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¿Estamos preparados para enfrentar otro aluvión?

La doctora en Geología e investigadora de Cigiten, Francisca Roldán, ve con preocupación el aumento desmesurado de campamentos, principal zona de impacto de un desastre como el de 1991.
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Ricardo Muñoz Espinoza

La noche del 18 de junio de 1991 nunca más se borrará de la memoria. Lo que había comenzado con una llovizna con el correr de las horas de transformó en lluvia destructiva, causando el peor desastre que ha azotado a Antofagasta, un aluvión que cobró la vida de 91 personas y dejó una veintena de desaparecidos, más daños millonarios.

El domingo se conmemoran 32 años de este desastre y si bien durante todo este tiempo se han construido vías y piscinas aluvionales para mitigar el impacto de la acumulación de aguas lluvia, la alta cantidad de viviendas ligeras en campamentos que se emplazan en los cerros hacen dudar realmente si estamos preparados para resistir otro eventual aluvión en el futuro.

Si bien no hay exactitud en cuanto a la intensidad del clima durante las próximas semanas, los científicos ya están estimando que para este 2023 se podría esperar el regreso del fenómeno conocido como "El Niño Godzilla", el cual golpearía con fuertes precipitaciones, además de temperaturas más altas.

Problemáticas

La investigadora y doctora en Geología del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden) y del cual participa la Universidad Católica del Norte (UCN), Francisca Roldán, analiza esta problemática y advierte el riesgo que tendría un nuevo evento climático como en 1991.

"La ciudad ha cambiado en los últimos 32 años. Tenemos un incremento bastante exponencial y yo diría descontrolado de la población, y eso ha conllevado a que las viviendas se ubiquen en zonas piedemonte, que son bastante expuestas en este tipo de amenaza. Por otro lado, tenemos la parte positiva que es el aumento de las obras de mitigación que ha sido bastante bueno. Sin embargo, pienso que algunas de ellas no se han mantenido como se debe. Hace algunos días estuve en la Quebrada La Cadena y está lleno de basura por los laterales. Entonces la pregunta es, tanto a las autoridades como también a la gente, si realmente nosotros aprendemos de los desastres", comenta la científica.

Roldán agrega también en su análisis al plan de aguas lluvia las matrices del suministro de agua potable, por sus roturas, lo que "es algo súper importante porque, por ejemplo, en la Quebrada Baquedano en 1991 aumentó el caudal y fue una de las causas que ocasionó mayores daños e incluso muertes. Hubo roturas en las quebradas La Cadena y Baquedano, sobre todo. Vemos bastantes roturas de matrices en la ciudad y tampoco se ha mejorado respecto a eso", añadiendo que dichas estructuras se deben revisar.

"A pesar que tenemos obras de mitigación, veo que hay muchas falencias y la toma de decisiones no va acorde con la velocidad que se requiere, con los cambios exponenciales en lo que es la urbanización, la ubicación de las viviendas informales, la falta de acceso de viviendas sociales y un sinfín de organizaciones urbanísticas que requieren de cierta manera una reestructuración y mejoramiento inmediato, ya que se nos viene el Fenómeno de El Niño", añade.

Respecto a ello, la científica agrega que "históricamente hemos visto una relación directa con el fenómeno de El Niño y las lluvias que se han desarrollado en Antofagasta y con la vuelta de este fenómeno nosotros nos preguntamos realmente si estamos preparados. No tenemos una certeza a ciencia cierta de que van a ocurrir lluvias con El Niño, pero lo que sí debemos hacer es que tenemos que poner en la mesa esta relación histórica y anteponer como una emergencia la preparación. Tenemos que prepararnos ya".

Prevención

Si bien los modelos científicos no tienen certeza sobre el real impacto y del fenómeno, recuerda que ante la incertidumbre "siempre es mejor ponerse en el peor escenario ¿Y cuál es ese peor escenario? Tener lluvias en la ciudad. Por eso mismo, yo también hago un llamado a las autoridades a que aumenten la prevención, el mantenimiento de las obras de mitigación y no solamente por El Niño, sino que el ya tener campamentos en piedemonte indica que hubo una problemática que viene de hace años y que no se han podido solucionar, lo que es un escenario bastante complicado, no solamente en Antofagasta sino que en nuestro país en el que la mayoría de las viviendas se ubican en la parte baja de las montañas, zonas directas del impacto de aluviones. Entonces, la solución debe ser ahora y ver cómo poder proteger a la población".

Una de las soluciones que plantea la doctora Roldán es también aumentar el presupuesto para efectuar estudios científicos que levanten información no sólo de estas zonas altas en caso de El Niño, sino que también del sector cordillera como San Pedro de Atacama que es afectado cada año por las Lluvias Estivales durante el verano y así efectuar un plan estratégico de evacuación efectiva al tratarse de un polo turístico.

"Falta un aumento de presupuesto científico para evitar muertes y pérdidas cuantiosas porque siempre hemos sido un país reactivo y no preventivo, por lo que debemos cambiar esa visión", afirma y destaca en ese sentido la transición de Onemi a Senapred, con un enfoque en la prevención de desastres.

¿Estamos preparados?

Con todo ello y las problemáticas presentes, Roldán es categórica y señala que frente a un desastre similar al aluvión "no estaríamos preparados". "Los planes de evacuación, los estudios no están a la velocidad que se requiere para este gran incremento de la población que hemos visto. Nos llegó como una sorpresa todas las que son las viviendas informales y estamos hablando que se incrementan considerablemente de un año a otro y los estudios van más lento que eso".

Agrega además que "como científicos estamos haciendo un esfuerzo, pero estamos directamente ligados a los fondos públicos de Anid (Asociación Nacional de Investigación y Desarrollo), por lo que falta apoyo en presupuesto ".

Finalmente, adelanta que como investigadores UCN están levantando un sistema de alerta temprana de aluviones para favorecer a la Zona Norte y "creo que ese es el paso que hay que dar. Se avanza de a poco, pero con muchas ganas que esto resulte porque nuestra ilusión es que se pueda implementar en las quebradas de Antofagasta y que la gente pueda ganar minutos de evacuación ante posibles lluvias. En 1991 el aluvión pilló a la gente de noche y con desconocimiento de esta amenaza, sin saber qué hacer, dónde ir o si lo que estaba haciendo estaba bien".