podía tomar un vaso de agua... llegaba a llorar por eso". Pronto se sumó el malestar general, y el dolor de cabeza.

El esposo de Aizlim se encontraba fuera de Antofagasta esos días por motivos de trabajo y mientras los síntomas iban en aumento -confiando en que durmiendo se sentiría mejor-, sus padres llegaron a recoger a los niños y así ella poder descansar. Ellos estaban con mascarillas. Lo que la joven no sabía en ese momento es que esa decisión sería muy afortunada, tanto que hoy lo atribuye a una intervención de Dios.

Pese a que médicamente la forma en que el virus atacó a la joven se considera leve, para ella fue algo insoportable y cada día se sentía peor, pero como nunca antes.

Los dolores iban en aumento: "hasta la luz me molestaba. El dolor de cabeza era tanto que pensaba que me iba a dar un derrame cerebral o aneurisma". Luego apareció la indigestión y por lo tanto, varios de sus síntomas calzaban con los del virus.

Ahí comenzó la angustia. En el consultorio Centro Sur le aplicaron el PCR y pronto su temor se confirmó: era Covid-19. Aparentemente, en una de sus tantas visitas a terapia kinésica, en algún momento, contrajo el virus.

"Lloré la vida. Lo único que hice fue decir 'Señor ¿por qué yo? Si me cuidé tanto. Sentía que el corazón se me iba a salir...Desde ese día tuve mucho miedo porque no sabes cómo te va a agarrar el bicho. "

Con dolores que no cesaban, la aparición de la tos y la angustia tremenda de haber contagiado a sus hijos, vivió los días de aislamiento completamente sola en su casa y con una ansiedad que crecía. Afortunadamente, de su círculo familiar sólo ella resultó Covid positivo. Para comer, si es que faltaba algo, sus amigos y vecinos la apoyaron con todas las medidas.

" Yo decía: 'Señor dame tranquilidad, estoy sola, que no me pase nada'. Porque primera vez en mi vida, en mis 40 años que le tengo miedo a la muerte, porque me podía agravar y no podía dejar a mis hijos solos..."

La angustia de la soledad era terrible: "Fue súper difícil, tanto para ellos (sus hijos) como para mí, porque era la primera vez que nos separábamos tanto tiempo. Mi hijo grande se daba cuenta y lloraba porque la mamá tenía coronavirus y pensaba que la mamá se iba a ir al hospital, que le iban a poner muchas máquinas o se iba a morir. El más chico me quería mandar unos súper héroes para ayudarme...Al final también terminaba llorando".

En total fueron 15 días en los que estuvo separada de sus hijos. Dos semanas en donde su cuerpo y su mente lucharon contra ese virus maldito que tanto daño había hecho. Afortunadamente, Aizlim pudo ganarle al Covid-19 sin necesidad de haber llegado a un hospital, aunque lo más terrible, dice, fue el dolor de cabeza, el cual se extendió por un mes y dos semanas: "Es como si tuvieses agua hirviendo en la nuca y esa sensación en la sien como si te estuvieran presionando".

Tras esta experiencia envía una reflexión para tomar conciencia: "Todos queremos hacer nuestra vida normal, todos estamos aburridos, con estrés. Si bien la pasé mal no llegué a un hospital....pero esto es de verdad, esto existe. Lamentablemente estamos en pandemia y hay que cuidarse. Si te amas a ti mismo y a tu familia tienes que cuidarte. Hay gente que aún no le toma el peso porque aún no les ha pasado a ellos".

15 días estuvo separada de sus hijos la joven. Por primera vez un periodo de esa extensión.

"Ha sido un año intenso que no nos ha dado descanso"

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Luego de que el fin de semana se cumpliera un año desde la llegada del coronavirus a la región, varios especialistas han entregado sus reflexiones de lo que ha sido esta pandemia en la zona.

"Ha sido un año intenso que no nos ha dado descanso. Hemos visto muchísimas cosas buenas, no tan buenas, malas y muy malas. Ha sido un año de aprendizaje médico, de un aprendizaje personal, de crecimiento tanto personal como profesional", señala el médico del Servicio de Urgencias del Hospital Regional de Antofagasta, doctor Juan Bonsanto.

Hay que recordar que la Urgencia ha sido uno de los sectores más golpeados de la pandemia, sobre todo en la segunda ola en donde la acelerada alza de contagios llevó al equipo asistencial al límite. Incluso hubo momentos en los que a falta de camas en pisos superiores, los enfermos Covid más graves debieron ser intubados en dicha área a la espera de la habilitación de un cupo.

"Es difícil. Ha sido un año de mucho trabajo y de muchas vivencias, de sube y bajas emocionales increíbles. He visto la solidaridad, el apoyo y el profesionalismo de la gente con quien trabajo y comparto todos los días", agrega.

"Esto es una realidad, hay pacientes que están muriendo o quedan con secuelas"

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La enfermera del Hospital Regional Karen Yustra estuvo cerca de 15 años sin ejercer la labor asistencial de su profesión y cuando supo que estaban reclutando personal para enfrentarse al Covid-19 no lo dudó.

Ella fue designada a la Unidad de Pacientes Críticos (UPC) y en ese lugar ha sido testigo de los golpes más fuertes del SARS-CoV-2.

"Entre lo negativo (a un año del inicio de la pandemia) ha sido ver la realidad dentro de la UPC, de los pacientes críticos, de la gran cantidad de pacientes que hay que movilizar de una unidad a otra y que la gente afuera no se dé cuenta de lo que estamos viviendo acá, que no le tome el peso de lo que significa esta pandemia. Es una realidad, hay pacientes graves, que se están muriendo, que a pesar de salvarse quedan con secuelas", señala y agrega que en lo positivo destaca el crecimiento profesional y el gran trabajo en equipo.