Marina Oyarzún, medio siglo corriendo en la pista
Tenía 8 años cuando descubrió que lo suyo era el atletismo. Y ahora, a los 58 y pese a las dificultades de la pandemia, esta elenina cuenta cómo el deporte ha sido su vida.
Hubo un momento en que Marina Oyarzún, atleta que ha vivido desde su infancia en María Elena, pensó en dejar de correr. Habían pasado décadas ininterrumpidas de atletismo, disciplina que conoció a los 8 años cuando en su Calama natal salía del colegio a correr. Se dio cuenta que tenía resistencia y un talento especial para el deporte. El gen deportista, que llama.
Pasaron los años, competencias, medallas, pero la historia chocó con la pandemia. El virus obligó a cerrar todo, inclusive el estadio donde solía correr en la pampa. Y ahí fue que Oyarzún, ahora de 58 años, casi lo deja hasta acá. "Cuando nos cerraron el estadio para mi fue muy depresivo. Yo estuve encerrada por el miedo, porque desgraciadamente, en María Elena la gente se enfermaba y se moría. El miedo se apoderaba de uno, pero empecé a buscar alternativas".
La deportista elenina, sin un recinto pero con ganas de seguir en el deporte, se iba hacia los basurales del pueblo. Llegaba en bicicleta y después se ponía a correr por la extensa pampa. Hizo trayectos, hacia el cementerio, después a Vergara, después a Pedro de Valdivia. Hace poco, por fin, volvieron a reabrir el estadio y Marina Oyarzún pudo volver a entrenar como lo hacía antes.
"Estuvimos siete meses encerrados. Ni yo me la creía, me iba a volver loca", cuenta la deportista, que tiene entre su palmarés el haber ganado varios campeonatos de atletismo y pruebas de 100, 200 y 400 metros. Actualmente, pese al calor de la pampa, sale igual a hacer deporte. En conversación con "La Estrella", cuenta que en la mañana hace bicicleta y en la tarde, sale a hacer unos 5 kilómetros corriendo.
Oyarzún iba a entrar a los 9 años a una academia equis, pero por accidente (fue otro día) llegó a otra, a la de atletismo. Con la asesoría del profesor Jorge Cordero, comenzó una carrera que la llevó hasta Santiago a estudiar. Triunfos en carreras de 1.200 metros o las competencias que organizaba "El Mercurio", están en sus recuerdos deportivos, además de buenos y malos momentos. "El correr siempre ha sido mi escape".
Joven talento
"Todo el rato que tenga desocupado trato de correr, porque está en mí, mi cuerpo me lo pide, me lo exige. Y yo tengo que hacerlo porque es costumbre", señala la atleta, que extendió su amor por el deporte a la comunidad (tuvo una academia de atletismo) y a su familia. Su marido corre, sus hijos juegan básquetbol y ahora, en los entrenamientos, la acompaña Martina, una pequeña de 12 años que Marina Oyarzún está adoptando, cuenta. Hace tres años, la deportista encontró que Martina tenía condiciones para este deporte. "Me di cuenta que tenía algo, y yo como entrenadora, le saqué provecho a ese algo", señala.
Un día, narra Marina, fueron a Antofagasta a correr a una carrera de 5 kilómetros, y llegaron cuartas. Y ahora, ambas entrenan y salen a correr para mantener viva la emoción del deporte, el mismo que le dio tantas alegrías y logros a Marina Oyarzún en el medio siglo que lleva sobre una pista. "Yo creo que nunca he perdido una carrera", dice.