Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Deportes
  • Servicios
  • Clasificados
  • Pasatiempos
  • Estrellas

Fin de la mascarilla: el regreso de la comunicación a rostro descubierto

Expertos de la U. de Antofagasta analizan cómo afectó, sobre todo a preescolares, personas sordas y con TEA, los dos años sin expresiones faciales debido al cubrebocas y los beneficios de esta nueva fase de la pandemia.
E-mail Compartir

Ricardo Muñoz E./Redacción

Diversos expertos han opinado y debatido respecto a la nueva etapa de la pandemia en la que Chile acaba de entrar y donde lo más bullado en la flexibilización de las medidas sanitarias es el dejar de usar la mascarilla de forma obligatoria.

Pero dentro de las distintas opiniones surge un tema del que poco se ha hablado y ese es respecto a la importancia de nuestro rostro y las expresiones faciales en las comunicaciones humanas, algo que sufrió un impacto durante dos años en los que la población se mantuvo con el cubrebocas.

De esta forma, se hizo más complejo expresar emociones como alegría, tristeza, enfado, duda o sorpresa, algo que pudo haber afectado la comprensión del lenguaje de preescolares, personas sordas o con Trastorno del Espectro Autista (TEA).

Para entrar en contexto, en 1999 el diseñador japonés, Shigetaka Kurita, tuvo la idea de acompañar la comunicación de texto con una combinación de símbolos gráficos que simulaban expresiones humanas, para enriquecer el mensaje y distinguir entre bromas y publicaciones serias, dando origen a los emojis.

Detrás de la genial ocurrencia del japonés se ocultaba un principio básico de la comunicación interpersonal: nuestro rostro es una inmensa fuente de información y no poder verlo al entablar relaciones con otros, afecta la comprensión de lo que queremos expresar.

Beneficios

Teniendo en cuenta ello, la doctora en Ciencias Sociales de la Interculturalidad y académica de la Universidad de Antofagasta (UA), Gina Morales, comenta que "la gente durante la pandemia buscaba adivinar las expresiones de las demás personas a través de los ojos y la frente para interpretar una sonrisa o enojo. Ahora, con el fin del uso de las mascarillas, volvimos a encontrarnos con nuestras expresiones faciales".

La académica destaca que con el fin del uso de la mascarilla (salvo en los recintos de salud), nuestras interacciones volvieron a enriquecerse con esos gestos y señales que dejamos de percibir.

"Qué pasa cuando tenemos las manos ocupadas y necesitamos señalar algo, cómo lo hacemos… lo hacemos con la boca, con un gesto de la boca, eso es muy común en Latinoamérica y nos muestra que la comunicación no sólo es verbal", dice a modo de ejemplo.

Como se mencionaba anteriormente, hubo grupos que tuvieron más dificultades, como es el caso de las personas sordas, pues el uso obligatorio de la mascarilla impidió la lectura de labios y ocultó la expresión de la cara.

"Hay personas sordas que se comunican leyendo los labios, otras con lengua de señas. La lengua de señas es visto-gestual, es decir, requiere todos los elementos de la información o lo que se haga con el cuerpo, pero principalmente con el rostro de cada persona, por eso sin la mascarilla, estas personas tendrán más facilidad para comunicarse con su entorno", recalca la doctora Morales.

Preescolares y personas con TEA

La fonoaudióloga y académica de la UA, Karim Vásquez Fuentes, apunta a que los grupos más favorecidos con la nueva medida del Minsal son los prescolares y personas TEA.

Respecto a los primeros, explica que el desarrollo del lenguaje no sólo tiene que ver con una percepción auditiva, sino que también requiere una percepción visual, para poder realizar las imitaciones correctas del lenguaje.

"Nosotros aprendemos desde la parte auditiva, tanto como desde la parte visual, entonces si no tenemos esta información producto de la mascarilla, sufrimos un deterioro en los modelos lingüísticos articulatorios", afirma.

En relación al segundo grupo, Vásquez comenta que la población con espectro autista tiene naturalmente una dificultad para captar las expresiones faciales, lo que se agrava con la mascarilla.

"Hay estudios que demuestran que ellos, en vez de mirar los tres puntos más importantes de la cara, que son los ojos y la triangulación a la boca, se concentran en el tercio inferior, es decir, miran la boca directamente; entonces, al estar la boca tapada con mascarilla, no reciben la información facial, teniendo que basarse solamente en ámbitos paralingüísticos, como la prosodia o la entonación de las palabras", sostiene.

La especialista explica que el fin de la mascarilla obligatoria favorecerá a ambas poblaciones, pues se recupera la riqueza de la comunicación, no obstante, advirtió que en este tiempo de pandemia pudieron generarse retrasos que deben ser tratados con apoyo de fonoaudiólogo, sobre todo en la población prescolar.

Mientras que Alberto Olguín, jefe de carrera de Artes Escénicas de dicha casa de estudios superiores, explica que las personas cuando interactúan necesitan de información completa, es decir, todo lo que se verbaliza, se complementa con el cuadro facial.

"Necesitamos mirarnos a cara descubierta, porque de esa manera se transmiten los afectos, sólo mirándonos nos podemos dar cuenta si un ser humano está feliz o asustado. No cabe duda que la mascarilla nos salvó la vida, pero retrasó la comunicación durante dos años", señala el actor, director y escritor.