Tres amores

Señor director:

Todo hombre tiene amores en su vida. Hoy quiero recordar a mis tres grandes amores. Mi primer amor fue el de mi abuelita materna Rosa, que nació en la pampa salitrera de la Región de Antofagasta. Cuando yo era niño me cuidó, me enseñó mis primeras oraciones y la señal de la cruz. Como estábamos radicados en Iquique, la tierra donde me crié, cuando me recibí de profesor nos vinimos a radicar a Antofagasta. Mi abuelita Rosa se vino con nosotros, a su tierra natal, y nos alojamos en calle Caracoles, donde tuvimos la fortuna de contar con ella 8 años. Falleció en 1968.

Mi segundo amor fue nuestra madrecita. Éramos 5 hermanos y a todos nos prodigó su amor. Ella se preocupó de mis estudios en Iquique, cuando me fui a la Universidad y posteriormente a la Escuela Normal donde me titulé de profesor. Nos acompañó gran tiempo, dándonos siempre su amor y su bondad. Y ya viejita, luego de haber cumplido su linda misión, falleció bajo el cuidado de mi hermana en la población Coviefi.

Mi tercer amor fue mi esposa María Angélica, llamada con cariño Kenita, a quien conocí el día de la Virgen de Fátima, el 11 de febrero de 1966 en San Bernardo. A los pocos meses viajé con mis padres, desde Antofagasta a pedir su mano y nos casamos un 13 de julio de 1967 por el civil de esa ciudad, y por la iglesia el 15 de julio en el paradero 29 de la Gran Avenida. Nuestros padrinos nos hicieron un cóctel en su casa. Luego nos vinimos mis padres, mi abuelita y mi esposa de regreso a Antofagasta, en aquellos años en Buses Cóndor, gracias a la gentileza del señor Drago Damianic.

Con mi tercer amor construimos nuestra casa en la población Villa Alemania, tuvimos 3 hijos, una niña y dos niños, la mayor nacida en el Hospital de Antofagasta. El del medio y el menor nacieron en el Hospital San Borja de Santiago. Todos son profesionales.

Pero el 31 de mayo del año 2015, la misma Virgen que me la trajo, me la arrebató. Sufrimos toda la familia los 16 días de agonía. Desde el 15 al 31 de mayo fuimos cada día al hospital, todos rezamos unidos, pero finalmente nos llamaron del hospital para que fuéramos a despedirnos de ella. Cuando llegamos al lugar alcanzamos a estar junto a ella tan solo una hora.

Ya son cuatro años de su partida. Estuvimos juntos 47 años casados, dejando 8 nietos y 3 bisnietos.

Atentamente,

Jorge Raúl Díaz Pacheco

profesor (j)