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Fosa de Atacama: la vida a ocho mil metros bajo el mar

En enero y frente a las costas de la región científicos fueron protagonistas de una hazaña: por primera vez descender hasta el fondo del mar a esa extrema distancia desde la superficie.
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Ricardo Muñoz E./Redacción

En 2018 fue la antesala. En aquella oportunidad un robot explorador a cargo de los científicos del Instituto Milenio de Oceanografía de la U. de Concepción (IMO) efectuó mediciones en la Fosa de Atacama, ubicada frente a las costas de la Región de Antofagasta y los hallazgos fueron sorprendentes: el equipo detectó que el punto más bajo se encontraba a 8.801 en el fondo marino, lo más profundo del Pacífico Suroriental.

Pero la hazaña para la ciencia chilena y mundial llegó a fines de enero pasado cuando los investigadores del IMO, Osvaldol Ulloa y Rubén Escribano, además del estadounidense Víctor Vescovo, ingresaron al interior de la pequeña nave Limiting Factor, una cápsula en la que cada viaje tardó alrededor de 10 horas en el punto más hondo de la fosa, ahí donde habitan extraños seres marinos que no conocen la luz del Sol.

De esta forma se convirtieron en los primeros seres humanos en alcanzar este punto tan recóndito del planeta, en el que encontraron valles y diversas formaciones rocosas, además de una fauna que esconde muchos secretos que esperan ser descubiertos en sus 5.900 metros de extensión y justo donde convergen las placas de Nazca y Sudamericana.

Debido a ello esta expedición fue comparada con la llegada del hombre a la Luna en 1969.

Parte del equipo de la Misión "Atacama Hadal" es el académico de la Facultad de Recursos del Mar de la Universidad de Antofagasta, doctor Marcelo Oliva Moreno, quien se refiere a esta comparación afirmando que "son cosas distintas, pero en cierta medida uno podría decir que llegar a la Luna es más fácil que llegar al fondo del mar, porque lo que tienes que hacer para sobrevivir en el fondo marino es generar equipos, instrumentos y vehículos capaces de soportar presiones brutales".

"A 8 mil metros de profundidad tienes 800 atmósferas de presión, eso es tremendo, considera que el cuerpo humano ya comienza a sufrir los efectos de la presión a los 30 metros. Por el contrario, para ir a la Luna la tecnología de protección del humano es la inversa. Debes tener un sistema que te permita generar presión. Ambas hazañas representan desafíos distintos en lo tecnológico, pero sin duda ir a 8.000 metros y regresar con muestras de los organismos que viven ahí, es un inmenso logro".

¿Cómo fueron los descensos?

Todo el proceso dura alrededor de 10 horas, sumando tiempo de descenso, observación y retorno. Yo diría que había bastante nerviosismo en el grupo porque sabíamos que era un hito muy importante y porque, aunque se trata de un equipo extraordinariamente seguro, siempre hay una posibilidad mínima de fallo. Lo bueno es que durante todo ese periodo siempre estuvimos en contacto con nuestros colegas.

¿Qué pasó cuando el submarino llegó al fondo marino?

Cuando informan que estaban en el fondo, fue un instante de fuerte emoción. Recuerdo que Osvaldo comienza a describir el paisaje y habla de una especie de tapiz microbiano y de estas formas de vida, principalmente holoturias y anfípodos, cuya presencia era bastante abundante. Fue muy emocionante comprobar que, pese a todo lo que se creía hace 30 o 40 años, hay vida allá abajo.

Yo diría que una de las conclusiones de esta expedición es precisamente que nos demuestra que existe vida incluso en los puntos más recónditos del planeta, y por eso pretender que la vida está circunscrita a lo que conocemos a nivel del mar es un tremendo error.

Qué tipo de vida encontraron?

Holoturias había muchas, anfípodos también. Nosotros en la expedición de 2018 encontramos pocos anfípodos, recuerdo dos grandes y todos los demás eran pequeños, lo que llamó mucho la atención porque se pensó que podían ser especies distintas. Ahora, con las trampas nuevas que llevamos, pudimos hacer una composición por tallas, entonces tenemos desde los grandes a los pequeños, y eso permite realizar otro tipo de estudios.

¿Puede haber vida más compleja a esa profundidad, peces por ejemplo?

Nosotros estábamos muy interesados en hallar peces. Hay registros de peces a 6 - 7 mil metros en la fosa, frente al Callao, Perú. Por eso para esta expedición diseñamos trampas especiales, pero nos fue mal con los peces, lo que no quiere decir que no existan. Tiene que haber más vida allá abajo, pero no teníamos los equipos o el tiempo suficiente para hallarla.

¿Qué viene ahora?

Estamos partiendo en esta historia, queda por evaluar lo que trajimos, por ejemplo, ya tenemos material para estudiar la biología de los anfípodos, y mi esperanza, si es que tenemos la oportunidad de participar en nuevas expediciones, es acceder a muestras de peces. Esa es mi aspiración personal, pero además hay una serie de otras dimensiones de investigación que se pueden desarrollar.

"En cierta medida uno podría decir que llegar a la Luna es más fácil que llegar al fondo del mar".

Marcelo Oliva, académico de la UA