Ryan Crouser rompió dos veces su récord olímpico
El lanzador de bala reafirmó su hegemonía en Tokio al ganar el oro, medalla que dedicó a su abuelo fallecido por coronavirus.
Mauricio Riquelme C. - La Estrella
Ryan Crouser demostró en Tokio que no tiene rivales en el lanzamiento de bala. El estadounidense de 28 años protagonizó una competencia consigo mismo desde su primer lanzamiento cuando marcó 22 metros 83 centímetros, rompiendo su récord olímpico (22,52 de Río 2016) y no conforme con eso, en su segundo intento registró 22,93, quebrando la marca que había hecho momentos antes en el Olímpico de Tokio.
Con la medalla de oro asegurada, el "Vikinko Americano" -como se le conoce en el circuito mundial- buscó romper su récord mundial de 23,37, logrado en los campeonatos estadounidenses de Eugene, y estuvo muy cerca porque en su último lanzamiento hizo 23,30, su mejor marca de la prueba, confirmando que no tiene rivales en su especialidad.
El segundo puesto fue para su compatriota Joe Kovacs con una marca de 22,65 y el bronce quedó en manos del neozelandés Tomas Walsh con 22,47.
Un oro especial
La medalla que tuvo una dedicatoria especial. Crouser decidió el oro a su abuelo, fallecido durante la pandemia por coronavirus. "Abuelo, lo hicimos", decía el cartel que sostuvo el oriundo de Oregón en la celebración. La unidad simbólica que los Juegos irradian son un bálsamo entre tanto dolor. Un mensaje simple, pero lleno del sentimiento que hace del olimpismo un patrimonio intangible del mundo.
Crouser forma parte de las grandes historias que entrega el deporte mundial. El bicampeón olímpico (2016 y 2020) no siempre fue una montaña de fuerza. Han sido muchos años de trabajo para conseguir 139 kilos de peso para un deportista que mide dos metros de altura.
En 2009 (foto) se podía observar a un Crouser muy distinto a lo que es hoy, un joven deportista delgado y con un físico muy distinto al presente, desmitificando que solo los niños y jóvenes "grandes" pueden lanzar, sino que los campeones también se hacen a punta de esfuerzo personal.
En aquel Mundial de Bressanone, el norteamericano lanzó la bala de 5 kilos (el de los absolutos es de 7,26) a 21,56 metros y ganó el oro, además de la plata en disco de 1,5kg con más de 61 metros. Tampoco la jabalina se le daba mal por entonces. Igual eran los genes: su familia estaba llena de lanzadores de gran nivel.